Síndrome del intestino irritable, cuando ir al baño es un problema

Dr. José Wálter HuamánEspecialista del Aparato Digestivo del Hospital Universitari General de Catalunya

El síndrome de intestino irritable (SII) es el trastorno gastrointestinal que más se diagnostica, y la segunda causa de absentismo laboral tras el resfriado común, según datos de la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD). Entre el 10-20% de la población experimentan sus síntomas a lo largo de su vida, aunque sólo un 15% de los afectados lo consultan con el médico. Además, es más frecuente en mujeres que hombres y se observa una disminución progresiva según se incrementa la edad de la población estudiada.

Este síndrome tiene una gran repercusión sobre las actividades personales y sociales de los pacientes, empeora su calidad y reduce la productividad laboral, en comparación con la población general.

Así, la naturaleza crónica del síndrome y el reto que supone controlar sus síntomas puede ser frustrante tanto para los pacientes como para los médicos. Sin embargo, disponemos de tratamientos y de terapias que les pueden ayudar. El Colegio Americano de Gastroenterología subraya en este sentido que es un trastorno médico “real y tratable, que no pone en peligro la vida”, y no dará lugar a otras enfermedades graves. “Su tracto gastrointestinal puede funcionar de forma diferente, moverse más lentamente (o más rápido) que el promedio”, añade.

En concreto, el SII se caracteriza por un dolor abdominal recurrente, asociado a alteraciones en el ritmo deposicional en forma de estreñimiento, de diarrea, o bien de ambos. A su vez, es habitual estas personas presentan hinchazón y la distensión abdominal.

Contrariamente a la creencia popular, el Colegio Americano de Gastroenterología matiza que el SII no es un trastorno psicosomático, es decir, el estrés y la ansiedad no lo causan, sino que la investigación sugiere que se trata de una disfunción ocasionada por cambios en los nervios y músculos que controlan la sensibilidad y la motilidad del intestino.

Actualmente, para diagnosticar la enfermedad, los criterios diagnósticos vigentes son los de ‘ROMA IV’. Así, se considera que una persona padece SII si presenta dolor abdominal recidivante, que ha de estar presente al menos un día a la semana, y con dos o más de las siguientes características: asociado a la defecación, relacionado con cambios en la frecuencia de las deposiciones, así como en su consistencia. Además, deben haber comenzado un mínimo de 6 meses antes del diagnóstico.

Dentro del SII hay subtipos, de acuerdo con la consistencia de las deposiciones evaluadas, según la escala de Bristol que clasifica la consistencia de las heces en base a su forma entre 1 (heces caprinas) y 7 (heces líquidas). De esta forma tenemos: síndrome de intestino irritable predominio estreñimiento, síndrome de intestino irritable predominio diarrea, predominio mixto o no clasificable.

Además, hay que tener en cuenta que muchos factores juegan un papel importante para la generación de los síntomas del SII, pero algunos pueden ser más predominantes en ciertos individuos que en otros.

Evidencias en los últimos años también han demostrado la existencia de alteraciones en la microbiota intestinal en pacientes con SII, de forma que los pacientes con intestino irritable presentarían menor diversidad de especies, con mayor abundancia de enterotipos proinflamatorios comparados con la población sana.

EL OBJETIVO DEL TRATAMIENTO: LOGRAR VIVIR CON ELLO

Dado que el SII puede perturbar la vida diaria de los pacientes haciendo que falten a la escuela o al trabajo, reduciendo las interacciones y actividades sociales, haciendo que se salten comidas o hagan otros cambios a su dieta y nutrición, según advierte el Colegio Americano de Gastroenterología, el objetivo de su tratamiento está enfocado en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.

En general, los signos y síntomas leves pueden controlarse manejando el estrés, así como realizando cambios en la dieta y en el estilo de vida: hacer ejercicio regularmente, beber mucho líquido, dormir las horas adecuadas, evitar alimentos que generen muchos gases como bebidas alcohólicas y carbonatadas, así como la cafeína, frutas crudas o ciertos vegetales como el repollo, el brócoli y la coliflor. Eso sí, la fibra soluble ha demostrado ser beneficiosa, pero puede incrementar el dolor abdominal, así como la distensión y el meteorismo en quienes lo padecen.

Además, cuando los síntomas son más severos, y predomina el estreñimiento, pueden ser de utilidad los suplementos de fibra como el plántago o los laxantes osmóticos a base de magnesio o de polietilenglicol. En cambio, si predomina la diarrea, la loperamida o quelantes de ácidos biliares pueden ayudar. Para el control del dolor abdominal se puede usar anticolinérgicos y neuromoduladores. Eso sí, hay que tener en cuenta siempre que todas estas medidas deben llevarse a cabo siempre bajo prescripción médica.

Por otro lado, lo que se conoce como dieta baja en FODMAP (Fermentable Oligosacáridos Disacáridos Monosacáridos y Polioles) puede ser útil en algunos pacientes con SII. Se trata de una dieta basada en la restricción de una serie de carbohidratos de cadena corta que son mal absorbidos en el intestino delgado y pueden producir por su actividad osmótica y por la fermentación de las bacterias intestinales, exceso de producción de gas, síntomas como diarrea, distensión, dolor abdominal y meteorismo.

Actualmente hay numerosos estudios que han demostrado su eficacia a corto plazo. Sin embargo, junto con el impacto clínico beneficioso, también se ha demostrado que esta dieta puede alterar la microbiota intestinal. Además, al tratarse de una dieta muy restrictiva, esta debe ser contralada por un experto en nutrición. Por lo que actualmente, a falta de estudios que evalúen estos potenciales efectos perjudiciales a largo plazo, no se puede recomendar la dieta baja en FODMAP a todos los pacientes.

Los prebióticos y probióticos no se pueden considerar como primera línea de tratamiento de forma sistemática a todos los pacientes ya que, aunque algunos producen una mejoría significativa sobre la percepción global de los síntomas, la gran heterogeneidad en su composición hace que no siempre se puedan recomendar.

Si tiene estreñimiento o diarrea recurrentes, que estén asociados con malestar abdominal o distensión, puede tener un trastorno médico real y tratable, llamado síndrome del intestino irritable, y debe ver su médico o a un especialista gastrointestinal para que evalúen sus síntomas.