Cuidado con un mal control del asma: principales mitos y realidades

Luis Manuel EntrenasJefe del servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba.

El asma afecta al 5% de la población adulta en España y al 12% de población infantil. En torno a dos millones de españoles padecen esta afección respiratoria, según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Es una enfermedad crónica, caracterizada por la inflamación y la estrechez de las vías aéreas, que desencadena una obstrucción bronquial. Se manifiesta por dificultad al respirar, por una sensación de falta de aire, por ruidos torácicos (pitos) y por tos.

Puede ocurrir de forma aislada y limitada a las vías aéreas, pero con mucha frecuencia se asocia a manifestaciones en otros órganos del aparato respiratorio como la nariz (rinitis, rinosinusitis) o bien pertenecientes a otros sistemas, como es el caso de la piel (a través de la dermatitis), y especialmente en aquellos pacientes que asocian procesos alérgicos o inflamatorios.

Hoy en día el asma no se puede curar, aunque sí tratar y controlar, para lo que es imprescindible que el paciente conozca y siga al pie de la letra los tratamientos, aparte de evitar los posibles desencadenantes del asma. Factores como el frío, el polvo, el tabaco, la contaminación, el polen o los productos de limpieza pueden, por ejemplo, desencadenar el asma.

Un 70% no tiene bien controlada la enfermedad

De controlarse puede llevarse una vida totalmente normal y de calidad. No obstante, según advierte la SEPAR, el 60-70% de afectados por asma no tienen bien controlada la enfermedad. Y es que el asma es fácilmente controlable con medicación, habitualmente administrada por vía inhalatoria, pero solo un 30% de los asmáticos la toma.

¿La causa principal? La falta de adhesión a la medicación. Se trata de una enfermedad crónica que requiere un tratamiento crónico, pero, en ocasiones, los pacientes se confían y abandonan el uso de estos medicamentos debido a la eficacia y a la potencia antiinflamatoria de los mismos.

El paciente no percibe la necesidad, pero pasados unos días, o incluso varias semanas, el proceso inflamatorio que estaba controlado se reactiva y surgen de nuevo los síntomas, por lo que es preciso el uso de la medicación de rescate con frecuencia.

De hecho, hay un porcentaje de pacientes con asma, alrededor del 5%, que desarrolla asma de más gravedad, con gran impacto en su calidad de vida, y con síntomas que afectan a las actividades diarias, como al sueño, conllevan requerimientos elevados de medicación y frecuentes crisis, que a veces, incluso, precisan de atención hospitalaria y de tratamiento con corticoides sistémicos.

Cómo prevenir las crisis

A la hora de prevenir estas crisis o exacerbaciones del asma es importante estar vigilantes para reducirlas, al tiempo que es necesario huir de esas creencias equivocadas que no benefician a los pacientes. Alrededor de esta enfermedad existen ideas falsas como que es una enfermedad de la infancia que se supera con la edad, que es infecciosa, que los asmáticos no deben hacer ejercicio o que solo se puede controlar con dosis altas de corticoides, entre otras creencias erróneas.

Hay que evitarlas, pues la realidad es que el asma puede aparecer a cualquier edad y no es una enfermedad infecciosa. Sí que es cierto que las infecciones respiratorias virales, como el resfriado y la gripe, pueden provocar ataques de asma. Además, cuando la enfermedad está bien controlada, las personas con asma pueden hacer ejercicio e incluso practicar deportes de alto nivel, y se puede controlar en la mayor parte de los casos con dosis bajas de corticoides inhalados.

Además, existen novedades en la medicación de los pacientes asmáticos graves, gracias a nuevos fármacos que bloquean las señales biológicas entre las células que causan la inflamación en el asma, consiguiendo así evitar los ataques, las hospitalizaciones y mejorando el control de la enfermedad. Actualmente, disponemos de cinco biológicos para diferentes perfiles de pacientes.

Covid-19 y asma: ¿hay que estar más vigilante?

En cuanto a la COVID-19 en asmáticos es importante continuar con la medicación que se esté tomando sin interrumpirla. Eso sí, no se ha visto que en los asmáticos esta infección tenga mayor gravedad. Incluso hay estudios que establecen que los glucocorticoides inhalados (base del tratamiento del asma) pueden tener cierto efecto protector contra la infección y, en caso de que se desarrolle, evitando su gravedad.

Asimismo, la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 puede actuar como un desencadenante de los síntomas de asma, ya que es un virus respiratorio y, como tal, es capaz de desencadenar síntomas.

Por otro lado, y ahora que estamos en primavera, hay que tener en cuenta que, al realizar mayor actividad en el exterior y aumentar la exposición a los alérgenos que hay en el aire, y con un menor uso de mascarilla en exteriores, esto puede producir un aumento de las crisis de asma, por lo que es importante mantener un buen control de la enfermedad y así prevenir las crisis.

Por ello, tal y como hemos visto, el desconocimiento del asma lleva a un mal control de la enfermedad. Es importante estar vigilantes para reducir y prevenir las crisis, y que los pacientes se familiaricen con los nuevos tratamientos. Hay que tener claro también que los mitos y conceptos erróneos relacionados con esta afección respiratoria llevan a un mal control de la misma.