El oído del nadador no se libra de las otitis en verano

Dr. Javier Hernández CalvínResponsable de la Unidad de Otorrinolaringología Infantil del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid

El verano constituye el momento ideal para realizar actividades relacionadas con el medio acuático. Durante estos meses de relax, la piscina y la playa se convierten en el lugar idóneo para que tanto niños como adultos jueguen y se refresquen en las horas de más calor. En especial, la población infantil pasa en muchas ocasiones varias horas en un medio acuoso para el cuál nuestro oído externo no está filogenéticamente adaptado.

Este exceso de humedad en una cavidad normalmente seca, así como la falta de higiene, constituyen el caldo de cultivo más favorable para la proliferación de los casos de infección del conducto auditivo externo. Conviene por tanto conocer de forma sencilla cómo se producen estas infecciones, qué síntomas suelen presentar, su tratamiento y sus posibles medidas preventivas.

Entendemos básicamente como otitis externa, conocida en ocasiones como “otitis del nadador”, la inflamación de la piel que cubre los tejidos cartilaginosos y óseos del conducto auditivo externo. La causa fundamental de dicha inflamación es la colonización e infección de dicho conducto por bacterias patógenas que proliferan en el agua de playas y piscinas. Dentro de los patógenos más comúnmente aislados encontramos a bacterias especialmente del género Pseudomona aeuroginosa, aunque en ocasiones pueden aparecer otros microorganismos como los hongos. La humedad permanente del oído externo, como consecuencia de los baños prolongados, asociada a una pérdida de las defensas inherentes a la piel facilita la proliferación y secundariamente la infección de estos tejidos.

Clínicamente la otitis externa tiene una serie de síntomas inequívocos y fáciles de reconocer. El síntoma fundamental suele ser el dolor a la manipulación del cartílago que forma el pabellón auditivo. Es especialmente característico el dolor agudo que aparece tras presionar el área localizada por delante del orificio de entrada al conducto (hecho conocido como “signo del trago”). En ocasiones puede aparecer una secreción purulenta, a veces también maloliente, que rellena en mayor o menor medida el propio conducto auditivo. La sintomatología asociada a una otitis externa puede ser en ocasiones muy llamativa en especial en aquellos casos donde el edema y la inflamación es muy abigarrada. En estos casos el niño puede llegar a rechazar que le manipulen e incluso que le quiten la camiseta o que le acuesten del lado afectado. Y en raras ocasiones puede aparecer una mínima pérdida auditiva aunque este síntoma es más característico de las otitis medias, que aparecen más frecuentemente en el otoño y el invierno en relación con los cuadros catarrales.

Prevención y tratamiento

Dado que no podemos (¡ni deberíamos!) evitar que nuestros hijos disfruten en el agua en verano, la lista de medidas preventivas es bastante reducida. De hecho, los niños se pueden bañar con normalidad, excepto si tiene perforaciones timpánicas o si llevan drenajes en cuyo caso deberán usar tapones de baño a medida. Es aconsejable minimizar el uso de bastoncillos para limpiar el conducto auditivo. Estas maniobras alteran el patrón de migración normal de la cera y alteran otros mecanismos de defensa de la piel.  Si hay la sospecha de la presencia de un excesivo cerumen es aconsejable acudir a un especialista para la retirada del mismo en los días previos al inicio del periodo estival.

Es aconsejable mantener seco el oído externo tras cada baño, para lo que bastará con usar la toalla. Del mismo modo es conveniente que los niños salgan del agua cada 45 minutos para evitar la excesiva maceración de la piel del conducto.  Tampoco parece recomendable el uso de tapones, ya que no hay evidencia de que prevengan la infección, y, lo que no es menos importante, impedirán a nuestros hijos oír bien, lo que es bastante peligroso si están en la piscina o en el mar.

El tratamiento médico indicado para la otitis externa suele ser antibióticos administrados por vía tópica (generalmente en gotas) entre 7 a 10 días. No está recomendado el uso de antibióticos orales salvo en casos graves, donde puede ser necesario la administración conjunta de antiinflamatorios esteroideos para disminuir el edema.  ¿Y qué hacer con los niños que son propensos a sufrir otitis casi todos los veranos?  En estos casos se recomienda el uso preventivo de gotas en el oído de alcohol de 70 grados o alcohol boricado tras los baños diarios para evitar la reaparición de la infección. No obstante, hay que recalcar que cualquier tratamiento, ya sea para curar la otitis o para prevenirla, debe ser establecido siempre por el especialista una vez que haya confirmado el diagnóstico.