Las amistades peligrosas del rey emérito

Esperanza Escribano Coautora de la primera entrevista a Corinna Larsen desde la salida de España de Juan Carlos I. Fue emitida en la BBC en un documental sobre el rey Juan Carlos

Si quien tiene un amigo, tiene un tesoro, quien cuenta entre los suyos al jefe de Estado de un país de la Unión Europea, se hace con la llave que abre las puertas de Potosí. Aunque claro, como los colonos que entraron a la ciudad del sur de Bolivia, conocida por su legendario yacimiento mineral, muchos de los que se acercaron al rey emérito no lo hacían con las mejores intenciones. Y en el camino a las minas de plata, hasta el líder puede flaquear y acabar por malograrse.

Después de trazar la trayectoria del rey emérito para un documental para la BBC, en el que pude entrevistar a Corinna, me quedé con ese sabor amargo. ¿Venía así de fábrica el rey Juan Carlos o lo desviaron sus amigos y conocidos?

El periodista José Antonio Zarzalejos, que ha cubierto temas de la Casa Real durante décadas, lo tenía claro: el rey, una vez vio resuelta y aposentada la democracia española, se relajó y cambió de rumbo para abrirle a multitud de empresas las puertas del mercado internacional: “Creo que en aquellos años lo que se veía era la proximidad del rey a la comunidad empresarial, pero quizás no interpretamos que esa finalmente no sería una buena compañía para el jefe del Estado”.

La otra posibilidad es que el rey haya sido siempre así, pero que no hubiera trascendido hasta ahora. La conversación que mantuvimos con Corinna puede ser esclarecedora para responder a este interrogante.

Corinna zu Sayn-Wittgenstein

Durante años, la vida privada del rey emérito pasó desapercibida o se ignoró deliberadamente. Hasta 2012, cuando entra en escena Corinna zu SaynWittgenstein, una consultora estratégica que había conocido al jefe del Estado en una cacería en febrero de 2004. Ella nos contó que en esa fiesta el rey tenía problemas con su arma: “Y yo sé bastante sobre eso, por lo que le podía explicar qué era lo que fallaba. Creo que quedó bastante sorprendido”. Ese fue el inicio de su relación.

En los siguientes meses hablaron por teléfono con bastante frecuencia, aunque la primera cita no fue hasta principios del verano. “Siempre nos reíamos mucho. Conectamos de inmediato en muchas cosas y teníamos muchos intereses en común: la política, la historia, la buena comida, los vinos…”, relató en nuestra entrevista. Ella vivía en Londres, donde acababa de emprender su negocio de consultoría y criaba a sus dos hijos como madre soltera, así que no tenía mucho tiempo libre. Aun así, se encontraban en Madrid en una casita de campo dentro del complejo de La Zarzuela y a veces viajaban juntos.

Ese primer año fue el más difícil para ambos, por la vida de ella, pero también por la apretada agenda del rey Juan Carlos. A pesar de eso, la llamaba hasta diez veces por día, según su versión, que nunca pude contrastar con la Casa Real porque se negó a concedernos una entrevista. Cuando la relación era ya “muy fuerte, profunda y significativa”, Corinna le preguntó cómo encajaría con su esposa, la reina Sofía. La respuesta fue que tenían vidas totalmente diferentes e independientes y le confesó que acababa de dejar a una mujer con la que estuvo 20 años. Esa mujer sería, supuestamente, Marta Gayá, conocida en los medios hasta entonces como “la amiga” del rey emérito.

La relación terminó en 2009, cuando la sociedad española aún no conocía con quién se estaba juntando su jefe de Estado. Pero antes de que rompieran, Corinna nos dio más detalles. Siempre según su versión, el rey Juan Carlos visitó a su padre para decirle que estaba muy enamorado de su hija y que pretendía casarse con ella, pero que no podía hacerlo enseguida. Ella nos dijo que siempre supo que algo así desestabilizaría la monarquía y que por eso nunca persiguió esa idea. Más bien, se lo tomó “como una prueba de la seriedad de la relación, en lugar de como algo que realmente se fuera a materializar”.

