Opinión

La victoria como ejemplo: el caso del Toro de la Vega

Silvia BarqueroPresidenta de Pacma

9 de julio de 2019

En 2003 apenas nadie era consciente en España de que se estaba gestando una de las corrientes sociales más novedosas y activas de nuestros días, la que defiende a los animales. Sobre cómo hemos llegado a conseguir titulares en los medios o arrastrar a la opinión pública con nosotros, pero poner fin al icono del maltrato animal en nuestro país, es una historia de éxito que merece ser contada. Existía en aquellos momentos un movimiento que trataba de llamar la atención sobre la crueldad que ejercemos sobre los animales. Porque, aunque ya habíamos entrado en el siglo XXI, la realidad era que en decenas de pueblos y ciudades españolas aún pervivían como residuo de otro tiempo, festejos y espectáculos de todo tipo que se basaban en la crueldad y muerte de animales.

Hasta 2005, Tordesillas era un pueblo más de la provincia de Valladolid conocido porque Juana de Castilla estuvo recluida en él. Sin embargo dos años después, la localidad vallisoletana saltaba a los medios de comunicación cada mes de septiembre. Tordesillas se llenaba de cámaras, periodistas y autobuses que venían de muchas provincias españolas. ¿Qué había pasado en ese tiempo?

Pacma convocó por primera vez ese año una concentración en Tordesillas en contra del Torneo del Toro de la Vega. Varias decenas de activistas fueron recibidos con garrotes en alto, lanzamiento de huevos congelados y polvorones por parte de los locales que defendían la pervivencia de una tradición atroz. La Guardia Civil protegió a los activistas de la ira de los tordesillanos. De algún modo aquella imagen resultaba alegórica: la empatía y la razón rodeada de hombres que defienden la sangre, la violencia y la tradición garrote en mano.

De los 150 manifestantes que contaba el diario El País aquel 12 de septiembre de 2005, rápidamente pasamos a ser más de 800 personas en la vega de Tordesillas. La idea que movilizó y contagió a cada vez más gente era la injusticia que se cometía en ese pueblo. Nunca debió tolerarse alancear hasta la muerte a un animal después de hostigarlo, perseguirlo y acorralarlo. Las imágenes que cada año conseguíamos del atroz festejo consiguieron que España abriera los ojos y se posicionara claramente en contra.

En 2011 decidimos llevar la protesta fuera de Tordesillas, alejarnos del enfrentamiento con los taurinos y reclamar un posicionamiento a quienes realmente tienen la capacidad de detener de una vez por todas la tortura y el asesinato en la vega de Tordesillas. Sin abandonar la protesta en la calle, abrimos una nueva línea de actuación. Llevábamos varios años sufriendo la violencia y las agresiones de los taurinos en Tordesillas, mientras, los responsables políticos estatales, autonómicos y locales permanecían voluntariamente distantes del conflicto.

Pacma presentó 71.000 firmas por la abolición del Toro de la Vega, promovió una proposición no de ley ante el Congreso de los Diputados, convocó a decenas de miles de personas con la campaña Rompe una Lanza... e inició así, de manera paralela, una serie de acciones legales en contra de la celebración del Torneo. También denunciamos al Ayuntamiento de Tordesillas por irregularidades en la celebración de dicho torneo, nos querellamos contra el delegado de la Junta de Castilla y León e iniciamos un procedimiento contencioso-administrativo.

Ya en 2015, diez años después de la primera acción contra el Torneo de Tordesillas, convocamos a más de 50.000 personas en la Puerta del Sol de Madrid. Decenas de intelectuales, periodistas, artistas y personas notables de todos los ámbitos se pronunciaron en contra de la barbarie que suponía el Toro de la Vega. Llegados a este punto, el clamor de toda la sociedad española es imparable. Nuestra campaña adquirió una dimensión política. Los representantes de los principales partidos políticos se posicionaron en contra, y sin embargo, ellos que tienen la potestad para detenerlo, no lo hacían.

En mayo de 2016 saltó la noticia que todo el mundo esperaba: en el Torneo del Toro de la Vega el animal no podría volver a ser alanceado en el campo. Un decreto de la Junta de Castilla y León así lo determinaba. Esto, en la práctica, suponía el fin del festejo tal y como se venía llevando a cabo. Las acciones judiciales de Pacma así como la presión política ejercida durante más de un año, manteniendo reuniones con diferentes representantes políticos y de la administración, habían dado sus frutos. El Tribunal Supremo daría carpetazo definitivo al Torneo en marzo de 2019 al inadmitir el recurso del Ayuntamiento de Tordesillas. El Toro de la Vega era, por fin, historia. Una pequeña victoria que nos dará aliento para seguir adelante. Esta es tan solo la primera página de la historia del fin de la tauromaquia en todas sus formas.