"Una muerte digna es un buen broche de oro a la vida"

Isabel Alonso
Derecho a Morir Dignamente
La asociación lucha desde hace décadas por la legalización de la eutanasia en el Estado español

La asociación Derecho a Morir Dignamente Catalunya (DMD) retoma su actividad después del parón veraniego. Su presidenta, Isabel Alonso, nos recibe en la pequeña sede de la entidad, ubicada en la avenida del Portal de l’Àngel de Barcelona, abarrotada de documentos, luchas y logros, y con unas magníficas vistas de Ciutat Vella. Fundada en 1984 por el profesor Miguel Ángel Lerma, sus objetivos eran claros: sensibilizar a la opinión pública y legalizar el testamento vital y la eutanasia. Esta última sigue siendo la asignatura pendiente, aunque hoy parece estar más cerca que nunca.

¿Cuánta gente forma DMD a día de hoy?

Estamos cerca de los 1.500 socios en Catalunya. En todo el Estado, 6.000. En la sectorial catalana, menos una persona contratada, el resto somos voluntarias. Ahora hay unas 50 personas implicadas y puntos de información en varias ciudades catalanas y barrios de Barcelona. Hay gente muy formada y preparada, sobre todo del sector de la educación y el sanitario. Al entrar, además, recibes una formación interesantísima donde aprendes mucho. Y ofrecemos información para personas que quieren unirse, asociarse, colaborar. Algo más de 600 personas se pusieron en contacto con nosotros en 2018. También atendemos a personas que sufren una enfermedad y piensan que hace falta una ley de la eutanasia; que quieren tomar decisiones respecto a cómo morir y no saben cómo o no lo ven fácil. De estas, asesoramos a unas 70 en 2018.

¿Y qué les dicen?

Lo primero, que estamos luchando por cambiar las leyes, pero no incumplimos las leyes. La eutanasia sigue siendo ilegal en España. El suicidio no es ilegal, pero la ayuda al suicidio sí. Dar información, por suerte, no se considera ayuda necesaria y directa, así que ofrecemos información sobre las opciones que existen. No hacemos seguimiento de los casos. Si alguien quiere seguir viniendo o no, es cosa suya, pero no conocemos el desenlace.

¿Qué opciones legales existen?

Ir a Suiza es una opción, aunque es muy minoritaria. Quizá lo hacen una o dos personas al año. Tenemos con nosotros a una familia que vivió la experiencia y la transmiten a quién le interese. Es muy importante tener claros nuestros derechos del uso de la autonomía: saber que, si tienes una enfermedad terminal con mucho sufrimiento, tienes derecho a no sufrir y te tienen que poner toda la medicación necesaria para no sufrir. Dentro de esos derechos, existe el de renunciar a un tratamiento: si alguien no quiere vivir más porque está sufriendo, tiene derecho a rechazar cualquier tratamiento que evite la muerte, como por ejemplo la alimentación por sonda nasogástrica o la respiración artificial.

¿Muchos tratan de esquivar la legalidad?

Hay un número muy elevado de personas que deciden ser ayudadas a morir por su familia, pero no lo dicen en público. Están obligadas a la clandestinidad. Si los tuyos te acompañan en el suicidio, tendrán implicación judicial. José Antonio Arrabal, un señor de Madrid, grabó un vídeo en el que denunciaba que moría solo para que los suyos no estuvieran en peligro legal. Hay quien graba vídeos como defensa judicial, aunque no los difunda. Los que lo hacen es para reivindicar la muerte digna y la eutanasia. La muerte es quizá el acto más importante de tu vida. Una muerte digna es un buen broche de oro a la vida.

En la actualidad, ¿los métodos legales no llegan a satisfacer todos los casos?

No solucionan casos como los de Ramón San Pedro, que sufría paraplejia. Y hay otras enfermedades, como la ELA, que son una sentencia de muerte anticipada. Hay personas para las que la autonomía es importantísima y prefieren morir si la pierden, aunque les queden meses o años de vida por delante.

¿Qué pueden hacer en esos casos?

Tienes que comprarte un producto letal a través de Internet, que tiene que pasar por la aduana y puede llegar o no. Y hablarlo solo con personas de confianza de tu entorno familiar, sobre todo para transmitirles tranquilidad, porque el duelo por suicidio es de los peores. Es una pena esta situación, porque en Holanda, por ejemplo, uno de los países donde está legalizada, se habla con naturalidad de la eutanasia. Sólo el 4% de las muertes son por eutanasia, pero es de lo más normal.

La legalización del testamento vital ha sido uno de los grandes logros de DMD.

Fue un gran avance. Se legalizó en Catalunya en el año 2000 y en España en 2002. Parece algo muy trillado, pero en Italia lo acaban de aprobar y hay países europeos donde aún no existe. Y es importantísimo para decir cómo quieres que te traten clínicamente cuando no te puedas expresar. Sin embargo, muy poca gente lo hace. Y, cuando no lo hay, entra en juego lo que digan los médicos, la familia...

La opinión pública aprueba la eutanasia.

Tranquiliza saber que la mayoría de la población está de acuerdo. En las charlas nunca nos hemos encontrado con personas en contra, ni hemos sido mal recibidos en ningún sitio. Aunque ha habido algunos juicios que han afectado a la asociación. Así que siempre hay ese temor a ser incomprendido, a recibir alguna denuncia. Pero lo cierto es que el 80% de la población está a favor de la eutanasia. También el sector médico, directamente implicado, donde se han hecho recientemente algunas encuestas que apuntan a cifras similares.

Si la opinión pública y la mayoría de los políticos están a favor, ¿por qué no hay ley?

Desde que estoy en DMD parece que la estamos tocando con las manos, pero no llega. El Congreso admitió a trámite la propuesta que llegó del Parlament. Fue la primera vez que eso sucedía, justo antes de la moción de censura a Rajoy (PP). Antes, ninguna había sido admitida a trámite. En campaña electoral, todos los partidos menos Vox y el PP están por la legalización, así que ahora deberíamos tenerlo fácil. Incluso el 75% de los votantes de Vox y el 66% de los del PP también lo están. Si se constituye el Gobierno este mes, se supone que tendremos muy cerca la ley.

LA GUERRERA DE LA MUERTE DIGNA

Con un discurso sin limitaciones y la pedagogía propia de la profesora de Historia que ha llevado dentro toda su vida, Isabel Alonso se unió a la asociación Derecho a Morir Dignamente en 2012, después de jubilarse y vivir de cerca una muerte lenta y agónica. Alonso vio cómo su madre, una mujer independiente y autónoma que se quedó viuda muy pronto y que en los años cincuenta ya conducía, se fue apagando durante toda una década por culpa del alzheimer. A los 91 años las enfermedades y afectaciones empezaron a sobrevenirle. A los 92 tuvo que verla conectada a una sonda nasogástrica con la que la seguían alimentando. "Yo no quiero pasar lo que pasó mi madre. Quien quiera pasar lo que pasó el Señor Jesucristo, allá él o ella. Mi vida me pertenece a mí, a nadie más", defiende.