Di sí a un sueño de calidad y reparador para empezar con energía el otoño

Dra. Carmen Gutiérrez, Coordinadora de la Unidad del Sueño multidisciplinar del Hospital Quirónsalud Córdoba

Aprendiendo a dormir. El sueño nace y se haceDormir es imprescindible para nuestra salud, no sólo física, sino también a nivel mental. Y es que así lo atestigua nuestra naturaleza, que hace que un tercio de nuestra vida lo pasemos durmiendo. El problema es que en esta sociedad actual son tantas las exigencias del día a día que, en gran parte de las ocasiones, tenemos totalmente sacrificado el acto de dormir, no le concedemos la importancia que merece para nuestra salud y bienestar, y no logramos dormir las horas suficientes, ni tampoco gozar de un verdadero sueño reparador.

Dormir es como nuestro ‘taller de reparación, de mantenimiento, y de recuperación’. Mientras dormimos, el cerebro limpia todas las sustancias tóxicas y hace que estemos ‘reparados’ y listos para el día siguiente. Así podemos estar activos y realizando las actividades que nuestro día a día nos marca.

Descansar es primordial para nuestro cerebro, pero también para nuestro sistema inmunitario, nuestro sistema endocrino (afectando a las hormonas del estrés y del crecimiento, por ejemplo), regulando nuestro apetito o respiración, así como nuestra salud cardiovascular.

Si dormimos bien, tendremos una vida más saludable

Dormir es una “necesidad básica” a la que no se le suele dar la importancia que tiene, cuando realmente es fundamental para tener una vida más saludable.

Durante la noche, los órganos y procesos internos trabajan arduamente. Dormir mantiene todos los aspectos del cuerpo en orden, como el equilibrio energético y molecular, la función intelectual, así como el estado de alerta y el humor, señalan a este respecto desde los Institutos Nacionales del Sueño de Estados Unidos (NHS, por sus siglas en inglés).

De hecho, esta institución pone de relieve que quienes duermen menos y peor tienen un peor rendimiento productivo en el trabajo, aparte de que, por ejemplo, resuelve peor los problemas, presta menos atención al detalle, no razona igual, tienen más posibilidades de sufrir accidentes, al tiempo que la falta de sueño puede influir en el humor de la persona, y en el largo plazo puede favorecer la aparición de depresión.

Hábitos para dormir mejor

Con todo ello, y a la hora de dormir mejor en cualquier época del año es preferible evitar productos con estimulantes como el café o el té antes de dormir.

Estos interfieren en el sueño, como también hace el alcohol, puesto que, aunque puede producir somnolencia al principio de la noche, lo que realmente provoca son más despertares, y un sueño más superficial, lo que equivale a un peor descanso, y además puede agravar problemas respiratorios durante el sueño, como el ronquido y la apnea.

Igualmente, a la hora de lograr un sueño más reparador es esencial evitar el tabaco, a pesar de que muchas personas lo utilizan como relajante, incluso fuman antes de dormir o en los despertares durante la noche porque tienen una falsa percepción de relajación, pero es un estimulante a evitar. Tampoco se recomienda que los niños tomen chocolate o alimentos azucarados antes de ir a la cama, por su efecto estimulante, y dado que así se retrasará la hora de dormirse y fragmentará su sueño.

Deben evitarse las cenas copiosas dos horas antes de acostarnos, especialmente en las épocas más calurosas del año, ya que además de tener sensación de pesadez, aumentará también la temperatura interna empeorando la calidad del sueño.

Por otro lado, y aunque pueda parecer contradictorio, ocasiones en las que una ducha de agua tibia nos puede ayudar a bajar nuestra temperatura interna y hacer que nos resulte más fácil conciliar el sueño y relajarnos.

Hay que hacer ejercicio

El ejercicio físico nos ayuda a mejorar el sueño siempre que se practique en las primeras horas del día, tratando de evitar realizarlo en las últimas horas del día, ya que además de que nos activa, sube nuestra temperatura interna y dificulta la conciliación y el mantenimiento del sueño durante la noche.

A la hora de irnos a la cama, según la Sleep Foundation, la temperatura ideal está en torno a los 18 grados; sin embargo, esto puede ser variable entre distintas personas, y por lo general, el consejo más extendido es una temperatura de entre 18-22 grados. Se considera que por encima de 32 grados el sueño se ve alterado, no sólo por la dificultad para conciliarlo al inicio de la noche, sino porque hace que el sueño sea más superficial, menos profundo, y más fragmentado.

Por eso, para mejorar nuestro descanso es importante mantener fresca la habitación durante el día, evitando que dé la luz bajando las persianas y ventilando la estancia para que se renueve el aire durante los días calurosos.

No a las pantallas por la noche

Aparte, hay que establecer un ambiente de sueño adecuado, tranquilo, sin dispositivos electrónicos, ya que estos impiden a nuestro cerebro poner en marcha los mecanismos propios del sueño.

Cuando es de día, o estamos expuestos a luz potente artificial, nuestro cerebro entiende que es de día y que debemos estar activos, y, por tanto, bloquea todos los mecanismos de sueño. Se ha estudiado y comprobado también que es igual de importante la oscuridad para conciliar el sueño como exponernos a luz natural, a ser posible en las primeras horas de la mañana.