Es cosa sabida que España es un país muy montañoso. Para ser exactos, el quinto más montañoso de Europa, tras Suiza, Austria, Andorra y Liechtenstein. Esto ha contribuido a que construir aquí grandes infraestructuras de comunicaciones viarias (o ferroviarias) haya sido siempre especialmente difícil. Madrid, la capital, no es una excepción: sus accesos por el Noroeste están bloqueados por el Sistema Central, del que forma parte la Sierra de Guadarrama. Esto ha hecho que las comunicaciones en esa dirección hayan resultado complicadas hasta tiempos recientes.
Seguro que has pasado mil veces por dentro de un túnel. No sé a ti, pero a mí me sigue impresionando, sobre todo cuando se alargan kilométricamente y muy bien podríamos pensar que estamos penetrando en las entrañas de la tierra hasta quién sabe dónde. Lo cierto es que muchas veces, aunque no lo parezca, vamos muy cerquita de la superficie. Pero en otras ocasiones los túneles nos sumergen a notable profundidad, bien sea en relación al terreno circundante o al que tenemos encima. Por ejemplo, el túnel submarino de Eiksund (Noruega) nos lleva a 287 metros bajo el nivel del mar y no faltan por ahí otros que, al atravesar alguna cordillera, llegan a poner más de dos kilómetros de roca sobre nuestras cabezas.