Los nativos digitales no existen, pero sus problemas, sí

Elena SantosPsicóloga de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid

En 2001, el conferenciante educativo Marc Prensky popularizó el concepto “nativos digitales” para referirse a las generaciones que habían nacido rodeadas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Lo hizo en un artículo en el que enfrentaba a esta supuesta nueva especie homínida con la de generaciones precedentes, que debían conformarse, en el mejor de los casos, con llegar a ser “inmigrantes digitales”.

El término se ha instalado cómodamente entre nosotros para tranquilidad de muchos padres que, pobres aspirantes a meros inmigrantes, desisten de cualquier intento de inmiscuirse en la relación entre sus hijos nativos con los móviles, tabletas y ordenadores. “¡Si mi hijo me enseña a mí! ¿Qué le voy a explicar yo?”. Y a otra cosa.

Diecisiete años después -una eternidad en términos tecnológicos- se amontonan los estudios, investigaciones, libros y artículos que niegan la mayor: los nativos digitales no existen, pero los problemas derivados de una relación temprana con las TIC, sí. Nadie nace aprendido, tampoco en materia digital, y saber manejar un móvil, escribir un tuit, avanzar en un videojuego o subir una foto a Instagram no prepara a nadie para mantener una relación correcta, adecuada y sin riesgos con el mar de posibilidades -pero también de peligros- que acechan al otro lado de la pantalla.

Más allá de los contenidos inapropiados a los que niños y adolescentes pueden acceder -o subir ellos mismos indebidamente-, la mayor preocupación actual gira en torno a la adicción a internet entendida globalmente, lo que incluye las redes sociales, los juegos en línea, etc. Este mismo año, España ha incluido por primera vez en la Estrategia Nacional sobre Drogas el uso compulsivo de los servicios online y la excesiva dependencia de internet como una nueva adicción al mismo nivel que cualquier toxicomanía.

Aislamiento social y contenidos inadecuados

Sin llegar a ser adictos, se estima que el 18 % de los jóvenes españoles entre 14 y 17 años hace un uso excesivo de estas tecnologías, lo que se asocia a un incremento del aislamiento social, fracaso escolar y consumo de estupefacientes.

Internet nos proporciona siempre información, distracción y diversión al momento, siempre hay alguien virtual al otro lado, como pasa en las redes sociales, pero los niños y adolescentes no tienen las habilidades necesarias para hacer un uso adecuado de esa oferta lúdica ni para discernir esa supuesta compañía digital que, en cada vez más casos, nos aísla de la compañía real de las personas reales.

El peligro de que esta dependencia lleve a los más jóvenes al aislamiento y la soledad, puesto que estando solos en su cuarto llegan a sentirse rodeados de gente sin el esfuerzo que entraña salir y enfrentarse a cualquier situación social, que es lo que realmente nos prepara para interactuar con el mundo en cualquier etapa de la vida, también cuando sean adultos.

Enseñar a navegar sin riesgos

Es importante estar alerta también en relación a la infoxicación y los contenidos no siempre adecuados a todas las edades que son sin embargo de libre acceso en internet. A estas edades, los chicos no saben cómo manejar estas herramientas -porque sin duda son herramientas-, y se acaban viendo metidos en un mundo que a veces asusta, engancha y desborda, y eso tiene consecuencias.

Volviendo al fallido o, al menos, inexacto concepto de nativos digitales, el estudio a gran escala EU Kids Online, realizado por investigadores de universidades de Holanda, Bélgica y Finlandia, destaca entre sus conclusiones que “se ha exagerado con el hecho de que los niños sepan más que sus padres (…) Hablar de nativos digitales oscurece la necesidad que tienen los niños de recibir apoyo en el desarrollo de las habilidades digitales”.

La apuesta pasa por invertir tiempo en enseñar a niños y adolescentes la existencia de estos riesgos y peligros, al tiempo que les hacemos conscientes de la infinidad de posibilidades positivas que les pueden aportar las redes sociales y las nuevas tecnologías. Desde unidades como la nuestra trabajamos y ofrecemos recursos para que estos peligros no generen dificultades ni patologías como adicciones o aislamiento.