Andrea D'Atri: "La conquista progresiva de los derechos no elimina la opresión de las mujeres ”
Para esta revolucionaria, el feminismo es una lucha ideológica, política y social que va más allá de la mera lucha...
Para esta revolucionaria, el feminismo es una lucha ideológica, política y social que va más allá de la mera lucha de clases, y afirma que el desarrollo de las democracias capitalistas no es suficiente para eliminar la discriminación que viven las mujeres. Entiende que para derrotar al patriarcado es necesario liquidar el sistema capitalista y advierte del peligro de rebajar o postergar la radicalidad de las demandas y optar por la moderación ante la fortaleza del enemigo.
¿Asistimos realmente a un resurgir del feminismo?
Creo que sí hay un resurgimiento del feminismo y que se produce porque, a pesar de los derechos conquistados a lo largo del último siglo, sigue existiendo una profunda contradicción entre los derechos adquiridos y la desigualdad ante la vida, la persistencia de la violencia contra las mujeres, de la explotación de las mujeres en el sistema capitalista…
Que en pleno siglo XXI sigan muriendo mujeres por abortos clandestinos en algunos lugares es una cosa verdaderamente tremenda. Hay una nueva generación que ve que, por más que se hayan conquistado derechos, la desigualdad ante la vida persiste y tiene fácil solución.
¿Está sirviendo el feminismo para que estas nuevas generaciones se acerquen a conceptos como la lucha de clases?
Creo que esto es uno de los elementos novedosos que tiene esta generación. Durante las últimas décadas, sobre todo en los países más desarrollados, más bien no había feminismo. Había una generación que decía “¿para qué movilizarse, si total yo ya puedo hacerlo todo? Ya tengo los mismos derechos, no me discriminan en el trabajo…”.
Lo nuevo es que, a partir de la crisis del capitalismo que empieza en el 2008 y que afecta de manera desproporcionada a las mujeres, lo que estamos viendo es una emergencia de movimientos políticos de derechas, gobiernos bonapartistas (como Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos…), pero no vemos grandes fenómenos de lucha de clases. En un sentido creo que la emergencia del feminismo, tanto en Argentina como en otros países como Brasil o España, quizás esté anticipando una etapa de luchas sociales.
Es una nueva generación muy joven que está despertando también el interés de la generación de sus madres y padres. Creo que de alguna manera está anticipando una nueva situación en la escena internacional, donde hoy por hoy la lucha de clases no es lo que predomina. Yo quisiera ver la emergencia de este feminismo como un síntoma, un anticipo, un símbolo de algo nuevo que está emergiendo.
¿Es el feminismo una lucha ideológica?
Es una lucha ideológica, una lucha política y una lucha social. Es mucho más amplio que pensar en la cuestión de las clases porque las mujeres son oprimidas en los distintos sectores sociales, en las distintas clases a las que pertenecen. Pero sí me parece que lo que está en juego en esta nueva oleada del feminismo es que el desarrollo de las democracias capitalistas no es suficiente para eliminar las diferencias y la discriminación que viven las mujeres. Con las democracias capitalistas ya hemos probado todas estas décadas y sigue persistiendo esta desigualdad profunda. Por lo tanto, hay algo que va más allá que conseguir derechos en los Parlamentos.
¿Qué habría que hacer ante esto?
Movilizarse. Es muy llamativo que el movimiento actual de mujeres retome la idea de huelga, que es una idea de movimiento obrero. No es algo de la tradición feminista. Las mujeres retoman una medida que pertenece a la tradición de la lucha de clases, del movimiento obrero, para impulsar sus demandas. Hay elementos que son nuevos y que tenemos que analizar, sobre todo quienes somos socialistas revolucionarias. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, tuvo mucho eco la candidatura de Sanders, que hablaba de socialismo.
Era verdaderamente algo muy novedoso que hubiera una generación entera de jóvenes que se entusiasmó con ese discurso. Más allá de que consideremos que lo de Sanders no es socialismo, porque es parte del establishment, la idea de que una nueva generación se entusiasme por participar políticamente a través de la idea del socialismo en Estados Unidos, donde el socialismo es prácticamente una mala palabra, expresa que estamos en una nueva época.
