El diagnóstico precoz, fundamental frente al cáncer de mama

Dr. Antonio Brugarolas Masllorens Jefe de la Plataforma Oncológica del Hospital Quirónsalud Torrevieja

El diagnóstico precoz ha sido uno de los grandes avances para conseguir una mayor curación en nuestros pacientes. En el caso del cáncer de mama, que sufrirá una de cada ocho españolas a lo largo de su vida, el screening de cáncer de mama, a través de la mamografía, ha conseguido diagnosticar esta enfermedad en sus etapas más iniciales, consiguiendo con ello una mayor tasa de curaciones. Y es que no lo olvidemos: las mamografías salvan vidas.

El diagnóstico precoz, fundamental frente al cáncer de mama

A día de hoy, el cáncer de mama es el tumor más frecuente en la mujer, tanto en España como en el mundo, y a su vez es la cuarta causa de muerte por cáncer. Se trata de una enfermedad causada por mutaciones a nivel celular que alteran el control de la proliferación y muerte de las mismas. En España, se diagnostican unos 30.000 casos al año. Además, el 30% de los cánceres que se diagnostican en la mujer a lo largo de un año corresponden a cánceres de mama.

La prevalencia (casos totales) se está incrementando debido al aumento de incidencia y a la mejora del tratamiento, siendo actualmente el 36% de todos los cánceres. La mayoría de los casos se diagnostican entre los 35 y los 80 años, con un máximo entre los 45 y los 65. La mayor parte de los casos ocurre en mujeres de más de 50 años (alrededor del 70%), aunque hay un incremento de los casos en pacientes jóvenes. En el caso de los hombres es raro y supone en torno al 1% de los casos.

No obstante, hay que insistir en que gracias a los avances en el diagnóstico precoz, a las nuevas terapias individualizadas en los distintos tipos de cáncer de mama y a los continuos avances, la supervivencia de las pacientes ha ido aumentando progresivamente. De hecho, en la última década, la supervivencia a los 5 años de las pacientes con cáncer de mama ha pasado de un 75% a casi un 87%.

A su vez, el futuro en el tratamiento del cáncer de mama es muy prometedor, ya que con  los avances que están surgiendo en los últimos años se está consiguiendo que las pacientes vivan más y mejor, cada vez se individualice más el tratamiento, consiguiendo con ello que la enfermedad no progrese y que las pacientes tengan una buena calidad de vida. De hecho, estoy convencido de que en un futuro no muy lejano el cáncer de mama avanzado se convertirá en una enfermedad crónica, como puede ser la hipertensión arterial o la diabetes.

Tipos de cáncer de mama y cómo afecta a la paciente

Existen diferentes tipos de cáncer de mama y cada uno de ellos tiene un tratamiento individualizado. Podríamos agruparlos en tres grandes grupos:

  1. Receptores hormonales positivos y HER 2 negativo (Subtipo luminal)
  2. Receptores hormonales positivos, o negativos pero presentan la proteína HER 2 positiva (Subtipo HER 2)
  3. Receptores hormonales y la proteína HER 2 negativo (Subtipo triple negativo)

Sobre cómo afecta este cáncer a nivel físico, social y emocional, desde el local al avanzado, o metastásico, cuando se trata de la enfermedad local, es decir, si el tumor se encuentra en la mama y/o en la zona de la axila, lo que más preocupa a las pacientes es entender hasta qué punto les va a afectar la enfermedad, su pronóstico, y sobre todo si se van a curar.

Otros de los miedos que surgen son las dudas acerca del tratamiento y más concretamente en dos aspectos del mismo: si van a necesitar tratamiento de quimioterapia con los efectos secundarios que ello conlleva, y si van a poder conservar la mama. Desde el primer momento se le intenta trasladar a la paciente seguridad y tranquilidad, que las decisiones se toman desde un equipo multidisciplinar, y que se le va a proponer el tratamiento más efectivo y menos agresivo posible. Cuando se trata de la enfermedad metastásica a la paciente lo que más le importa es vivir el máximo tiempo posible, y con la mayor calidad de vida posible.

Con todo ello, la tecnología juega un papel muy importante en su detección temprana y, con los avances tecnológicos tenemos mamógrafos más sensibles con los que diagnosticamos el tumor en etapas más tempranas, así como aparatos de radioterapia que consiguen tratar en menor tiempo y con menos efectos secundarios; o bien técnicas, como el ganglio centinela, que permiten evitar en un gran número de pacientes el vaciamiento de su axila, disminuyendo así la incidencia de linfedema.

Otra práctica habitual en hospitales como el nuestro es el estudio del transcriptoma, que facilita información personalizada sobre aspectos relevantes para el tratamiento de los tumores como, por ejemplo, resistencia o sensibilidad a quimioterápicos u otro tipo de fármacos antitumorales, lo que nos permite diseñar estrategias terapéuticas específicas con diferentes grados de beneficio clínico para el paciente en hasta en el 70% de los casos estudiados. En el caso de los tumores mamarios, contribuye a disminuir significativamente la futilidad terapéutica y mejora la contribución del tratamiento al aumento de tiempo y calidad de vida de estas pacientes.

Los tres pilares más importantes en el tratamiento del cáncer de mama son la cirugía, la radioterapia y la oncología médica. Es muy importante estudiar cada caso de forma individualizada y darle un tratamiento a la carta. Estas decisiones se toman siempre dentro de los comités multidisciplinares, formados por especialistas que participan en cada uno de los aspectos relacionados con el cáncer, desde cirujanos, radioterapeutas, patólogos, radiólogos, nutricionistas, enfermeros, psicólogos y fisioterapeutas.

Factores de riesgo

A pesar de todo ello, debemos tener claro que en nuestro día a día podemos prevenir el cáncer de mama intentando evitar las causas que lo producen o actuando sobre ellas, en definitiva, intentando modificar los factores de riesgo. Eso sí, tener varios factores de riesgo no significa que se vaya a padecer una enfermedad; y no tenerlos tampoco significa que no se vaya a padecer. Concretamente, existen dos tipos de factores de riesgo:

  • Modificables: Está en nuestra mano actuar sobre ellos, como por ejemplo: perder peso, realizar ejercicio físico, evitar el sedentarismo, tener una dieta sana y equilibrada, y evitar el consumo de alcohol y de tabaco.
  • No modificables: No podemos actuar, como en el caso de aquellas mujeres que presentan alguna alteración genética que pueda tener mayor relación en padecer un cáncer de mama, como por ejemplo las mutaciones en los genes BRCA 1/BRCA2.

Así, las recomendaciones para una mujer sana de cara a reducir el impacto del cáncer de mama en su vida serían las siguientes: mantenerse en su peso ideal, no engordar; hacer ejercicio físico aeróbico frecuente; no beber alcohol y en su defecto cantidades muy moderadas; y a partir de los 45 años hacerse una mamografía anual.