Castilla-La Mancha, un destino tan cercano como único

Muchas veces nos perdemos programando grandes viajes a destinos lejanos que al final acaban decepcionándonos, y obviamos lugares cercanos que son verdaderos paraísos cargados de historia, patrimonio, naturaleza y una gastronomía excepcional.

Luis M. García

Para encontrar el mejor destino y pasar unas vacaciones inolvidables no hace falta ni complicarse la vida ni realizar grandes desembolsos. Nuestro país ofrece lugares de ensueño y Castilla-La Mancha es un claro ejemplo de ello. Su ubicación estratégica en la Península hace, además, que sea un destino cercano para todos los españoles, y lo que alberga, a veces tan desconocido, sorprende a propios y extraños.

Castilla-La Mancha es una comunidad repleta de historia, de patrimonio, de naturaleza, de encanto... Con una gastronomía excepcional y unos vinos conocidos en todo el mundo porque derrochan calidad a precios asequibles.

La región es conocida en todo el planeta sin ir máslejos gracias a Miguel de Cervantes y a su Don Quijote de la Mancha, con lugares como El Toboso como claras referencias.

Igualmente, ya desde muy antiguo este vasto enclave de nuestro país ha sido centro neurálgico de buena parte de la historia de España y así ha quedado reflejado en sus ciudades y pueblos. Romanos, visigodos, musulmanes, el esplendor cristiano y el imperio que dominó el mundo conocido durante siglos han convertido sus localidades en destinos singulares que se vuelven inolvidables tras visitarlos.

Foto de Cuenca

Pedazos de esa riqueza conocida de forma universal son las ciudades de Toledo y Cuenca, dos destinos que no deben faltar para todo viajero que se precie. La capital castellano-manchega, Toledo, es una de las ciudades más bellas del mundo, con un portentoso casco histórico que encierra más de dos mil años de historia y una riqueza artística incomparable. Alí se dieron cita culturas y religiones bien distintas que convivieron sin problemas y dejaron su legado.

Por su parte, Cuenca, asomada a las hoces del Júcar y el Huécar, colgada desde la pared que lasustenta, invita desde su percha a transitarla con calma, a degustarla y llevarse un recuerdo imborrable. Ambas son Patrimonio de la Humanidad, como lo son también el Parque Minero de Almadén y las pinturas rupestres del  Arco Mediterráneo. Toledo ofrece un excitante viaje a los secretos mejor guardados de las minas más antiguas del mundo, que comenzaron a ser explotadas durante la dominación romana.

Por su parte, las pinturas rupestres del Arco Mediterráneo están repletas de cuevas y abrigos en las serranías de las provincias de Cuenca, Albacete y Guadalajara. Las más recientes en unirse a este selecto grupo Patrimonio de la Humanidad han sido las cerámicas de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, una tradición asentada desde hace seis siglos y que mantiene activos todavía más de 40 talleres en las dos localidades toledanas. Las tamboradas de Tobarra, Hellín y Agramón, de otro lado, configuran un ambiente sonoro, festivo, fascinante y cargado de emoción.

Enclaves que hay que ver

En Castilla-La Mancha, el visitante se encuentra a cada paso con lugares llenos de emociones que salpican toda la geografía. Desde las sierras más agrestes hasta las planicies manchegas, el listado es espectacular, amplio y variado: Alcaraz, Letur, Riópar o Alcalá del Júcar, en Albacete; Sigüenza, en Guadalajara, que opta a estar pronto en el selecto grupo   de ciudades Patrimonio de la Humanidad; Atienza, Hita, Jadraque, Mondéjar, los pueblos de la Arquitectura Negra o Pastrana, todos ellos también en Guadalajara, cautivan por sus excelencias.

Segóbriga, Alarcón, Uclés, Belmonte o San Clemente, en Cuenca; Villanueva de los Infantes, Almagro o Tomelloso, en Ciudad Real; y Consuegra, Talavera de la Reina, Ocaña o Carranque, en Toledo, tampoco se quedan atrás.

Foto de Talavera de la Reina

Hay en la región, además, rincones dispersos, aislados, con esa magia especial de lo desconocido. Sitios que nunca defraudan y que encierran una delicada riqueza patrimonial, como la Iglesia de San Juan Bautista, en la localidad conquense de Alarcón, con sus espectaculares pinturas murales que le han otorgado el reconocimiento de la UNESCO.

También la Iglesia de Santa María de Melque, en San Martín de Montalbán (Toledo) es un auténtico tesoro de origen visigodo. La ermita de Santa Coloma, en Albendiego (Guadalajara) es una joya con su sobrio estilo románico. Mientras que la ermita de Nuestra Señora de Belén, en Liétor (Albacete) y sus exquisitas  pinturas del siglo XVIII se muestra asombrosa para todos, como el monumental Monasterio de Uclés, en Cuenca.

Viaje en el tiempo

Todos estos lugares suponen verdaderos viejes en el tiempo, que convierten las estancias en pequeñas aventuras históricas, como ocurre en el caso de los castillos y fortalezas ubicados en sobrecogedores parajes por todos los rincones de Castilla-La Mancha. Y si de patrimonio hablamos, no podemos obviar las historias fabulosas y sorprendentes   que nos transmiten las seculares piedras de los parques arqueológicos de la región: Segóbriga, una de las ciudades mejor conservadas de lo que fue la Hispania romana; Carranque, con una fabulosa colección de mosaicos romanos; Alarcos-Calatrava, entre cuyos muros todavía resuenan los ecos de la Reconquista; y Recópolis, un tesoro de la cultura visigoda.

Mención aparte merece el viaje por la Ruta del Quijote. Las aventuras narradas por Miguel de Cervantes en su obra son conocidas en todo el mundo y con ellas la comarca de La Mancha ha alcanzado fama universal. Blancos molinos, llanuras de horizontes infinitos, antiguas   ventas donde degustar la amplia gastronomia castellano-manchega,   pueblos encalados, viñedos sin fin y singulares humedales, ofrecen al visitante un variado y rico abanico de posibilidades para hacer de cada ruta una experiencia única.

Foto de Calatrava

La riqueza patrimonial y natural se descubre a cada paso en el Alcaná de Toledo, en las planicies y cielos azules recortados por los molinos de Consuegra, Mota del Cuervo o Campo de Criptana. También en los blancos muros de El Toboso, tierra de Dulcinea; en la Cueva de Montesinos de Ossa de Montiel, en las bellas Lagunas de Ruidera, en las ventas, como la de Puerto Lápice; en los Campos de Calatrava y Montiel; en las tierras próximas a Sierra Morena... Lo mejor para conocer a fondo   estos rincones es guardar en el equipaje un ejemplar de El Quijote, porque será la mejor guía para disfrutarde este recorrido literario-turístico por Castilla-La Mancha.

En cuanto a la gastronomía, que marida a la perfección con los vinos de la comunidad, Castilla-La Mancha es igualmnt única, con una oferta para todos los bolsillos, cercana, variada y de calidad en cada uno de los enclaves a visitar. Porque Castilla-La Mancha tampoco deja indiferente al apetito, como no podía ser de otra manera.