El hospital que defendieron los vecinos

La ampliación del Hospital de Viladecans triplicará la superficie de un centro que nació para atender
a los trabajadores de una empresa y que sobrevivió gracias a la lucha vecinal en los años 70 y 80

La anhelada ampliación del Hospital de Viladecans, que presta servicio a más de 180.000 vecinos de la localidad, Castelldefels, Gavà, Begues y Sant Climent de Llobregat, se va convirtiendo poco a poco en una realidad. Se trata de una remodelación a fondo que requerirá de una inversión de más de 60 millones de euros y que permitirá al centro pasar de los 13.500 m2 actuales a más de 40.000 m2 –triplicará su superficie–, manteniendo su cartera de servicios con mejoras en el área quirúrgica y con la ampliación de las urgencias y de los servicios de consultas externas. Unas medidas que han de ayudar a reducir las listas de espera.

Las obras, que se iniciaron en julio de 2018, finalizarán –si se cumplen los plazos– en 2022. El edificio actual se destinará a la administración, y las dependencias más grandes se convertirán en salas polivalentes. El bloque de urgencias, construido entre 2011 y 2012, conectará ahora con el nuevo edificio.

El centro mantendrá su actividad habitual mientras duren las obras, que se llevan a cabo tratando de minimizar las molestias para el usuario. "Son obras delicadas: como se hace ruido y hay gente ingresada, hay un horario estricto para trabajar. Por eso se tardará el doble o el triple que en una obra convencional. Pero estamos contentos, porque el calendario se respeta", asegura Gisela Navarro (PSC), teniente de alcalde de Viladecans. "La calidad de los nuevos espacios supondrá una gran mejora para ciudadanos y profesionales", manifestaba Alba Vergés, consellera de Salud, poco antes de empezar las obras.

Un hospital con historia

La historia del hospital está muy vinculada a los vecinos de la zona. Su origen se remonta a finales del siglo XIX, cuando Pere Roca fundó un taller mecánico en Manlleu. Este se trasladó en 1914 a la comarca del Baix Llobregat, concretamente a Gavà, y tres años más tarde se convirtió en la empresa Roca Radiadores, una de las pioneras en la porcelana sanitaria en España. A principios de los años 50, la familia Roca decidió construir un centro sanitario que atendiese a sus trabajadores, y es así como nació el Hospital de Sant Llorenç de Viladecans, en honor a san Lorenzo, el patrón de los fundidores. Las instalaciones, en realidad, nunca serían de uso exclusivo para los empleados, sino que toda la población, tanto de Viladecans como de localidades aledañas, se benefició de él desde el principio. En sus inicios tenía 100 camas y ofrecía servicios de maternidad, radiología, geriatría y dispensarios de medicina general y cirugía, así que pronto se convirtió en el hospital de referencia de la comarca.

Durante las décadas de los años 70 y 80, la ciudadanía tuvo que movilizarse para que el centro se ampliase y se adecuase a su nuevo carácter comarcal. En aquella época también se exigía a los ayuntamientos de la zona que construyesen más ambulatorios. Pero, lejos de lograrse las reformas demandadas, el hospital estuvo a punto de cerrar en 1978 por culpa de la mala gestión del Instituto Nacional de Previsión (INP), del que en aquel momento dependía el centro. Finalmente, en 1979 salió a subasta pública y se incorporó a la red de centros sanitarios de la Seguridad Social. Y en 1981 ya se habían traspasado a la Generalitat todas las competencias en materia de gestión del hospital.

Tras nuevas protestas vecinales y la ejecución de unas obras de ampliación que se alargaron durante cuatro años, el hospital reabrió en 1987. En los años 90 ya se le conocía como pionero en cirugía sin ingreso.

Una nueva victoria vecinal

Con la reforma actual en marcha, Gisela Navarro define el nuevo hospital como "un gran logro" para la localidad y atribuye el mérito a los vecinos y vecinas y a la insistencia del Ayuntamiento de Viladecans, "que siempre ha apostado por la sanidad y los servicios públicos". "Este hospital es hijo de la movilización ciudadana y de las ganas de la gente de no perder un servicio hospitalario de referencia para estas cinco ciudades", añade la teniente de alcalde. Y es que en los últimos años la ciudadanía ha tenido que volver a salir a la calle para defender un hospital ganado a pulso hace más de 30 años.

El Hospital de Viladecans es el único en Catalunya que conserva habitaciones con cuatro camas, lo que hace que la gestión de los ingresos sea más compleja. "La Generalitat decidió [en 2011] que el hospital empezase a funcionar a bajo rendimiento y se comenzó a derivar pacientes a los hospitales de Sant Boi y Bellvitge. Se quiso convertir el de Viladecans en un centro de atención primaria, con muy pocas pruebas diagnósticas, y ahí es cuando nació la reivindicación ciudadana y del Consistorio", recuerda Navarro.

