Bibliotecas, mucho más que libros

Equipamientos como los de Nou Barris apuestan por convertirse en espacios culturales polivalentes, inclusivos y participativos, abiertos a gente de todas las edades, con talleres innovadores y proyectos de acogida para jóvenes recién llegados

En la planta baja de la Biblioteca de Nou Barris, un grupo de jubilados pasa las páginas de diarios y revistas al compás de los minutos. A su lado, en una pequeña sala separada por estanterías, pueden verse los vestigios de las primeras televisiones que el equipamiento adquirió: las pantallas han desaparecido, pero los pequeños agujeros donde se conectaban los auriculares siguen allí. Chusa es una de las señoras que se hallan en la sala. Es viuda y sus hijos viven fuera de la ciudad. "No conozco a nadie de los que estamos aquí pero, de alguna forma, nos hacemos compañía. Vengo desde el primer día que abrieron, debe de hacer más de 20 años", exclama.

Veintidós años, para ser exactos. La Biblioteca de Nou Barris se inauguró el 3 de noviembre de 1997, aprovechando uno de los pabellones del antiguo Institut Mental de la Santa Creu, un espacio pionero en España dedicado al tratamiento de las enfermedades mentales y que había cerrado en 1987 tras un siglo en funcionamiento. En una de sus alas se habilitaría la primera biblioteca pública de Nou Barris, un distrito que creció exponencialmente en la segunda mitad del siglo XX, sin los equipamientos necesarios para atender las necesidades de su población, de clase trabajadora. Hoy la biblioteca lucha por adaptarse a los nuevos tiempos y para seguir ejerciendo de punto de referencia en el que diferentes generaciones, con preferencias e intereses bien distintos, puedan convivir.

Crear comunidad, el principal objetivo

"Las bibliotecas están dejando de centrarse en los libros y la lectura para hacerlo en la comunidad", asegura Anna Cabré, directora del centro. "Hoy la información la encontramos en cualquier sitio. Por eso las bibliotecas deben ser espacios polivalentes, participativos, espacios de encuentro para la comunidad", añade. Cabré, que asumió el cargo hace solo un par de meses, tiene dos objetivos claros: trabajar por la mejora tecnológica del centro y profundizar en el trabajo en el territorio que su antecesora, Emilia Sánchez, llevó a cabo en las últimas dos décadas.

Según datos de 2017 del Ayuntamiento, Nou Barris es el distrito barcelonés con la renta familiar más baja. Y su nivel de estudios superiores es también muy inferior a la media de la ciudad. Es por eso que la biblioteca ha empezado a ofertar cursos que tratan de reforzar los puntos débiles de la comunidad ayudando, por ejemplo, a la formación profesional. Un ejemplo es el proyecto Antena Maker, un taller de fabricación digital que Nou Barris desarrolla junto con la Biblioteca Montserrat Abelló de Les Corts y cuyo objetivo es que los participantes aprendan a través de la experimentación con impresoras 3D, a la vez que se trabaja la alfabetización digital de las personas mayores. Los talleres empezaron a funcionar en los meses de verano, primero con un par de sesiones teóricas y luego con talleres en los que se diseñaron joyas, juegos de mesa o lámparas de cartón.

Captar a la generación ‘millennial’

Otro reto de las bibliotecas en la actualidad es el de convertirse en un espacio que cautive a los jóvenes. La de Nou Barris lo intentó este verano con un vídeo en el que personal y usuarios del equipamiento versionaban Con altura, la canción de Rosalía y J Balvin. El resultado fue una notable repercusión en redes sociales y medios de comunicación.

Irene, bibliotecaria del centro y una de las impulsoras del vídeo, mantiene que el mayor problema con el que se encuentran para que los jóvenes acudan a la biblioteca son las distintas concepciones que las diferentes generaciones de usuarios tienen de este tipo de centros. "Para la gente mayor, que viene sobre todo a leer el periódico, la biblioteca es un sitio sagrado, de silencio absoluto. Los jóvenes, en cambio, quieren romper con el mundo de los adultos, no quieren normas. ¿Y qué es la biblioteca sino el sitio más normativo, tradicionalmente hablando? Está lleno de normas y eso no les gusta. Por eso debemos adaptar la biblioteca para que sea un espacio con el que los jóvenes se sientan identificados, un espacio para ellos, incluso construido por ellos", explica la trabajadora.

