La anorexia nerviosa no es una enfermedad moderna

Dra. Carmen Ponce de LeónEquipo de Trastornos de la Alimentación del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid

Todos hemos leído alguna vez que la anorexia nerviosa es una enfermedad característica de nuestra sociedad y de nuestro tiempo. Leemos, escuchamos y creemos que la anorexia es un problema mental relacionado con la moda de los cuerpos delgados, que se extiende sobre todo entre las mujeres jóvenes porque experimentan más que nadie la necesidad de ser físicamente aceptadas y están más expuestas a los modelos estéticos que difunde la publicidad. Existe una hipótesis que pretende explicar tanto el origen como la esencia de esta patología: que las pacientes anoréxicas se ven gordas a pesar de estar muy delgadas.Es una simplificación tan divulgada que subyace a casi cualquier alusión que se hace a este problema. Da igual que estemos en una conversación informal, que veamos películas o reportajes, que consultemos la Wikipedia... Casi siempre nos surgirá la foto de una mujer adolescente y flaca que se mira y observa una imagen que sólo ve ella y sólo su espejo refleja.

Las razones por las que esta simplificación se ha vuelto "viral" son claras:

  1. Es tranquilizadora, porque permite reducir la anorexia -una de las patologías mentales más misteriosas- a una trivialidad. Es una viñeta en la que el trastorno se parece a una preocupación que todo el mundo ha tenido alguna vez: el miedo a engordar.
  2. Representa el problema de forma tan visual y simplista que nos hace sentir capacitados para opinar, en la misma medida en que nos aleja de la comprensión. Hablaremos tranquilamente sobre las desviaciones de la mente humana, y a la vez nos sentiremos lejos de lo que les ocurre a los enfermos.

Los trastornos de conducta alimentaria, mientras tanto, siguen desafiando nuestra comprensión. Si algo sabemos es que la anorexia nerviosa no es una enfermedad moderna: así lo atestiguan en Europa las biografías de mujeres católicas que vivieron hace siglos (y fueron canonizadas, como Catalina de Siena), o las crónicas de la inquisición en las que se refleja la ejecución de ciertas jóvenes, consideradas brujas por su rechazo a alimentarse y por su extrema delgadez.

Pero más allá de este apunte histórico, debemos mirar al presente ante un problema real. Se calcula que cada 18 meses más de un 4 por ciento de adolescentes españolas inician conductas anoréxicas o bulímicas, y por eso es importante diagnosticar precozmente este problema para poder corregir la malnutrición asociada y los trastornos psíquicos que puedan haberse originado.

En primer lugar se intenta conseguir un rápido aumento de peso y la recuperación de los hábitos alimenticios, ya que pueden implicar un mayor riesgo de muerte. Pero una recuperación total del peso corporal no es sinónimo de curación. Para ello también es clave el tratamiento psicológico, que intenta reestructurar las ideas racionales, eliminar la percepción errónea del cuerpo, mejorar la autoestima, y desarrollar las habilidades sociales y comunicativas entre el enfermo y su entorno. En todo este trabajo el abordaje multidisciplinar desde el punto de vista sanitario será clave, y asimismo la familia debe tomar parte de manera activa en el tratamiento porque, en ocasiones, el factor desencadenante de la enfermedad se encuentra en su seno y, además, la recuperación se prolonga inevitablemente en el hogar.