El asma infantil: una enfermedad que puede controlarse

Dra. Lilian Herrera VelascoCoordinadora de la Unidad de Neumología y Alergia Pediátrica del Hospital Universitari General de Catalunya

El número de niños con asma en España ha aumentado en los últimos años, influenciado por el crecimiento de las infecciones virales y la contaminación ambiental.

Actualmente, entre un 10 % de la población infantil padece asma, un incremento notable comparado con el 5-7 % de hace cinco años. Los factores ambientales, la exposición a alérgenos y la vida sedentaria son algunos de los responsables del aumento de casos.

Una dolencia limitante

El asma es una enfermedad crónica inflamatoria y obstructiva de los bronquios. Afecta a los niños en su vida diaria, provocando síntomas que interfieren con su actividad, aumentando el ausentismo escolar y, en casos no controlados, limitando la actividad física y deportiva.
El asma en niños presenta diferentes tipos y grados de gravedad que requieren un diagnóstico adecuado y un tratamiento oportuno. En menores de tres años, suele estar inducido por infecciones virales, mientras que en niños mayores predomina el asma alérgica o la provocada por el ejercicio. También se puede clasificar en leve, moderado o grave, dependiendo de la intensidad de los síntomas, si bien es importante saber que un asma grave puede cambiar a leve con un buen tratamiento.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico del asma puede realizarse desde edades tempranas. Cuando un lactante presenta varias bronquitis, ya se considera la posibilidad de que posteriormente desarrolle asma. Los primeros síntomas suelen aparecer en los primeros años de vida y, en el caso de los niños alérgicos, puede manifestarse un poco más tarde.

Los signos clásicos del asma incluyen dificultad respiratoria y sibilancias (ruidos respiratorios agudos), aunque en los bebés a veces se manifiesta con catarros repetidos o una tos crónica que no mejora con los tratamientos habituales. Entre los síntomas más comunes se encuentran la tos persistente, las sibilancias, la dificultad para respirar y la tos al hacer esfuerzo físico.

Para evitar crisis asmáticas, los padres deben tomar algunas precauciones importantes. El asma más común en los primeros tres años está provocada por virus, y las guarderías pueden aumentar la exposición a infecciones que agravan la enfermedad. En estos casos, es recomendable evitar llevar a los menores de un año a la guardería, cuando sea posible. Además, mantener el hogar limpio, libre de humo de tabaco, y cuidar los cambios bruscos de temperatura son medidas clave. En el caso de los niños alérgicos, es fundamental evitar la exposición a alérgenos como los ácaros y el polen.

Si un niño experimenta una crisis asmática, es esencial evaluar su respiración y, en caso de necesidad, administrar broncodilatadores recetados. Si los síntomas persisten, se debe acudir a urgencias para una valoración médica. La colaboración del personal escolar también juega un papel crucial en la identificación y tratamiento de las crisis asmáticas.

En definitiva, aunque el asma no tiene cura, con un buen control de la enfermedad los niños pueden llevar una vida normal y evitar complicaciones futuras. El manejo adecuado en la infancia puede prevenir que el asma se agrave en la vida adulta.