Aprendiendo a dormir. El sueño nace y se hace

La mitad de los españoles duerme menos horas de las recomendadas, muchos refieren dormir mal y uno de cada tres...

Dra. Irene RubioCoordinadora de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Sur

Aprendiendo a dormir. El sueño nace y se haceLa mitad de los españoles duerme menos horas de las recomendadas, muchos refieren dormir mal y uno de cada tres que duerme mal toma pastillas para dormir. España, de hecho, es el país líder mundial en consumo de remedios para dormir, sobre todo benzodiazepinas. Y es que el dormir mal se ha convertido en un verdadero problema de salud pública. De hecho, es una cuestión que ha llegado hasta el Congreso, que ha aprobado una proposición no de ley para instar al Gobierno a tomar medidas contra los problemas de sueño y fomentar la formación de sanitarios para hacer frente a este problema.

Dormir mal de manera continuada supone un factor de riesgo para la aparición de enfermedades psicológicas, neurológicas, cardiovasculares y metabólicas. Su impacto en el día a día de la persona incluye cambios en el estado de ánimo, merma en la concentración, atención y rendimiento…

Un punto cardinal para mejorar los problemas de sueño es que la población en general también necesita información y formación, ya que muchos problemas para dormir los generamos nosotros mismos debido a nuestras costumbres sociales y unos malos hábitos que vamos adquiriendo sin darnos ni cuenta, incurriendo en prácticas que precisamente van en contra de un buen descanso. Hay que saber que cuidar de nuestro sueño está en gran medida en nuestras manos.

Tanto el uso de dispositivos electrónicos en horas que dificultaran nuestro sueño, la falta de ejercicio, dietas inapropiadas, consumo de alcohol o cafeína, el mal manejo del estrés, la disminución de horas de sueño para dedicarlas a otras cuestiones y un largo etcétera son hechos que dificultan claramente nuestro descanso y que está en nuestras manos regular y cambiar en nuestro beneficio.

Desgraciadamente en la población se admite como “normal” el tomar somníferos para dormir, un remedio rápido para poder afrontarlo, pero no exento de problemas serios a medio y largo plazo y del que muchas personas no son conocedoras. Y es que se trata de educar y enseñar a las personas cómo deben afrontar estos problemas de sueño sin echar mano a la primera de una pastilla para dormir, que su uso no está indicado en todos los casos y que su uso crónico e indiscriminado conlleva también unos riesgos para su salud.

Es cierto que tenemos en el mercado diversos fármacos para afrontar los problemas de sueño, pero su aplicación está enfocada para intervenciones en momentos concretos y limitada en el tiempo.

Muchos problemas surgen cuando se toman de manera continuada, perdiendo finalmente su efectividad y exponiendo a la persona a los efectos secundarios tan nocivos para la salud. El paciente, a la larga, estará “intoxicado” con la medicación, presentando un enganche físico a la misma y empeorado por el enganche psicológico. Aparecen síntomas diurnos como alteración de la memoria, fatiga, somnolencia, falta de concentración, así como dependencia, tolerancia y síntomas con la abstinencia. Otra cuestión añadida es que, en general, la prescripción de un hipnótico no siempre va acompañada de otras pautas de “higiene del sueño” que tienen una gran influencia en que nuestro sueño mejore. Por ello, se genera una creencia falsa en la población de que su solución está en una pastilla, e incluso se llega a ir cambiando a lo largo del tiempo el tipo de somnífero, cuando su sueño puede mejorar si le enseñamos cómo hacerlo. Con esto buscamos que sea la propia persona la que se implique en la mejora de su descanso.Ahora bien, el problema con el que nos encontramos en España es que no tenemos suficientes unidades especializadas de sueño y hay falta de información y formación en este campo de los médicos, tanto de Atención Primaria como del resto de especialidades médicas que puedan encontrarse con estos problemas en los pacientes que atienden. La falta de tiempo en las consultas, así como la falta de recursos alternativos para tratar a los pacientes en unidades específicas, hace que se acaben recetando estos medicamentos sin poder abordar el problema de manera acertada por especialistas en este campo.

De hecho, hay una alternativa a la toma de fármacos ampliamente estudiada que, a diferencia de las pastillas, tiene un efecto satisfactorio a largo plazo y sin efectos secundarios en casos de insomnio crónico. Todas las asociaciones médicas dedicadas al estudio y tratamiento del insomnio recomiendan la terapia cognitivo conductual para el insomnio (conocida con las siglas TCC). Esta técnica se centra en abordar los aspectos comportamentales y cognitivos referentes a nuestro problema de sueño. Pretende ajustar y cambiar pensamientos erróneos y creencias falsas acerca de lo que es el insomnio y ayuda igualmente a cambiar comportamientos erróneos y mal adaptativos que adquirimos al padecer insomnio por unos más funcionales.

Pero entonces...¿por qué la gente sigue tomando pastillas?

La pastilla supone una solución fácil de adquirir y de aplicación rápida. En cambio, la TCC supone seguir un tratamiento a lo largo de 6-8 semanas bajo la supervisión de un experto en este campo, lo que implica un esfuerzo e implicación del paciente. Se añade también el hecho de que son pocos los expertos formados en este campo, lo que limita la posibilidad de los pacientes de tener acceso al mismo. Por otro lado, el hecho de tener que cambiar hábitos nocivos por otros implica voluntad y esfuerzo que no siempre es fácil de realizar.

¿Qué sería deseable?

La población necesita una formación en sueño para entender cómo prevenir problemas en este campo y cómo contribuir a mantenerse saludable. Una labor divulgativa y campañas preventivas son altamente deseables para que cada persona pueda contribuir a mejorar su salud.

Realmente se trata de una “educación en sueño”. Esto implica informar y tratar con el paciente temas sobre el sueño que le van a permitir entender cómo funciona nuestro organismo frente al mismo, qué factores tiene que tener en cuenta para poder mejorarlo con su comportamiento y que le permita regular esta función tan crucial para nuestro bienestar.

Sería deseable, igualmente, incluir estos programas formativos en las escuelas, de tal forma que ya los jóvenes puedan aprender sobre esta cuestión que tanto influye en su salud y que pueden aprender a manejar desde sus etapas formativas, creando ya desde la infancia unos hábitos saludables para tener un buen descanso.