En las últimas elecciones legislativas en ese país emergieron algunas mujeres muy potentes como Alexandria Ocasio…
Efectivamente. El Partido Demócrata incorporó esto en sus candidaturas. Mujeres musulmanas, mujeres lesbianas, latinas, con un discurso muy radical… Y si incorpora estas candidaturas es porque entiende que están expresando algo que es necesario canalizar. Pero más allá de la intención del Partido Demócrata, son la expresión de una situación absolutamente nueva.
¿El avance de las mujeres es un proceso gradual y lineal?
No hay una evolución gradual siempre en un sentido progresivo. Uno puede avanzar en determinado periodo histórico y también puede retroceder. No es que las mujeres estemos cada vez mejor y con más derechos. Hay oleadas históricas en las que se han conseguido avances, tanto en la lucha de clases como en la lucha de las mujeres, y también periodos de reacción en los que las mujeres han perdido derechos ya adquiridos, como en la dictadura militar argentina o en el franquismo en España.
La etapa del 68 al 80 u 82 fue una época de gran radicalización social y política en distintos países del mundo, y un momento de emergencia del movimiento feminista, que cuestionó la vida cotidiana, la sexualidad, el cuerpo… luego vino un periodo posterior de neoliberalismo. Las mujeres han avanzado en derechos y conquistado libertades, pero de una manera muy contradictoria, porque al mismo tiempo millones de mujeres constituyen hoy la mayoría de personas que viven con menos de dos dólares por día, 500 mujeres mueren por día en el mundo como consecuencia del aborto clandestino, la pobreza, la miseria, el trabajo precario, la mayoría de las personas que sufren todo esto son mujeres.
En los países más avanzados o algunos países semicoloniales con cierta prosperidad como puede ser Argentina, en las grandes metrópolis las mujeres han conquistado derechos a costa de que a nivel de masas las mujeres estemos en una situación peor que en otras épocas. Esas contradicciones son las que ha traído consigo el neoliberalismo. Está desnudándose la idea de que estamos bárbaro con el capitalismo porque tenemos cada vez más derechos. Está quedando más al desnudo la idea de que la desigualdad ante la vida persiste, y persiste de una manera brutal para las mujeres, con los feminicidios, la violencia, la precarización...
¿No sirve entonces el ir ganando derechos de manera progresiva, derecho a derecho?
No es que no sirva. Pero sí se puede decir que la suma de derechos no elimina la opresión de las mujeres de manera profunda. ¿Es mejor tener derecho a votar que no tenerlo? Sí, por supuesto. ¿Es mejor tener que no tener derecho al aborto? Sí, por supuesto. Sin embargo, hay un núcleo de la opresión que el capitalismo no lo puede disolver. Uno es la explotación de las mujeres, como también de los hombres. Es explotación para ambos, pero para las mujeres es peor porque su trabajo está más precarizado.
Además, el trabajo de reproducción y cuidados sigue recayendo mayoritariamente en mujeres y niñas en todo el mundo. Eso no lo puede eliminar el capitalismo porque parte de su ganancia consiste en que la fuerza de trabajo es reproducida en los hogares de manera particular. Por eso creo que la lucha feminista tiene que apuntar a derrotar al sistema capitalista que es incapaz de eliminar el patriarcado. ¿Por qué? Porque su existencia radica en la reproducción gratuita hecha en los hogares a costa de las mujeres.
¿La solución podría venir por la asunción por parte del Estado de las labores de cuidado que hoy hacen las mujeres de forma gratuita?
Esa es una de nuestras exigencias. La socialización de estas tareas. Que el Estado garantice lavanderías, casas de comida… pero al mismo tiempo aspiramos a una sociedad en la que no sea necesario explotar a una mayoría. Si pusiésemos a toda la población mundial en una hilera, desde quienes tienen más riqueza a quienes tienen menos, en una punta tendrías a ocho personas que tendrían la misma riqueza que los 3.500 millones de personas que están en la otra punta. O sea que 3.500 millones de personas, que es la mitad de toda la humanidad, sobreviven con lo mismo que poseen los ocho primeros. Los ocho primeros son hombres. Y de los 3.500 millones más pobres, el 70% son mujeres.
Evidentemente, el capitalismo relaciona el problema de la explotación o de la lucha de clases con la cuestión de género. No puede hacerse una lectura ingenua de que entre las personas más ricas no haya mujeres y que el 70% de las más pobres lo sean. Por eso para liquidar el patriarcado es necesario liquidar el sistema capitalista en el que vivimos.