La Xirgu vuelve a escena

Varios actos previstos hasta abril de 2020 recuerdan la figura de Margarida Xirgu Subirà, una de las grandes divas del teatro del siglo XX, cuando se cumplen 50 años de su fallecimiento

"Era una actriz cautivadora, que arrojaba puñados de fuego y jarras de agua fría sobre públicos adormecidos". Así, con su característica potencia lírica, el poeta y dramaturgo Federico García Lorca definió el arte interpretativo de Margarida Xirgu, una de las grandes figuras del teatro del siglo XX. Una diva en toda regla que cautivaba a las plateas con su imponente presencia escénica. Una profesional intachable que participó –como actriz, directora o empresaria– en más de cien montajes a lo largo de 60 años de carrera. Una mujer pionera que abarcó espacios del negocio del espectáculo entonces reservados a los hombres. Y, a su vez, una intelectual atenta a los nuevos autores y corrientes del teatro de su tiempo. Como el mismo Lorca.

La Xirgu murió hace ahora 50 años, pero, a pesar de su condición indiscutible de catalana universal, de que su nombre está en el callejero de casi todas las grandes ciudades del país –también da nombre a algún centro educativo–, su rastro en la memoria colectiva es escaso, sin duda a causa del exilio que la alejó de Catalunya los últimos 32 años de su vida. Coincidiendo con la efeméride, el Departament de Cultura de la Generalitat, conjuntamente con otras instituciones públicas y centros culturales, ha impulsado el denominado Año Xirgu, con un variopinto calendario de actividades previstas hasta abril de 2020, para reivindicar su memoria y difundir su figura entre las nuevas generaciones.

"No hemos querido programar actos dirigidos solo a quienes estamos interesados en su figura y queremos saber de ella, sino que pensamos que esto debe servir sobre todo para que su figura y lo que ella aportó llegue también a quien no la conozca o piense que no le interesa", señala la coreógrafa Ester Bartomeu, comisaria de las conmemoraciones. Entre las iniciativas del año, y justamente para divulgar la figura de la actriz más allá de los círculos de entendidos y nostálgicos, se ha abierto una cuenta de Instagram bajo el perfil de @anyxirgu, con la que se pretende repasar su trayectoria a través de cápsulas de vídeo y monólogos recitados por la actriz Eva Saumell.

Un ascenso meteórico al éxito

Margarida Xirgu i Subirà nació en Molins de Rei en 1888. Hija de trabajadores del textil, solo vivió dos años en su ciudad natal. La familia se trasladó después a Girona, y a partir de los seis años recaló en Barcelona. Su padre la introdujo en los círculos de la agitación cultural obrera, el ateneísmo y los Cors d’en Clavé. Cuentan que fue la lectura de un manifiesto político en una taberna, siendo todavía una niña, lo que despertó su vocación. Trabajaba en un taller de pasamanería mientras penetraba con fuerza en el mundillo del teatro de aficionados. Y ya en 1906 debutó como actriz profesional por la puerta grande: en el teatro Romea, con Mar i Cel, de Àngel Guimerà. Desde ese momento, este teatro del barrio del Raval quedó para siempre ligado a la actriz, que lo consideró su casa, y aún hoy se cuentan historias de un fantasma con las formas de la diva que se zambulle por la tramoya y el patio de butacas.

Sus primeros años profesionales estuvieron marcados por un ascenso fulgurante al éxito. En 1909 tuvo un primer escarceo con el cine, disciplina por la que nunca mostró demasiado interés: solo rodó una película de cierta importancia, una adaptación de la lorquiana Bodas de Sangre, filmada en 1938 en Argentina. En 1912 emprendió su primera gira por Latinoamérica, que la llevó por escenarios de Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile. De regreso, situó su base de operaciones en Madrid, donde fundó y dirigió su propia compañía, ocasionalmente asociada a otro divo del teatro de la época de origen catalán, Enric Borràs. Los grandes del teatro castellano del momento –Benavente, Pérez Galdós, los hermanos Álvarez Quintero...– escribieron textos para ella, aunque su repertorio abarcó un amplio registro, desde clásicos universales como Lope de Vega o Shakespeare, hasta exponentes de la modernidad del momento como Hofmannsthal o Wilde.

En 1926 conoció a Lorca, de quien estrenaría toda su producción teatral, con algún hito destacable, como la Mariana Pineda presentada en el teatro Goya de Barcelona en 1927, con decorados de Salvador Dalí. Según Carles Foguet, profesor de literatura de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y especialista en el teatro catalán contemporáneo, su relación no fue fácil al principio: "Colisionaron; ella le encontraba un dramaturgo demasiado desproporcionado. Las primeras obras que leyó no la convencieron, pero después se dio cuenta de que aquel era el teatro lírico, poético e innovador que ella quería hacer, y se estableció una relación que duró hasta la muerte de Lorca". La llegada de la Segunda República fue otro momento fundamental para ella. Gracias a su amistad con el presidente Manuel Azaña, consiguió por primera vez en muchos siglos estrenar en las ruinas del teatro romano de Mérida, con la Medea de Séneca, en 1933: a petición de los conservadores del conjunto, eso sí, actuó prescindiendo de escenografía y decorados, algo entonces también muy innovador.

