Los pueblos medievales de interior más bonitos de Catalunya

Joana Costa

La Catalunya interior esconde verdaderos tesoros medievales: castillos, murallas y calles adoquinadas acompañan al viajero a los comedores cistercienses, al cultivo de huertos monacales y a la elaboración de dulces de monasterio, así como al interior de misteriosas casas de piedra e iglesias construidas hace más de mil años.

En el corazón de Tarragona, Montblanc es uno de los emblemas de la era medieval catalana, con unas murallas, torres y portales que guían los pasos del visitante, que se sorprenderá de su buen estado de conservación. Además, entre estas murallas resuenan los ecos de la leyenda de Sant Jordi, ya que, según el imaginario popular, el santo mató al dragón para rescatar a la princesa en sus retorcidas calles. 

Cercanos a Montblanc, se encuentran tres monasterios ineludibles para el amante de la era medieval, integrados en la Ruta del Císter: Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges, que, conjuntamente, albergan el secreto monacal mejor guardado del románico catalán.

Rupit i Santa Pau

En la comarca de Osona, la era medieval adopta el nombre de Rupit, un pueblo cuya historia nace alrededor del año 100. Las casas de piedra y el puente colgante de esta localidad, junto al salto de agua del Sallent, se dan la mano con una impresionante naturaleza que hace las delicias tanto de senderistas, como de familias y amantes de la gastronomía.

También Santa Pau es uno de los pueblos medievales de Cataluña más icónicos. Situado en pleno Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, tiene puntos de interés especial como el volcán de Santa Margarida, el volcán Croscat o la Fageda d’en Jordà. El pueblo conserva el interesantísimo recinto de la villa vieja, con una fisonomía y unas características medievales muy marcadas. Destaca la plaza Mayor o Firal dels Bous: una plaza porticada de perfil irregular y arcos desiguales que tiene una innegable personalidad y que se dispone alrededor del castillo, un edificio grande, compacto y robusto que se levanta en el punto más alto del pueblo.

Peratallada, Mura y Beget

Con otro talante, Peratallada, en el Baix Empordà, es uno de los núcleos medievales más importantes de Cataluña. Es un magnífico conjunto arquitectónico presidido por un elegante castillo y rodeado de murallas y un foso, que ha sabido preservar perfectamente su antiguo aspecto feudal de calles estrechas y tortuosas. Como particularidad, existen varias cavidades y surcos practicados en la roca viva, y como mínimo se sabe que Peratallada ya existía en la época altomedieval.

Exitoso por su ‘cameo’ en la famosa película ‘Pa negre’ (la masia Puig de la Balma), Mura es otro de los pueblos medievales que no hay que dejar de ver en la Catalunya interior, en concreto en la comarca del Bages. Aunque sus dimensiones son muy reducidas, destaca la buena conservación de sus calles y de sus casas, así como de su ermita e iglesia. También es un gran reclamo la imponente naturaleza que lo rodea, ya que se encuentra en el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac.

Más al norte, en medio del frío pirenaico se alza la localidad medieval de Camprodón, atravesada por el gélido río Ter. Su puente medieval del siglo XII es uno de los mayores reclamos turísticos, aunque no solo, ya que esta localidad también fue la cuna del compositor Isaac Albéniz. Pero su encanto rivaliza con Beget, un pequeño núcleo perteneciente al término municipal de Camprodon que cuenta con un conjunto arquitectónico que conserva todas sus edificaciones medievales de piedra, con callejuelas estrechas, plazas centenarias y varios monumentos románicos, como la iglesia de San Cristóbal o los puentes que unen sus tres sectores. 

Montsonís, Arties i Taüll

En Lleida, Montsonís es una tierra de fortalezas con su castillo construido en el 1024, de gran encanto medieval, que preside la localidad, integrada también por bellas casas de piedra. Esta localidad fue una importante villa durante la Edad Media debido a su situación fronteriza con el mundo árabe, y aparte del castillo cuenta con una iglesia románica, la de San Urbano, y un monasterio, el de Salgar, a los pies del río Segre.

En la Val d’Aran destaca también Arties, una localidad de notables casas renacentistas en su casco antiguo, y de Salardú, donde se encuentra una de las joyas del románico aranés: , Sant Andrèu iglesia con una torre octogonal, destacados frescos murales y su Cristo de madera. También Taüll, donde se encuentra la quintaesencia de ese arte románico: Sant Climent y Santa María, ambas iglesias consagradas en el año 1.123 con tan solo un día de diferencia. En Sant Climent, un video mapping da vida a los frescos del ábside mayor y el presbiterio.