Este trabajo de empoderamiento de los jóvenes se lleva a cabo desde que son pequeños. La sección infantil es, seguramente, la zona más bonita del equipamiento. Con trapecistas, malabaristas y magos, la decoración de la pequeña nave en la que se encuentran los libros infantiles evoca el mundo del teatro y las artes circenses, por cierto, muy arraigadas en el barrio. Con espacios irregulares y pocas sillas, llama la atención de niñas y niños desde edades muy tempranas.

Para conseguir que las generaciones jóvenes hagan suyos estos equipamientos, otro centro del distrito, la Biblioteca Zona Nord, ha creado una Zona Gaming. Se trata de un espacio de creación y experimentación a través de los videojuegos, dirigido a jóvenes de entre 12 y 18 años. Miquel Galve, técnico auxiliar en el equipamiento y uno de los responsables del proyecto, explica que este quiere fidelizar y empoderar al público juvenil. "Queremos impulsar un aprendizaje creativo, crítico e inclusivo", comenta.

Aprovechando las distintas narrativas que ofrecen los juegos, los participantes se adentran en temas como el papel de la mujer en la sociedad o la violencia en los juegos. De momento, cuentan con varias consolas de última generación y una máquina arcade con 600 títulos que ellos mismos "tunearán y mejorarán". El proyecto se implantó el curso pasado en esta biblioteca y, según sus impulsores, la valoración es positiva. Los participantes probaron métodos de trabajo cooperativo, aprendieron a autogestionarse y desarrollaron un sentimiento de pertenencia al espacio y a los recursos de la Zona Gaming. Además, permitió crear vínculos con las redes comunitarias del territorio que favorecerán que la iniciativa pueda crecer durante el próximo curso.

Más allá de acoger estos proyectos innovadores, las bibliotecas tienen también otras funciones atípicas. Por ejemplo, ejercer de primer punto de acogida para los recién llegados. En la Biblioteca de Nou Barris, tras una hilera de usuarios absortos ante las pantallas de los ordenadores, un grupo de jóvenes mantiene un intenso debate. Son los participantes de A l’estiu, Barcelona t’acull, una iniciativa para chicos y chicas que recalan en la ciudad para reencontrase con sus familias.

"En el marco del programa municipal Noves Famílies, empezamos a organizar una especie de campus de verano para dar a los jóvenes recién llegados herramientas para relacionarse, trabajar su autoconfianza e introducirles poco a poco en el catalán", explica Lucía Faimberg, coordinadora de Barcelona t’acull. La iniciativa es un claro ejemplo de cómo la biblioteca ejerce de punto de encuentro. Para Faimberg, las bibliotecas deben ser la casa que los acoja. "Los chicos saben que hay un sitio al que pueden acudir. Se lleva a cabo un importante trabajo de seguimiento desde antes de empezar las actividades y se les ayuda tanto en temas burocráticos como con los estudios o la lengua", añade. El programa, que ayuda cada verano a 140 jóvenes –que se dividen en grupos de 20, para facilitar la atención y la inclusión de los adolescentes–, demuestra también que el tiempo en el que las bibliotecas eran un templo erigido al silencio va quedando atrás.

Los de este grupo son de los pocos jóvenes que se dejan ver por el centro en periodo de vacaciones, cuando chicos y chicas suelen preferir el aire libre a las cuatro paredes de la biblioteca. Sólo de vez en cuando se ve algún héroe hincando los codos, estudiando durante horas, preparando las pruebas del MIR. Ya en septiembre el centro recupera poco a poco su actividad habitual, alcanzando su velocidad de crucero con el inicio del curso escolar.

UN FONDO DE TRANS Y GÉNERO

El Ayuntamiento de Barcelona se propuso en el pasado mandato mejorar la calidad de vida de las personas trans y erradicar la transfobia. La Biblioteca de Nou Barris cuenta con un fondo exclusivo especializado en identidad trans y género, con documentos que incluyen artículos de interés, ficción, relatos personales, cine, poesía o legislación. En este espacio se organizan conversaciones, talleres y actos. También cuenta con la llamada Maleta educativa, un lote de libros para trabajar la diversidad de género en centros educativos, dirigido a docentes y alumnado de entre 3 y 17 años.