Fotografía: Fernando Sánchez.

Opinión

Gran Hermano Revolution

Henrique MariñoPeriodista

12 de mayo de 2021

La Puerta del Sol como inserción croma donde las pancartas publicitarias habían sustituido las fachadas en obras. Un marco donde los turistas eran inmortalizados. Un lugar de paso donde sortear a mimos, loteras, carteristas, músicos, guiris, vendo oro, chaperos y Bob Esponjas y Hello Kitties recién salidos del sótano de El club de la lucha. Un set mediático, publicitario, político, reivindicativo y evangélico, donde los protestantes que anunciaban el fin del mundo cedieron el testigo a los protestantes que aventuraban que otro mundo era posible.

Sucedió el 15-M de 2011, cuando el kilómetro cero se convirtió en el gran plató televisivo. De las campanadas a las acampadas. De una plaza centrípeta a una cámara centrífuga, que proyectó la imagen de la revolución en los salones y en las salitas de las dos Españas. "¡Esta es la verdadera realidad!", proclamaban los micrófonos de IndignadosTV: "¡No cambies de canal!". Y, sin tiempo para la publicidad ni para ir al baño, los espectadores adiestraron las vejigas durante el streaming 24 horas de una revuelta calma y burocrática, con tantas comisiones como manifestantes, quienes hasta hicieron apología del amor y se encomendaron a la producción minifundista de cebollas, precedente de la siembra autogestora de tomates en balcones y terrazas. Si la insurrección era esto, la realidad era otra: una telerrealidad amotinada, quijotesca y destejada que competía con la mocedad exhibicionista y edredona de Guadalix de la Sierra.

O, si acaso, una realidad paralela o alternativa que desembocaría en la transversalidad, un concepto político consistente en subir a toda leche por la calle Carretas y, al llegar a la plaza de Jacinto Benavente, no distinguir entre la izquierda y la derecha para –creyendo obsoleto el viraje– darse un hostiazo contra la estatua del barrendero, que algunos creían de bronce cuando en telerrealidad era un mimo.

Fotografía: Fernando Sánchez.
Fotografía: Fernando Sánchez.