"Si los hombres son parte del problema, deberían ser parte de la solución"

Sylviane Dahan
Vocal de la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona
La federación de entidades vecinales sigue la lucha iniciada en los años setenta con las vocalías de mujeres

Sylviane Dahan, vocal de la FAVB, es una mujer combativa, con las ideas claras y el paso firme. Instalada en Barcelona desde los años ochenta, esta activista francesa nacida en Argel (Argelia) siempre ha vivido vinculada al movimiento vecinal. Feminista hasta la médula, reivindica el trabajo realizado por el movimiento durante los años setenta y ochenta del siglo pasado y mira al futuro con cierta hostilidad.

¿Qué importancia tuvieron las vocalías de mujeres durante la Transición?

Cuando no había nada, el trabajo de las mujeres en los barrios fue fundamental. Cuando yo llegué, sin embargo, las mujeres con más bagaje intelectual habían entrado ya en las instituciones y el movimiento vecinal quedó huérfano. Con la crisis de 2008 esto cambió, y las mujeres regresaron a la lucha vecinal. También existe un problema de invisibilización, porque las mujeres en los setenta consiguieron muchos hitos. Lucharon por los centros de planificación familiar, por el derecho al aborto o por la educación sexual. Y en los noventa se trabajó en el tema de la violencia de género y se gestionó la llegada de migrantes.

Usted participó en el Mayo del 68.

El Mayo del 68 visibilizó la lucha de las mujeres, pero había mucho machismo. Sólo hace falta ver las imágenes. En las manifestaciones, ¿quiénes hacían los discursos? ¿Quiénes estaban en primera fila? Ellos. Las mujeres reivindicábamos, pero todavía no teníamos confianza en nosotras mismas para luchar a fondo. El movimiento feminista hizo lo que pudo en función de la correlación de fuerzas. Lo que es importante es la reflexión alrededor de lo colectivo: coger la palabra y reflexionarla. Yo he luchado mucho en el movimiento vecinal para que haya vocalías de mujeres, y esto aún no se ha logrado: hay grupos de mujeres, pero vivimos aún en una sociedad en la que la mujer se responsabiliza de los cuidados. Aun así, son ellas las que mantienen todo esto [señala el edificio de la Associació de Veïns de l’Esquerra de l’Eixample], las que asumen las gestiones, a pesar de que la política la hagan ellos. Ellos son la cara visible, pero las que hacen avanzar son ellas.

"A los hombres les gusta hablar de las mujeres, así no tienen que hablar sobre ellos", dice Despentes en Teoría King Kong. Las mujeres se piensan. ¿Y los hombres?

Algunos sí. A veces las mujeres no les damos los espacios para esa reflexión y hay una parte del feminismo que los rechaza. Hay hombres que escriben, se documentan y piensan, que tienen opiniones. Si forman parte del problema, tienen que formar parte de la solución. Los hombres que reflexionan sobre el feminismo no son mediáticos porque, para ser aceptados, tienen que pasar por el filtro feminista. No se les está prestando atención y es un error. El movimiento vecinal es mixto y todos nos enriquecemos. Si no trabajamos la concienciación con ellos, seguiremos teniendo manadas; si los hombres no toman conciencia de los problemas, no podremos avanzar. No me gusta lo excluyente.

La heterogeneidad del movimiento feminista, ¿lo enriquece o lo hace vulnerable?

La diversidad siempre es riqueza y me da miedo el pensamiento único. El reto político del feminismo actual es aceptar la diversidad y buscar un proyecto. Hay mujeres que se involucraron en el feminismo a partir de la huelga del 8-M del año pasado, y eso está bien, pero después, ¿qué? Estamos en un momento de vacío político. La juventud no piensa en el futuro, sino en cómo vivir bien. Ha crecido sin privaciones y ve a las feministas mayores como agua pasada, no se valora lo que se hizo. ¿Estamos reflexionando sobre el futuro que queremos? No.

Sobre la prostitución, usted es abolicionista.

Uno de los problemas es la aceptación de la mercantilización del cuerpo de la mujer. Nos equivocamos en el análisis. Hay muchas maneras de mirar hacia la prostitución y a mí no me gusta la palabra abolicionista. Hemos creado una plataforma para el derecho a no ser prostituidas, que no es lo mismo. La gente habla de los derechos de las prostitutas: legalizar la prostitución no les va a dar más derechos. Es el hombre el que tiene los derechos. Hay que hacer un trabajo de fondo social: hay una guerra contra las mujeres a través de la violencia y la explotación. Y la prostitución es eso, una violencia contra la mujer.

Hay mujeres que dicen ejercerla libremente.

No. Si se les da otra oportunidad, se dedican a otra cosa. Hay que hablar con las supervivientes de la prostitución. Explican barbaridades. La prostitución es la violación aceptada y tarificada y no hay ninguna ley que proteja a las prostitutas. Es extraño que el feminismo haya caído en la trampa, y eso me sorprende. ¿Hay prostitutas ricas ejerciendo? No, la mayoría son mujeres pobres que lo hacen para alimentar a la familia.

Hay una cuestión de clase que atraviesa el feminismo. "Para que vosotras rompáis el techo de cristal, nosotras tenemos que limpiaros la casa", dicen las trabajadoras del hogar y los cuidados.

Tenemos un feminismo estético. ¿Dónde está el feminismo de clase? Hay feministas que aceptan los vientres de alquiler. ¿Cómo es eso posible? ¿Hay mujeres ricas que se presten a hacer de vientres de alquiler? No, quienes lo hacen son mujeres pobres. Estamos en lo mismo. Esa frase es cierta.

TRABAJO Y DESOBEDIENCIA CIVIL

Sylviane Dahan ha dedicado su vida a la lucha feminista y al movimiento vecinal. Vocal de la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona y presidenta de la AV Esquerra de l’Eixample, llegó a España en plena Transición, cuando quedaba mucho por hacer. A pesar del poco reconocimiento, defiende que ellas fueron la punta de lanza para facilitar la emancipación de las mujeres, a través del trabajo constante, pero también mediante prácticas de desobediencia civil, las que reinventaron a la mujer en tanto que colectivo. "Todas juntas hacia el cambio, pensando en las hijas", sostiene. Y recuerda el "sueño emancipador" en el que creció, cuando pensaban que ese cambio sería posible si el movimiento era liderado por mujeres oprimidas por el capitalismo y el patriarcado. "Hacia dónde vamos? ¿Qué hay después del 8-M? ¿Qué construimos?", se pregunta ahora.