La directora de Público, Virginia Pérez Alonso, y la directora adjunta, Esther Rebollo, reflexionan sobre los valores que acompañan el trabajo del diario, el recorte de los derechos, el auge de la extrema derecha y los desafíos del periodismo. Este es el resultado de una conversación que explica qué es este periódico.
Esther Rebollo: Público tiene rostro de mujer y es un caso único en España. Batallar es cosa de mujeres y en Público lo hacemos por las libertades, los derechos y la igualdad. Hoy somos un referente entre los medios progresistas. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Virginia P. Alonso: Pues haciendo un trabajo muy intenso, mucho periodismo, mucha investigación, estando al lado de la gente, contando lo que les preocupa: historias de crisis y precariedad, problemas de vivienda, de violencia machista, siempre pegadas a la calle, destacando historias que pocos se atreven a contar, como las ‘cloacas’ o las filtraciones de Wikileaks.
Esther Rebollo:Pero hacer periodismo valiente tiene un precio.
“Público no tiene los ingresos que le corresponden por su volumen de audiencia, hay anunciantes que nos tienen miedo”
Virginia P. Alonso: Un precio elevadísimo. Nunca había visto un medio que reciba el nivel de querellas que llegan a Público. Aunque tenemos una comunidad de suscriptores creciente y potente, el grueso de los ingresos vienen de la publicidad y, en este país, algunos anunciantes piensan que cuando ponen publicidad en un medio es para silenciarlo. Público no tiene los ingresos que le corresponden por su volumen de audiencia, hay anunciantes que nos tienen miedo. Y hay otro problema, que es el reparto discrecional de la publicidad institucional, ni siquiera nos llega la del Estado, bien por decisión de las agencias de medios —que a veces funcionan como un cártel— o porque el Gobierno de turno decide ponerla en un sitio u otro. Hay una falta de transparencia absoluta.
Esther Rebollo: Público paga por ello, pero también la sociedad porque se reducen las alternativas para informarse desde medios contrapoder. Somos un medio político y nos distinguimos por nuestras banderas: feminismo, derechos humanos, memoria, crisis climática, luchas sociales y migraciones, y somos un medio abiertamente republicano. Pero defender la democracia y la igualdad paradójicamente nos sitúa en los márgenes.
Virginia P. Alonso: Sí, defender los derechos humanos en España hoy es ser antisistema y, en ese sentido, somos bastante antisistema. Efectivamente, Público es un medio político, todas las historias que publicamos son la esencia de la política, que no es solo lo que está en los parlamentos, es la consecuencia que tiene para la gente. Vivimos en un sistema capitalista, neoliberal, en el que mandan las empresas; y si nos posicionamos fuera de esas élites, que es donde han estado la mayor parte de los medios, obviamente somos antisistema.
Esther Rebollo: Es una paradoja, el periodismo tiene una función social en su esencia, la obligación de destapar hechos que perjudican a la ciudadanía, no importa quién gobierne, la máxima es poner en aprietos al poder para que no se cometan abusos, para avisar de que estamos vigilantes. Pero la realidad es que cuando se defienden los derechos de las personas, vienen los palos, y ocurre en un mundo cada vez más polarizado. Si se añade el boom de las redes sociales, que cada vez cuestionan más a los medios —metiendo a todos en el mismo saco—, se confunde a la ciudadanía, mezclando verdad con mentira, información con desinformación. La violencia digital está haciendo daño al periodismo.
Virginia P. Alonso: Mucho daño y tiene consecuencias terribles. Es un fenómeno global orquestado y articulado, hay una intención clara de denostar el periodismo, de quitarle credibilidad y prestigio, de generar un caos para que nadie crea en nada y al final, ¡oh, casualidad!, se termina ‘creyendo’ en políticos de extrema derecha. Es gravísimo y sucede en un momento en el que los medios viven una dura reconversión industrial.
Esther Rebollo: El nacimiento del periodismo digital fue una oportunidad para la democratización de la información, para hacer a la ciudadanía partícipe de la conversación pública, pero me pregunto si se nos ha ido de las manos. ¿Hay una receta para enderezar la situación?
Virginia P. Alonso: Es muy complicado. Hacemos nuestro trabajo de la mejor manera posible, con rigor, sobreponiéndonos incluso a las críticas de algunos de nuestros lectores porque consideran que no estamos contando las cosas desde su perspectiva. Yo atiendo todas las críticas con enorme atención, pero mi obligación es analizar y decidir el enfoque de nuestras informaciones. Creo que estamos haciendo lo correcto, les guste o no les guste; pero es ingrato. Aún así, la participación de la gente en Internet ha aportado mucho a la democracia. Tuvimos una Internet libre, pero hoy está en manos de empresas. Hay algoritmos que promueven conversaciones para que queden por encima o por debajo de otras, alimentando así el negocio de las grandes plataformas.
“Los recortes de derechos siempre se producen durante las crisis para que la ciudadanía los acepte de buen grado”
Esther Rebollo: Un ciudadano nos puede contar desde cualquier lugar lo que está ocurriendo en países donde los periodistas no pueden trabajar por la persecución y la censura, esto ocurre cada vez más en Latinoamérica. La libertad de expresión está en peligro.
Virginia P. Alonso:La libertad de expresión ha sufrido en los últimos años muchos recortes, que se han ido haciendo poquito a poco y en distintos países de forma coincidente, siempre en aras de la seguridad y en momentos de crisis. Los recortes de derechos siempre se producen durante las crisis para que la ciudadanía los acepte de buen grado. En países como El Salvador o Nicaragua, los periodistas se la están jugando. Aquí, nos jugamos el trabajo, pero no la vida.
Esther Rebollo: Hay lugares donde ser periodista es ejercer la profesión más peligrosa del mundo y va en aumento, y esto coincide con el auge de la ultraderecha o de regímenes iliberales —sistemas autoritarios contemporáneos que anulan los derechos fundamentales—. Esta tendencia también crece en Europa. Primero se toma el control de la política, luego de la Justicia y todo pasa por la censura a la prensa.
Virginia P. Alonso: Defender la democracia, que es lo que hacemos en Público, implica explicar lo que ocurre en esos lugares. Cuando pensamos en un gobierno de extrema derecha, solemos creer que lo va a destrozar todo, pero es más sutil y eso es lo terrorífico; poco a poco van minando las bases de la democracia hasta que se la cargan. Mientras tanto, la falta de credibilidad de la ciudadanía en las instituciones y en los medios genera un caos en el que la extrema derecha se siente perfectamente cómoda. Se ha jugado a confundir con eso de ‘no somos de derechas ni de izquierdas’. En España, se ha hecho con Vox. Antes era en Europa del Este, en países como Polonia, donde quiero recordar que está preso Pablo González, un periodista colaborador de Público; pero ya están también en Italia.
Esther Rebollo: La ciudadanía debe entender los riesgos, la cuestión es cómo lograr que nuestra labor tenga efecto en medio de la incertidumbre, con una guerra en Europa, una ultraderecha creciente y el temor a una crisis económica. ¿Cómo explicar a los ciudadanos que deben seguir luchando por lo suyo?
Virginia P. Alonso: Con vigilancia, contando los desmanes, las privatizaciones encubiertas, los intentos de ir mermando los servicios que pagamos con nuestros impuestos. Esa tarea la vamos a seguir haciendo. Seguiremos denunciando las injusticias y poniéndonos al lado de la gente. Público seguirá siendo Público.