En 1936 emprendió una cuarta gira americana que los avatares históricos convirtieron en un viaje sin retorno. Lorca, que debía acompañarla, canceló el viaje, y la actriz conoció desde la distancia el estallido de la Guerra Civil y el asesinato de su amigo cerca de Granada, a manos de un grupo incontrolado de falangistas. En Cuba, además, falleció su primer marido, Josep Arnall. Estableció su base inicial en Montevideo (Uruguay), donde aceptó ejercer de delegada del Govern de la Generalitat. Tal como explica Foguet, "aunque la historiografía teatral española se la ha hecho suya vinculándola a Lorca, en realidad ella nunca perdió el contacto con Catalunya y la catalanidad". En este sentido, Xirgu impulsó varias ediciones de los Jocs Florals desde el exilio en lugares como Santiago de Chile, Ciudad de México y Montevideo. Vivió sus últimos años en esta última población, donde recibió la ciudadanía uruguaya en el año 1959. Sin abandonar nunca del todo los escenarios, emprendió un nuevo rumbo en el campo de la docencia, a través de la Escuela Municipal de Arte Dramático de la ciudad, que fundó y dirigió.

El vínculo con Catalunya

Sin ser una mujer politizada, sus amistades con destacados miembros del Gobierno republicano y con intelectuales izquierdistas la señalaron para el nuevo régimen y sus afectos, que airearon el epíteto Margarita la roja para estigmatizarla. Los intentos de regresar a Catalunya, donde pensaba retirarse, fueron abortados por las autoridades franquistas, que en 1941 ordenaron la confiscación de sus bienes. Hacia 1945 lo intentó de nuevo, pero "una furibunda campaña de desprestigio por parte de la prensa falangista la hizo desistir definitivamente", relata Foguet, autor de varias monografías sobre la actriz, entre ellas Margarida Xirgu: Cartografia d’un mite, editada por el Museu de Badalona en 2010. La ciudad del Barcelonès Nord, de hecho, tiene una importancia capital en la vida de la intérprete, aunque casi nunca vivió en ella. Allí compró una casa en 1914, junto a la playa, para que vivieran su madre y sus hermanos. Ella misma supervisó, años después, desde la distancia, un amplio trabajo de reformas del domicilio, al que nunca pudo regresar. Varias piezas que se conservan en el Museu de Badalona relacionadas con la actriz han sido cedidas para las celebraciones del Año Xirgu.

Los actos del cincuentenario de la muerte de Margarida Xirgu dieron comienzo el pasado abril con un memorial en el cementerio de Molins de Rei, lugar donde está sepultada junto a su segundo marido desde 1988, cuando sus restos mortales fueron repatriados desde Punta Ballena (Uruguay), donde había fallecido en 1969. También en esta ciudad del Baix Llobregat se pudo ver hasta hace unos días en la Biblioteca El Molí la muestra Margarida Xirgu, l’actriu, la dona, que, con carácter itinerante, se expondrá en Blanes, Reus i Lleida, hasta finales de este año. La exposición narra en bloques las distintas etapas de la vida de la intérprete, a través de fotografías, documentos y cartas, vestidos y objetos personales, y también fragmentos de películas en las que intervino o registros fonográficos de algunos de sus célebres monólogos. Ester Bartomeu da pistas del nombre de la muestra: "Nos interesa mucho la vertiente de mujer, menos conocida: seguramente ni ella misma era consciente de ser feminista, pero muchos hechos en su vida demuestran que defendió su independencia y su condición de mujer". Destaca, en este sentido, la representación de la Salomé de Óscar Wilde en 1910, con la que plantó cara al puritanismo de su época al mostrar su vientre desnudo, lo que le valió la cancelación de la obra; o el hecho de casarse por segunda vez después de enviudar, en 1945, algo también contrario a la convención que postergaba las mujeres al luto perpetuo.

REIVINDICAR A LA XIRGU

Entre los actos del Año Xirgu destaca un ciclo de tres conferencias –en Barcelona, Madrid y Montevideo–, con la intención de evocar las distintas etapas de la vida de la artista. Y también el monólogo Solo una actriz de teatro, que la uruguaya Estela Medina –en la imagen–, discípula de la Xirgu, estrenará el 14 de noviembre en el Teatre Nacional de Catalunya, dedicado a la cara más íntima de la actriz catalana.