FOTO: Generalitat de Catalunya

El viaje de los residuos después de desecharlos

Público

Una vez conocemos en qué contenedor debemos tirar cada desecho, una de las preguntas más frecuentes que nos hacemos suele tener relación con el destino de aquello que depositamos en los contenedores. 

Tal y como recuerda la Agència de Residus de Catalunya, desde el punto de vista ambiental, el mejor residuo es el que no se genera, por lo que la prioridad de las normativas es trabajar en la prevención. Sin embargo, la gestión de los residuos generados sigue siendo relevante: ya sea a partir de la preparación para su reutilización, para su reciclaje o por otras formas de valorización. Y para esto son necesarios sistemas eficientes de recogida. Hay que tener en cuenta que uno de los objetivos que ha fijado la Unión Europea es el de llegar al año 2035 con un 65% de reciclaje de residuos municipales y un máximo de un 10% de residuos municipales en vertederos.

La Generalitat de Catalunya dispone de diferentes instalaciones donde se tratan los residuos con el objetivo de reciclarlos o convertirlos en algún otro recurso. 

En Catalunya hay hasta siete instalaciones con finalidades distintas. La más conocida por su uso ciudadano es la de los puntos limpios. Son centros de recepción selectiva de productos donde se preparan para tratamientos posteriores. Entre los elementos que podemos llevar allí se encuentran neumáticos, pilas, baterías, disolventes, pinturas, aceites y residuos voluminosos como muebles, electrodomésticos o aparatos electrónicos. Hay diferentes tipos de puntos limpios. Por lo que respecta al tamaño, se dividen en pequeña, mediana, grande o mini según la superficie de su emplazamiento y el número de población al que da servicio. También se distingue entre los puntos limpios fijos y los móviles. Estos últimos consisten en un vehículo adaptado de recogida que, con un calendario preestablecido, se desplaza por el municipio para acercar el servicio a sus vecinos.

Las instalaciones de punto limpio pueden ser utilizadas por los ciudadanos en general, pero también por los comercios, oficinas y servicios. Es la diferencia con el resto de plantas de valorización y reciclaje de residuos existentes, donde se realiza el tratamiento de estos. Un ejemplo son las plantas de compostaje de FORM –Fracción Orgánica de los Residuos Municipales–. El compostaje es un proceso que transforma los residuos orgánicos degradables en un producto que puede utilizarse como abono orgánico. La duración del proceso puede durar entre 10 y 16 semanas y se divide en diferentes fases: la de recepción y preparación de la mezcla; la descomposición –con temperaturas de hasta 70 grados– que es la fase más activa del proceso y la maduración, cuando la materia orgánica empieza a estabilizarse. Cuando finaliza el proceso de compostaje, se hace un tratamiento posterior para comercializarlo. 

En Catalunya hay 26 plantas de compostaje. Pero no es la única instalación dedicada a obtener compost a través de la fracción orgánica. Los Ecoparques también lo hacen pero, además, tratan la fracción resto –lo que tiramos al contenedor gris– donde aún puede haber materia orgánica. La finalidad es obtener biogás, una fuente de energía renovable que se genera con la degradación de estos residuos y se aprovechará para producir electricidad. En Catalunya existen cuatro Ecoparques: Zona Franca en Barcelona, Montcada i Reixac, Sant Adrià de Besòs y Hostalets de Pierola. 

Otra de las instalaciones que gestiona la Generalitat de Catalunya son las plantas de selección donde se separan las fracciones recuperables para la comercialización. Se divide en tres tipos: planta de selección de envases ligeros; de residuos procedentes de fracción inorgánica –los envases más el resto de materiales que no han sido reciclados previamente– y las llamadas multiproducto que tienen las mismas características que las de envases ligeros pero que también deben seleccionar una gran cantidad de papel y cartón.

¿Y qué pasa con los residuos procedentes de la construcción? También pueden reutilizarse a través de las plantas de reciclaje de escombros. Y para mejorar el transporte de estos residuos hasta los depósitos controlados existen las plantas de transvase. No solo de residuos de la construcción sino también de residuos municipales. Se trata de instalaciones intermedias entre los lugares de recogida y las plantas de gestión de residuos. Con estas plantas, se disminuye el coste del transporte de los residuos utilizando equipos de almacenamiento, compactación y transporte de gran capacidad.

Una vez repasado a dónde se dirige todo aquello que separamos, ¿qué sucede con el resto? Las plantas de valorización energética de residuos municipales son instalaciones donde tiene lugar un proceso de combustión controlada con estos residuos. La fracción no reciclable se transforma en escorias, cenizas y gases. En las incineradoras, se reduce de manera importante el volumen de residuos y se aprovecha la energía que contienen para generar electricidad. De ese modo, todo lo que tiramos a la basura, se aprovecha.