Arritmias cardiacas: una enfermedad responsable de más del 16% de los ingresos hospitalarios
Las arritmias cardiacas constituyen un importante y extendido problema sociosanitario. Es uno de los primeros motivos de consulta al cardiólogo y según datos de la Sociedad Española de Cardiología constituyen la causa de más del 16 % de los ingresos hospitalarios, afectando a más del 1 % de la población general. Este porcentaje se incrementa progresivamente con la edad, que es el principal factor de riesgo para presentar arritmias, aunque no el único.
Una arritmia es un trastorno de la frecuencia cardiaca (pulso) o del ritmo cardiaco. El corazón puede latir demasiado rápido, en cuyo caso se denomina taquicardia; demasiado lento (bradicardia), o de manera irregular. La arritmia puede ser pasajera y no causar daño, ser una señal de otros problemas cardiacos o representar un peligro inmediato para su salud.
La frecuencia cardiaca está controlada por impulsos eléctricos generados en una zona del propio corazón que funciona como una especie de marcapasos natural. Esos impulsos recorren el corazón por varias rutas eléctricas, provocando la contracción ordenada y coordinada de las distintas partes que lo componen. La clave de las arritmias está por tanto en ese cableado eléctrico del corazón, que puede presentar señales anómalas, bloquearlas, demorarlas o transmitirlas por rutas distintas.
Los síntomas más habituales de las arritmias son palpitaciones, síncopes o desmayos, mareos o vértigos, dolor de pecho, dificultad para respirar, palidez y sudoración.
La fibrilación auricular (FA) es con diferencia la arritmia sostenida más frecuente. Su incidencia tiene una relación directa con la edad, estimándose que llega a afectar al 10 % de los mayores de 80 años. Diversas proyecciones indican que la prevalencia de la FA se duplicará en los próximos 50 años. La FA puede traer consecuencias importantes: puede generar trombos en el corazón causantes de embolias, puede causar insuficiencia cardiaca y puede provocar síntomas que empeoren la calidad de vida de los pacientes. Así, su tratamiento es una prioridad en la cardiología actual.
Un mapa eléctrico del corazón en 3D
La combinación de navegadores cardiacos con el examen electrofisiológico del corazón constituye uno de los mayores avances recientes en el diagnóstico de las arritmias. Se trata de un sistema que utiliza una base similar a la del GPS de nuestro coche, pero en 3 dimensiones.
Para la realización de esta prueba diagnóstica, con la que contamos en nuestra unidad del corazón, se introduce por la vena femoral hasta el corazón un catéter integrado con un sensor capaz de registrar la información eléctrica de esa posición y sus coordenadas de localización, además de la fuerza de contacto con las paredes cardiacas. El sistema reconstruye en tiempo real un mapa eléctrico y anatómico en 3D de la cámara cardíaca, con información electrofisiológica relevante.
Gracias a ella, podemos observar en cada momento y con exactitud milimétrica en qué parte del corazón nos encontramos y qué actividad eléctrica existe en cada área del corazón, todo ello sobre una imagen digital en tres dimensiones. De esta forma se puede confirmar o descartar si existe un problema con los impulsos eléctricos, de qué tipo, dónde y con qué frecuencia se produce.
La principal ventaja de los navegadores cardiacos asociados al estudio electrofisiológico es que añaden precisión y rapidez al diagnóstico. A ello se le añade un adecuado umbral de seguridad dado que minimizan el uso de rayos X y, por lo tanto, disminuyen enormemente el nivel de radiación que soporta tanto el paciente como los profesionales que intervienen.
Este sofisticado GPS cardiaco es especialmente útil para el tratamiento de arritmias complejas tales como la mencionada fibrilación auricular o la taquicardia ventricular. Estos avances tecnológicos solo tienen sentido cuando los profesionales que los aplican son cualificados. Para tratar una patología tan compleja como las arritmias cardiacas, nuestro centro posee la mejor tecnología en las mejores manos.