La salud mental de los jóvenes, la otra gran damnificada por la pandemia de COVID-19

Dra. Rocio RosésResponsable del Hospital de Dia de Salut Mental Infantojuvenil del Sagrat Cor (Barcelona)

La mayor secuela de esta pandemia no va a ser solo física, también psíquica. Y es que el SARS-CoV-2 nos está golpeando fuerte con miles de fallecimientos y de secuelas post-COVID, pero también a nivel mental, y en especial a los jóvenes adolescentes. El estrés, el miedo y la incertidumbre que nos genera esta pandemia pueden desgastar a cualquiera, pero aún es más devastador en el caso de los niños y de los adolescentes.

De hecho, en el último año se han visto en consulta más autolesiones que nunca. Estas tienen una importante correlación con los trastornos de la conducta alimentaria, entre otros, en adolescentes, ahora también más frecuentes.

Si sienten un dolor o una frustración muy grande como consecuencia de las relaciones de pareja, por tener malas notas, problemas con los profesores, la separación de los padres, el acoso escolar, por no sentirse a gusto con su físico, se autolesionan para provocarse un dolor superior para que les calme el que sienten como si se tratase de un ansiolítico o de un sedante.

Para muchos jóvenes la autolesión representa una vía de escape que les funciona a nivel neurológico. Si están mal, focalizan la atención en el daño físico. La autolesión, con un componente impulsivo, además es adictiva.

Otro de los motivos por los que suelen autoagredirse es para obtener placer realizando algo que al principio produce sensaciones desagradables, pero al hacerlo con frecuencia acaban sintiendo placer. Un placer que ven incrementado al colgar la autolesión en las redes sociales o en los grupos de whatsapp y encontrar reconocimiento, sentirse valientes, crearse una identidad, por ejemplo. Si encima sus seguidores les jalean, esto les aumenta la autoestima y les motiva a continuar realizando este ritual.

¿La razón de estas autolesiones? La adolescencia es una etapa de la vida en la que las emociones acostumbran a estar a flor de piel, y los jóvenes en muchas ocasiones no saben gestionar las negativas. Esto en algunos casos les lleva a autoagredirse como vía de escape.

A todo esto habría que añadirle también el impacto que ha tenido sobre ellos el cambio de vida que han sufrido debido a las restricciones, al aislamiento social consecuencia de las medidas de protección frente al virus, al confinamiento, al duelo por la pérdida de seres queridos, a la pérdida de ingresos, a la incertidumbre, y al miedo; factores que al fin y al cabo también están generando o agravando los trastornos de salud mental a nivel general.

CÓMO SE LES PUEDE AYUDAR

De ahí que la pandemia de la COVID-19 haya aumentado la demanda de visitas en las consultas en los servicios de salud mental. Se han llenado las agendas de pacientes que tuvieron y tienen la posibilidad de hacer sus consultas tanto de forma presencial, como virtual, a través de llamada o de videoconferencia. No hay que olvidar que los centros sanitarios han diseñado hoy en día circuitos libres del virus, por lo que no hay que temer ante un posible contagio por coronavirus al acudir a las citas con el especialista.

Sin embargo, en el caso de los adolescentes, estos suelen preferir las vistas virtuales al estar presente en aquellos entornos en los que ellos se manejan asiduamente y es que, tener al psicólogo o al psiquiatra en el móvil facilita la relación con los pacientes.

En caso de que sea necesario acudir presencialmente, también hay que poner en valor que centros como el Hospital de Día de Salut Mental Infantojuvenil del Sagrat Cor, perteneciente al grupo Quirónsalud, cuenta con la certificación ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’, por la que se acredita su cumplimiento de los estándares más exigentes de desinfección en esta pandemia.

¿CÓMO SOSPECHAR QUE MI HIJO PUEDE TENER UN PROBLEMA?

Desde la Academia Americana de Pediatría apuntan a los siguientes signos:

  • Cambios en el estado de ánimo que no son comunes en su niño, tales como continua irritabilidad, sentimientos de desesperanza o furia, así como ira, o conflictos frecuentes con sus amigos y familia.
  • Cambios en el comportamiento, tales como alejarse de relaciones personales. Si es un joven extrovertido que muestra poco interés, por ejemplo, en enviar mensajes de texto o contactar a sus amigos por chats de video, puede ser motivo de preocupación.
  • Una pérdida de interés en las actividades que disfrutaba antes.
  • Tiene dificultades para dormir o permanecer dormido, o duerme a todas horas.
  • Cambios de peso o de patrones alimentarios, nunca tener hambre o comer todo el tiempo.
  • Problemas de memoria, de razonamiento, o concentración.
  • Menos interés en sus tareas escolares y una decaída en su esfuerzo académico.
  • Cambios en la apariencia, tales como falta de higiene básica sin razón.
  • Un incremento en comportamientos imprudentes, tales como el consumo de drogas o alcohol.
  • Pensamientos sobre la muerte o el suicidio.

Los profesionales del Hospital de Día lo primero que hacen es identificar con el paciente de qué situación necesitan escapar. Así, realizan un trabajo brutal tanto con el paciente, para ayudarle a contener y a validar la emoción, como con la familia y con los profesores.