¿Tu hijo anda de puntillas? Descubre por qué debemos consultar con un experto

Dra. Beatriz TorcidaPodóloga del Hospital Quirónsalud Tenerife

La mayor parte de los niños comienza a caminar en torno al año, apoyando el talón a los 18 meses. Por regla general, en las primeras etapas de la marcha los niños suelen poner los pies en diferentes posiciones para caminar, incluyendo los pies de puntillas, que para muchos padres puede resultar gracioso. No obstante, en algunos casos puede suponer un problema.

Según precisa la Asociación Española de Pediatría de Atención Extrahospitalaria (AEPAP), se denomina ‘deambulación en puntillas’ al niño que camina sobre las puntas de los pies sin contacto entre los talones y el suelo. Se trata de una actitud frecuente, sobre todo en los primeros meses del aprendizaje de la marcha o en los seis meses después del inicio de la marcha.

De hecho, precisa que entre el 7 y el 24% de la población infantil se presenta la marcha de puntillas sin asociación con problemas neurológicos, sobre todo en varones (68%), porque lo que realmente hacen es adoptar un patrón de marcha normal con el crecimiento.

Es más, la mayor parte de los niños que caminan sin apoyar el talón deja de hacerlo entre los 2 y los 3 años, aunque algunos persisten en este hábito, bien por un problema neurológico o por alteraciones físicas, como un acortamiento del tendón de Aquiles, según la AEPAP la causa más frecuente de que los niños anden de puntillas.

Parece que tiene un componente hereditario con antecedentes en algún familiar de hasta un 32-34%, según precisa la asociación científica, aunque se trata de niños sanos y con un desarrollo normal. Siempre se produce de modo simétrico en los dos pies y suelen exagerar cuando caminan descalzos de una habitación a otra o sobre ciertas superficies (baldosas de frío, hierba, etc.).

En estos casos, proponemos a los niños ejercicios adecuados articulados en forma de juegos que le permitan ir corrigiendo la postura para que apoyen toda la planta del pie y así prevenir daños futuros.

Pero también advierte de que se puede deber a otras causas, algunas de ellas graves, como problemas musculares (enfermedades congénitas como por ejemplo la enfermedad de Duchenne), patologías de la columna (siringomielia, etc.) o causas neurológicas (parálisis cerebral por lesión al nacimiento, autismo, lesión medular espinal, etc.).

Por eso, si este hábito se extiende más allá del primer-segundo año de vida, conviene consultarlo con un especialista en Podología en primer lugar, no sólo porque puede ser señal de un problema neurológico que habría que descartar; sino también porque, si no se aborda a tiempo, puede generar daños no sólo en los pies, sino también en la espalda, en la rodilla del bebé o incluso en su cadera.

Son muchos los niños que tienden a caminar de puntillas cuando empiezan a andar porque son más rápidos y ágiles al moverse de esta manera, pero también están sometidos a una mayor inestabilidad, y es que mantener el pie siempre en esta posición, que es similar a la que tenemos en el útero materno, provoca un acortamiento de toda la musculatura del tren posterior de la pierna.

Así, es fundamental la valoración de un podólogo, tanto a través de una exploración biomecánica, como del estudio de la marcha en estos casos ya que, tras este análisis, lo habitual es que el problema se resuelva con tratamiento ortopédico, así como con la realización de unos ejercicios que permitan fortalecer los músculos más débiles.

ACUDIR A UN PODÓLOGO SI TODO VA BIEN A LOS 3-4 AÑOS

En el caso de que todo vaya bien con la marcha de nuestro niño, y haya dejado de andar de puntillas a tiempo, en caso de que lo hiciera, no hay que desdeñar una revisión con un experto en Podología a los 3-4 años.

Lamentablemente muchas personas tienden a banalizar los problemas de los pies, sin saber que un correcto cuidado de estos puede prevenir muchos problemas de salud, como los pies planos, valgos, pronados, cavos, los dedos en garra o, incluso, lesiones de rodilla y de espalda.

Cuanto antes empecemos a tratarnos, menos tiempo de tratamiento tendremos que seguir y mucho más efectivo será. El diagnóstico precoz es esencial, pero también hacer un seguimiento de la evolución de la pisada de los niños, pues hasta que llegamos a la etapa adulta los pies van sufriendo cambios que pueden derivar en patologías.

Por ello, la visita al podólogo debe ser anual y lo ideal es que los niños acudan a la consulta a partir de los 3-4 años, que es cuando la musculatura ya está definida. No hay que tener, además, miedo al contagio de coronavirus por acudir a un centro sanitario, hoy estas instalaciones han diseñado circuitos libres del virus.

En el caso del Hospital Quirónsalud Tenerife, el centro cuenta con la certificación ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’, que acredita su cumplimiento de los estándares más eficientes de desinfección en esta pandemia.