Eliana López, portavoz de la Plataforma en Defensa de l’Hospital de Viladecans, también recuerda aquel momento: "Cuando hubo los recortes bestias de 2011, empezamos a movernos. Querían traspasar la atención sanitaria de nivel uno, lo que se hace actualmente en el hospital, al hospital de Sant Boi, y que Viladecans quedara como un ambulatorio, con hora de cierre a las ocho de la tarde, tanto para urgencias como para quirófanos. Así que se nos encendieron todas las alarmas". Después de colgar pancartas y hacer todo el ruido mediático posible, los vecinos se movilizaron y constituyeron la plataforma, con ciudadanos y trabajadores del centro. "En esa época, la calidad asistencial bajó muchísimo; se perdieron muchos trabajadores y las listas de espera aumentaron terriblemente. La gente no estaba contenta, hubo mucha movilización durante los años siguientes, hasta que los partidos políticos de los ayuntamientos implicados cerraron un acuerdo de ampliación", rememora López.

Ayuntamientos y ciudadanía, unidos

Más de 5.000 personas se manifestaron en 2013 convocadas por la Plataforma en Defensa de l’Hospital de Viladecans. Así la ciudadanía y los consistorios dejaban claro que no estaban de acuerdo con la conversión del centro en ambulatorio. "Tras la manifestación, empezaron las negociaciones y se presentaron propuestas. No podíamos tener como referente el hospital de Sant Boi, porque este es inaccesible para los vecinos de Viladecans", explica Navarro, que recuerda que los habitantes de la zona se quejan a menudo de la falta de transporte público entre municipios. Por ejemplo entre Sant Boi y Begues.

El acuerdo al que se llegó no era el que pedían los vecinos y la Plataforma, pero blindó la calificación del centro como hospital uno, de referencia en el subdelta del Llobregat. "Queríamos que se hiciera lo que el PSC de José Montilla había prometido y no se hizo: un hospital de nivel asistencial dos, con UCI y hemodiálisis, del mismo nivel que el Broggi [en Sant Joan Despí]. Era cuando Marina Geli era consellera de Salud. Tenían un proyecto fantástico, mucho más completo que el que está previsto ahora, con más recursos. Luego no sabemos qué pasó; acordaron hacer el Broggi y el de Sant Boi, ambos de gestión privada, y el de Viladecans, 100% público, se quedó en proyecto", asegura López.

Gisela Navarro, por su parte, se muestra optimista: "Aunque hemos tenido listas de espera de las más largas de Catalunya, es un hospital muy querido por los vecinos y no ha registrado un descenso de pacientes: la gente aprecia la proximidad y los vecinos y vecinas siempre han estado contentos con él".

Un aspecto que preocupa tanto a los vecinos como al Ayuntamiento es el aparcamiento del hospital, contemplado en el proyecto ejecutivo, pero que aún no se ha empezado a construir. "Tiene que ir soterrado y nos genera cierta inquietud, ya que, si bien sus obras se contemplan al tiempo que las del hospital, esas todavía no han empezado", asegura Navarro. También manifiesta preocupación por este asunto la Plataforma. "Nos han advertido de que va a ser privado, y eso no nos gusta", apunta Eliana López.

Aunque lo que de verdad preocupa a los vecinos es otro tema, ajeno a las obras: la derivación de pacientes subagudos a hospitales de gestión privada. "Hace tiempo que se están derivando muchos de estos pacientes, más estables que los agudos, a hospitales de gestión privada, como el Hestia Duran i Reynals [en L’Hospitalet de Llobregat]. No es a causa de las obras, sino por un cambio en el modelo sanitario. Esto se hace con la idea de vaciar los hospitales públicos y apostar por la sanidad privada, y presenta un gran inconveniente para los vecinos y vecinas de Viladecans, que se tienen que desplazar. En 2018 se derivaron 300 pacientes subagudos, la mayoría de ellos gente mayor o con pluripatologías", mantiene López.

La Plataforma pide que el Centro Social y Sanitario Frederica Montseny, de gestión compartida entre el Ayuntamiento de Viladecans y el Consorci Hospitalari de Catalunya, pase a formar parte del Institut Català de la Salut (ICS), para que albergue a los pacientes subagudos que ahora se derivan a centros concertados. El Frederica Montseny cuenta con plazas de residencia asistida, de centro de día para personas mayores –concertadas con la Generalitat– y de centro sociosanitario –dependiente del Departamento de Salud–, con unidades de convalecencia, larga estancia y cuidados paliativos. "Las familias de pacientes subagudos tienen que coger el autobús para desplazarse hasta el Hestia Duran y Reynals; por eso nos gustaría poder disponer del Frederica Montseny", dice López. El Quinze ha contactado con Salud para recabar su punto de vista y, al cierre de la edición de este número, no ha obtenido respuesta.