El amor terminó ese mismo año. El padre de Corinna tenía cáncer de páncreas con muy malas perspectivas. Cuando falleció, el rey acudió al funeral pero justo después le contó que tenía una relación con otra mujer desde hacía tres años.

La monarquía saudí y el elefante

Aunque ya no como pareja, Corinna y Juan Carlos siguieron manteniendo la amistad. Por eso, él la llamó cuando en 2010 le operaron de un tumor en el pulmón. El monarca estaba convencido de que era maligno y le dijo que no había informado a su familia de la gravedad de la situación.

Así que Corinna viajó a Madrid para estar con él en el hospital. “Dormí en un sofá junto a su cama antes de la operación porque estaba muy nervioso, pero finalmente la biopsia reveló que el tumor era benigno”, relataba. Cuando la familia llegó, Corinna dice que un miembro de su personal le ordenó que se fuera “de una forma poco ceremoniosa”.

Corinna siguió visitándole en Madrid, aunque ya sólo eran amigos. Y en 2012, cuando el hijo de ella cumplía 10 años, el monarca les invitó a un viaje a Botsuana en abril. Ella pasa de puntillas sobre aquel incidente porque le trae malos recuerdos. Acudió al safari, pero no presenció cómo Juan Carlos mató al elefante.

En nuestro documental, Corinna reveló que fue ella quien organizó la repatriación porque no había ningún otro plan preparado para tal ocasión. El viaje era secreto. Lo financió el empresario sirio Mohammed Eyad Kayali, asesor del príncipe saudí Salman bin Abdulaziz al Saud, hermano del rey de Arabia Saudí. Todos ellos, amigos del rey Juan Carlos.

Kayali, que falleció en el verano de 2019, es un viejo conocido de la flor y la nata de la alta sociedad española. Se dedicaba a administrar el patrimonio inmobiliario de la familia real saudí en nuestro país. Es un viejo conocido de los servicios secretos españoles por su amistad con el rey y por unas investigaciones que Hacienda llevó a cabo contra él en 1983 por supuestos delitos fiscales que nunca se llegaron a esclarecer.

Félix Sanz Roldán y el acoso del CNI

El viaje a Botsuana no sólo afectó a la imagen del rey, también fue el principio de un auténtico suplicio para la empresaria alemana. Se sintió desde entonces “bajo una vigilancia total”, orientada a que quedara como “una lady Macbeth” que llevaba “a este maravilloso hombre por el mal camino”.

Corinna regresó a Mónaco, donde comenzó a sufrir una persecución por parte del CNI, llevada a cabo personalmente por otro gran amigo del rey: Félix Sanz Roldán. Siempre según su versión. Intentamos ponernos en contacto con él a través del CNI y de Iberdrola, donde forma parte del consejo de administración el exdirector del servicio secreto, sin éxito. No pudimos averiguar si efectivamente, el rey le contestó lo que Corinna nos dijo: que estaban allí para protegerla de los paparazzi.

Sin embargo, un día al volver a su apartamento encontró la respuesta que andaba buscando. Lo que, en realidad, habían estado buscando los agentes durante semanas eran documentos. Y, casualmente, alguien le había dejado un libro sobre Diana de Gales con la nota “hay muchos túneles entre Mónaco y Niza”.

Ese mismo año, Corinna se encontró con Sanz Roldán en Londres, en el famoso hotel Connaught. Le dijo que quien lo enviaba era el propio rey Juan Carlos para transmitirle que no se le ocurriera hablar con la prensa. De no cumplir con lo demandado, Sanz Roldán no podría garantizar su integridad física ni la de sus hijos.

Este año salió a la luz el regalo de 65 millones de dólares que el rey le hizo a Corinna, después de cobrar 100 millones de Arabia Saudí por una razón aún desconocida. Esas transferencias han dado pie a numerosas investigaciones que seguirán aclarando quién era en realidad el rey de España. Pero cada noticia que ve la luz afina más la perspectiva: no parece que fueran las malas compañías, sino más bien aquel refrán de “Dios los cría y ellos solitos se juntan”.