Un 'dreamteam' del perroflautismo con Hervé Falciani

Artículo de Stèphane M. Grueso

Stèphane M. GruesoColabora con la ONG Associated Whistleblowing Press, en la que es responsable de la coordinación de Filtrala.org

Año del señor de 2013. Reino de España. Ciudad y Villa de Madrid. Nos encontramos en pleno post- 15M. No estamos ya en las plazas (y flaquean las asambleas populares de los barrios) pero siguen las movilizaciones en las calles, grupos de gente haciendo de todo y las fuerzas no se han trasladado todavía de los barrios a los parlamentos y ayuntamientos, como pasaría a partir de las elecciones de 2015.

Por entonces yo me dedicaba a 'hacer cosas'. ¿Y qué significa eso de hacer cosas, se preguntará la lectora? Pues ni más ni menos que participar en la vida pública, o sea, a hacer política. Y hacerla de la forma que pudieras e igualmente con la intensidad y dedicación de las que fueras capaz. En mi caso, desde fuera de partidos políticos.

Yo vengo haciendo 'cosas' desde el mismo 16 de mayo de 2011. Y afortunadamente mucha otra gente también.

Un día me llega el mensaje de que, literalmente, "Falciani quiere hablar con el  15M".  Me  quedo de piedra. Sé quién es Hervé Falciani, sé lo que él tiene y todavía sin conocer los detalles, sé que anda amenazado y escondido.

Me pongo un poco nervioso y contacto con un amigo y compañero de andanzas, hacker y mejor persona (y futuro concejal del Ayuntamiento de Madrid, por cierto) y le cuento la movida. Se le iluminan los ojos y puedo leer con claridad en su mente —así como si  fuera  un  rótulo  luminoso de esos de puntitos de muchos colores que se van moviendo—: "Hostia, Falciani... el que tiene la lista de 100.000 defraudadores fiscales que operaban con el HSBC". En ese momento ya somos dos personas nerviosas. La democracia es lo que tiene, te pone nervioso.

Por entonces algunos medios ya habían publicado nombres e historias de los defraudadores y gracias a la colaboración de Falciani, las Agencias Tributarias de varios países andaban ya abriendo expedientes e investigaciones penales y recuperando fondos que nos habían sido hurtados a todas y todos.

Años después conoceríamos que ese elenco de presuntos defraudadores, de unos 2.500 españoles, incluía, oh sorpresa, una docena de Botines, incluyendo a Don Emilio y a su hija Ana Patricia, así como Don Jaime (exacto: ese señor al que pillaron intentando sacar un valioso cuadro de España en un yate sin declararlo), Manuel Lao Hernández (CEO de CIRSA, la multimillonaria empresa de juego), Eufemiano Fuentes (sí, el señor del doping) y un rosario de empresarios y personas más o menos desconocidas para el gran público.

Vuelvo a la historia: existía la posibilidad de encontrarse con Falciani. Nervios. Nos ponemos a ello. Primero intercambiamos una serie de mensajes seguros  y  alguna  videoconferencia con él y vamos hablando. Y llegado el momento decidimos vernos en persona.

El exempleado de Banco HSBC Hervé Falciani tras participar en las elecciones europeas en Barcelona el 25 de mayo de 2014.- AFP

En aquel momento Hervé estaba colaborando con la Agencia Tributaria y la Fiscalía española. Había pasado ya por varios países y residía por entonces en España. Nunca supimos dónde. Vivía en un piso franco del que nadie sabía su localización y estaba protegido por policías. Según nos relató, al colaborar con las autoridades y ser objetivo de mafiosos, empresarios corruptos y todo tipo de personas poderosas que aparecían en su documentación —y de los que alguno no dudaría en quitarlo de en medio—, Hervé disfrutaba de un régimen como de teórica libertad pero iba siempre acompañado de escoltas (policías) y a veces no le dejaban hacer cosas, encontrarse con gente o ir a sitios "por su seguridad". Por entonces no tenía todavía apariciones públicas.

