Aguas medicinales milenarias: Termas romanas de Alange y Baños de Montemayor

Luis M. García

Los romanos sabían muy bien que el agua es salud y vida, por eso jugaba un papel fundamental en su cultura. El culto al agua por sus propiedades terapéuticas llevó a los romanos a construir instalaciones destinadas a su uso medicinal. Así, se convirtieron en promotores de termas y balnearios.

En Extremadura aún encontramos dos de enorme importancia durante el apogeo de la Hispania romana, los balnearios de Alange y Baños de Montemayor.

Balneario de Alange

Está situado a solo 18 kilómetros de la capital de Extremadura, Mérida, esa Emérita Augusta que dominaba hace dos milenios entre las grandes urbes de la Península. Los romanos lo crearon en el siglo III antes de Cristo en honor a la Diosa Juno.

En 1993 las termas romanas del Balneario de Alange fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad como parte del conjunto arqueológico de Mérida. Allí pueden visitarse dos espacios circulares simétricos de esa época: el oriental para los hombres y el occidental para las mujeres, cubiertos por cúpulas semiesféricas y un óculo central.

Las aguas del Balneario de Alange están indicadas para tratar afecciones del sistema nervioso y del aparato locomotor. Hoy en día es una estación termal donde se combinan terapias tradicionales con las tendencias en hidroterapia más avanzadas.

Balneario de Baños de Montemayor

Lo levantaron los romanos en el siglo II antes de Cristo tras comprobar las extraordinarias propiedades terapéuticas que tenía el agua en esa zona del límite norte de Extremadura con Salamanca.

El Balneario de Baños de Montemayor es actualmente una estación termal de enorme importancia dentro de los circuitos termales europeos. Está enclavada en un entorno que derrocha aguas cristalinas, mientras que las termales están indicadas para tratamientos muy diversos.

Extremadura es agua y los romanos indicaron el camino para aprovecharla hace más de dos mil años. Su legado sigue vivo en los balnearios de Extremadura, ideales para relajarse mientras se palpa la historia.