Antes de la ruptura del bipartidismo político, ¿cree que Público ya lo había roto mediáticamente al situar en la centralidad de la mirada pública lo que antes estaba en los márgenes?

Así es. Me parece que el proyecto editorial de Público tenía unas señas de identidad tan claras como rompedoras. Huíamos de la agenda “oficial”, de los asuntos sobre los que conversaban las élites o los tipos con corbata, y procurábamos siempre abrir la conversación pública a los intereses de la gente corriente y de los sectores más machacados o bien más avanzados de la sociedad. Y eso, desde luego, rompía el esquema bipartidista y trascendía siglas e identidades políticas. Iba mucho más de valores que de carnés.

Es decir, Público dio voz a los partidos pequeños, incluso extraparlamentarios, y a diversos movimientos sociales, colectivos y minorías.

Fue un propósito del periódico desde su fundación. Teníamos la obsesión de huir del periodismo oficialista, muy basado en los entrecomillados de portavoces oficiales o las ruedas de prensa más propagandísticas que informativas. Nuestra prioridad era escuchar a quienes apenas se escuchaba y abordar a fondo sus/nuestras preocupaciones: los migrantes, la memoria histórica, el republicanismo, el movimiento antidesahucios, el laicismo en una España que sigue manteniendo privilegios a la Iglesia católica… La defensa radical de la igualdad era una bandera y un compromiso firme, por eso creamos la sección Femenino Plural o dimos voz a las múltiples sensibilidades del movimiento LGTBI. Creo que hubo bastantes asuntos claves para profundizar y mejorar la democracia en los que Público se volcó.

También supo mirar más allá de Madrid y de otra forma a Catalunya.

Es otro de los rasgos que caracterizaba (y me temo que ahí seguimos) el panorama mediático y político: el centralismo o madrileñismo. Éramos conscientes de ello y procurábamos en todas las áreas acercarnos a la realidad diversa y plural desde una concepción de España como Estado plurinacional. Lo que para la mayoría de los medios era motivo de confrontación, polarización o demonización, desde Público lo considerábamos enriquecedor.