Opinión

50 años después, las movilizaciones siguen siendo claves

Pepe ÁlvarezSecretario General de UGT

17 de mayo de 2018

Este mes de mayo se cumple el cincuenta aniversario de unas de las movilizaciones que más impacto han dejado en el movimiento obrero. París vivió, entre mayo y junio de 1968, una revuelta estudiantil que derivó en la mayor Huelga General de la historia de Francia y, probablemente, de Europa Occidental, y que incluso traspasó fronteras. Fueron más de diez millones de obreros los que secundaron una huelga que se convirtió en histórica.

Aún hoy en día, ese sentimiento sigue vigente en todas y cada una de las movilizaciones que se llevan a cabo. Aquel mayo del 68 sembró la idea que el movimiento obrero y el estudiantil tenían más fuerza que nunca, y que mediante la protesta era posible plantar cara al Gobierno.

En aquellos tiempos, la sociedad reclamaba más libertad y más derechos. Los jóvenes pedían la actualización de un sistema universitario obsoleto. Ellos fueron los que iniciaron unas protestas que provocaron la simpatía entre la clase obrera. El Gobierno quiso pararlo a toda costa, sin intención de mediar ni escuchar al pueblo. Los trabajadores y trabajadoras franceses se encontraban alejados del boom económico que había tenido lugar en los sesenta, y millones de jóvenes salieron para pedir un futuro en paz y libertad, coincidiendo con la sangrienta guerra de Vietnam. Las marchas, sin lugar a duda, marcaron un antes y un después en la vida política francesa. Los meses venideros provocaron, entre otras cosas, la salida de Charles de Gaulle del poder, así como varios cambios y reformas necesarios.

Bien es verdad que algunos se afanaron a catalogarla de fallida, pero la repercusión posterior la convirtió en un episodio indispensable de la historia de los movimientos sociales y sindicales. El filósofo francés Jean-Paul Sartre definió, perfectamente, la repercusión real de aquellas movilizaciones. Sartre dijo: “Lo importante es que se haya producido cuando todo el mundo lo creía impensable y, si ocurrió una vez, puede volver a ocurrir”. Dichas movilizaciones cambiaron la vida y el pensamiento de varias generaciones, siendo probablemente el inicio de muchos de los mejores avances sociales del último medio siglo.

Ahora, cincuenta años después, nos encontramos en una situación parecida (salvando las distancias), donde los revolucionarios de entonces vuelven a ser protagonistas. La sociedad reclama mejores derechos y libertades, mientras que el Gobierno sigue con su política de oídos sordos. El último año hemos demostrado que la clase obrera no está dispuesta a ser pisoteada. Los pensionistas han tomado las calles para pedir unas pensiones dignas. Las mujeres de este país salieron de forma masiva el pasado 8 de marzo para pedir igualdad y más derechos. Los estudiantes y jóvenes precarios van a ser los siguientes en sumarse a este proceso de movilizaciones. Y además, este Primero de Mayo fue una demostración más que los Sindicatos y la clase obrera se moviliza para recuperar derechos.

Y como en mayo del 68 (y no digo que asistamos a un movimiento revolucionario como el de entonces), las movilizaciones se están demostrando como la palanca para cambiar las cosas. El Gobierno y la Patronal está viendo que estamos dispuestos a pelear por lo que creemos es justo, que todos los trabajadores y trabajadoras puedan tener un empleo de calidad, con salarios y pensiones dignas, sin brechas de género, con seguridad y con una recuperación de derechos.

La gente está harta, hay una situación cada vez mayor de crispación provocada por un sentimiento de injusticia. Si crece la economía, los beneficios empresariales, los sueldos de los directivos de las empresas… ¿por qué no se reparte la riqueza entre el resto de la población?

Hace ahora cincuenta años, millones de obreros y estudiantes no dudaron en salir a la calle y enfrentarse a lo que creían injusto. Con la protesta y la movilización consiguieron avances significativos. Ahora, estamos demostrando que la movilización vuelve a ser el instrumento para provocar el reparto de la riqueza, la igualdad, los avances sociales. Lo hemos hecho este inicio de 2018 y lo haremos en los próximos meses. Con el espíritu del Mayo del 68, UGT va a seguir luchando por los estudiantes, trabajadores y trabajadoras, pensionistas, desempleados…por las personas.