¿Sabes qué es lo que más te hace engordar?

Dr. Vicente CamposEndocrinólogo de la Unidad de Obesidad del Hospital Quirónsalud Valencia

Seis de cada 10 personas no está conforme con su peso, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y es que a nadie le gusta engordar, salvo si es una persona de constitución muy delgada, o si así lo precisa para su salud y hay una enfermedad de por medio.

Muchas personas se escudan en que engordan porque sus madres lo han hecho después de sus embarazos, por ejemplo, porque sus familiares tienen una constitución fuerte, y ya no pueden deshacerse de esos kilos de más por la genética que han heredado. Pero no hay que aferrarse a ello, es una idea errónea.

Mal que nos pese, la Ciencia ha demostrado que ‘pesa más’ (nunca mejor dicho) la existencia de factores ambientales donde se favorece la ingesta de balances calóricos altos, que la herencia genética de cada uno. Es decir, aquellas personas que comen más calorías de las que deben engordarán más de la cuenta, y no por que se dispone de esa tendencia a engordar venida de su familia.

Eso sí, hay que aclarar que sí existen síndromes genéticos claramente asociados a un determinado tipo de obesidad muy concreto, pero la mayor parte de los pacientes obesos están influidos por varios genes, es lo que denominamos ‘poligénica’.

Por eso, aunque los pacientes con padres obesos presentan un mayor riesgo de ser obesos, insisto en que la genética no es el factor determinante de la obesidad en la inmensa mayoría de casos. La mayor parte de los pacientes obesos presenta la interacción de múltiples genes o la ‘poligenica’ antes citada que, unidos a factores ambientales, determinan su facilidad para ganar peso.

Además, hay que destacar que dentro de estos factores ambientales que más influyen a la hora de que una persona gane peso de forma más fácil, el nivel socioeconómico del paciente es el ‘rey’ de la lista, o al menos hasta hace unos años.

En la actualidad ya no se produce este patrón de antaño, donde quienes más poder socieconómico tenían eran quienes presentaban mayores casos de sobrealimentación. Ahora sucede todo lo contrario: Acceder a comida hipercalórica, a productos con azúcares refinados, a la fast food, es mucho más económico que realizar una dieta mediterránea con frutas, aceite de oliva, verduras y legumbres. Por este motivo la prevalencia de la obesidad, especialmente de la obesidad mórbida, se ha trasladado a los estratos económicos más deprimidos, sobre todo en mujeres.

Ligado a esto, la forma en la que comemos influye a la hora de engordar y, si la persona tiene ansiedad, depresión, está estresada o por el contrario aburrida, previsiblemente comerá más cantidad, de forma más desordenada, y además productos de peor calidad nutricional, según advierte la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad.

La falta de sueño sería otro factor que influye a la hora de presentar sobrepeso. Según la SEEDO, el no gozar de una buena calidad de sueño o dormir menos de lo que necesitamos influye a la hora de ganar kilos porque al dormir se segregan las hormonas que controlan el apetito, a la vez que los trastornos del sueño pueden provocar alteraciones hormonales y favorecen la aparición de otros problemas de salud, como la diabetes tipo 2.

Por supuesto, la falta de ejercicio regular también favorece ese ambiente obesogénico en la persona, y puede hacer que engordemos aunque no queramos, ya que estamos comiendo de más cosas que no debemos y ‘no las quemamos’.

EL PAPEL DE LA MICROBIOTA

También influye en la obesidad la microbiota intestinal de cada persona. Ésta está compuesta por los millares de microorganismos que habitan en el intestino de cada persona. Así, el tipo y la cantidad de bacterias que viven en nuestro intestino está muy influido por el tipo de alimentación que realicemos, por lo que seguir una dieta saludable puede ayudar a cambiar esta composición y a eliminar la predisposición a la obesidad.

Cada ‘comunidad de bichitos’ es diferente según la persona, y esta composición determina, por ejemplo, que se absorba de mejor o menor manera la energía procedente de los alimentos, o que algunos de los elementos que producen estas bacterias pasen a la sangre, dando lugar a una mayor resistencia a la insulina y a la aparición de diabetes, cuando si el estilo de vida y la dieta de la persona fueran más saludables no lo facilitarían.

Curiosamente, en 2015 la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), en colaboración con XLS Medical, concluyó que podemos engordar una media de 4,5 kilos desde que nos enamoramos hasta que la relación se consolida. Un dato curioso cuanto menos.

CÓMO PONERLE SOLUCIÓN

Aunque nuestros genes y otros factores puedan influir en la predisposición a la obesidad, los aspectos más determinantes son los hábitos alimenticios y el ejercicio físico. Estos motivos hacen imprescindible un abordaje multidisciplinar y personalizado de estos pacientes para poder dar solución a su problema.

Desde la SEEDO remarcan en este sentido que la dieta y el ejercicio físico son la estrategia más conocida para adelgazar y mantenernos en el peso adecuado, si bien es necesario revisar nuestro estilo de vida al completo: Descansar adecuadamente y dormir bien, no tener un sueño de mala calidad, huir de la mala dieta, el pasar muchas horas sentados tampoco nos conviene, evitar la falta de ejercicio en consecuencia, o trabajar por reducir los niveles de ansiedad, por ejemplo.