Quedamos con él. Le enviamos nuestros nombres completos y números de DNI y nos citaron un día en una esquina en Madrid. Aparecieron un par de señores (policías de paisano), comprobaron nuestra identidad y nos invitaron a seguirles a un coche. Nos sentamos detrás y nos quedamos los dos muy calladitos. El coche partió. El plan para los encuentros era siempre el mismo: cita previa, DNIs, quedábamos con la Policía, nos montaban en un coche sin marcar, dábamos unas vueltas y acabamos llegando a un espacio público en alguna zona del extrarradio de Madrid. Una vez fue en la terraza de un bar en la mitad de un gran parque. Todo muy abierto. Y mientras nosotros departíamos con Hervé sentados en la terraza,  podíamos  ver en la lejanía cómo los señores policías daban vueltas, nos miraban discretamente y vigilaban. Pasábamos un par de horas de reunión y nos devolvían a Madrid mientras Falciani se iba con otros agentes.

Estuvimos durante un  tiempo  hablando  con él de sus conocimientos y experiencias, y de su obsesión por acabar con la corrupción. Nos contaba que sabía cómo hacerlo… Era tremendo. Estaba muy centrado en eso y la verdad es que consiguió contagiarnos un poco su entusiasmo.

¿Y qué creéis que sucedió?

Pues para seguir con el  proceso,  y  dado que nosotros no éramos más que un par de perroflautas rasos, decidimos organizar un grupo de expertos de la sociedad civil para luchar contra la corrupción y trabajar con él. Teníamos de todo en el grupo: juristas, economistas, expertos en open data y derecho de acceso, algún futuro ministro y otros futuros diputados, por cierto… Vamos, un dream team del perroflautismo. Dado el alto nivel de seguridad requerido no les pudimos contar de qué iba la cosa. De hecho no les contamos nada. La convocatoria quedó en un mero: "Hace falta que nos veamos. Hay que ser discretos, no se lo digas a nadie. Es en serio. El día X nos encontramos a las Y en este bar de Madrid".

Fuimos confirmando a los  integrantes  de  este grupo de Vengadores de Marvel, pero que en vez de superpoderes de esos de volar y rayos tenían más bien zapatos gastados, libretas y jerséis de cuello vuelto. Y eso sí, la mejor de las intenciones. Cuando los tuvimos a todos hablamos con Hervé y planteamos un encuentro. Enviamos los nombres y DNIs de todos los participantes.

Y todo bien. Falciani podía encontrarse con quien quisiera. Nos contaron que al ser tantos en ese caso nos citarían en un sitio en el mismo Madrid e iríamos andando al encuentro de Hervé en otro.

Pues ahí estamos los Avengers de Hacendado el día de autos. Llegamos todos al punto acordado más o menos a la hora. Y esperamos a que aparecieran los policías para guiarnos al encuentro. Esperamos, esperamos y… nada. No apareció nadie. Superhéroes pero españoles, nos fuimos a una terraza a tomar unas cervezas y decidir qué hacer. Intentamos contactar con Falciani pero no funcionaba.

Al rato conseguimos hablar con él y nos dijo que la Policía le había comunicado que había 'amenazas creíbles a su vida' y que no podía salir ese día.

Y como se dice en estos  tiempos,  no  tengo ninguna prueba pero tampoco ninguna duda de que alguien en Interior o Justicia o similar accedió a los nombres y vio el elenco que nos íbamos a reunir con él y, claro, no le pareció aquello muy sano por muy plena que sea la democracia esta en la que vivimos, y se encargó de que no se pudiera llevar a cabo el encuentro. A partir de ahí fue más complicado verle y al final lo dejamos pasar.

Ese mismo año me volví a encontrar con Falciani, esta vez desde mi discreta posición de cámara para una entrevista en vídeo en un medio de comunicación, y desde entonces he visto a Hervé en conferencias y en reuniones anticorrupción y el hombre sigue con lo mismo: su obsesión de monitorear el sistema financiero y luchar contra la corrupción.

Vivimos en una democracia, sí, pero al que se le ocurra hacer lo correcto, denunciar corrupción, exponer cloacas de poderosos (y tenemos entre otros los ejemplos de Ana Garrido Ramos o José Luis Peñas, denunciantes de la trama Gürtel), el sistema se va a encargar de castigarle. Vas a perder tu trabajo, te van a asegurar una completa muerte civil y puedes acabar hasta en la cárcel.

Es por ello importante reconocer la labor de gente como Hervé —y de él en particular— y reivindicar su trabajo. No sólo ha dado a conocer los datos de defraudadores, sino que lleva años intentando luchar contra la corrupción.  A  mí,  desde  luego, en nuestros encuentros me convenció. Hay que proteger y ayudar a esta  gente  que,  sencillamente, da un paso  adelante  y  se  atreve  a  hacer  lo correcto. Ojalá más personas como él.