FOTO: Pixabay

Todo lo que deberías saber sobre la fracción orgánica

Público

De entre los residuos que separamos en casa, los hay que debemos tirar con mayor asiduidad. La orgánica puede convertirse en una de las fracciones cuya bolsa llenamos con más facilidad, dado que en ella deben terminar los restos de comida y los de jardinería de pequeñas dimensiones. Es por ello que nos puede ser muy conveniente retener algunas indicaciones para separar esta fracción como es debido.

La frecuencia con la que generamos residuos de la fracción orgánica puede estar en función de lo que nos guste cocinar, de si tenemos plantas en casa o del funcionamiento del sistema de recogida de residuos de nuestro municipio. En todo caso, es necesario depositarlos en bolsas compostables, según l'Agència de Residus de Catalunya. Llevar a cabo la separación en cualquier otro tipo de bolsa no es deseable, ya que significa introducir impropios en esta fracción, es decir, residuos que se han depositado allí donde no corresponde, lo que dificulta y encarece el proceso para su tratamiento.

En las poblaciones donde debemos llevar nuestros residuos a los contenedores, el de la orgánica se corresponde con el marrón. Su contenido es de gran valor. Cuando los restos de comida y jardinería son tratados en plantas especializadas, denominadas Ecoparcs, se obtiene compostaje de calidad, un fertilizante muy apreciado, y también biogás, con el que se produce electricidad. Por estos dos motivos es importante separar correctamente la orgánica, una fracción que aún nos puede suscitar algunas dudas sobre qué residuos admite, especialmente porque ha sido la última a incorporarse entre las opciones para reciclar.

Además de restos de comida –también las conchas de los mejillones y las almejas– y de jardinería –flores y tierra de las plantas incluidos–, hay algunos otros residuos que se tiran con la orgánica, muchos de ellos generados mientras cocinamos o disfrutamos de una comida. Se trata de las servilletas de papel usadas, los palillos de madera –como los del vermut–, los tapones de corcho –como los del vino–, las bolsitas de las infusiones, el poso del café –también los filtros de las cafeteras de goteo– y el papel de las magdalenas.

Al contenedor marrón también van los excrementos de los animales domésticos, siempre que no lleven arenas absorbentes, en cuyo caso van a la fracción resto (contenedor gris). También se deben tirar al gris el polvo de barrer, un chicle mascado, las colillas y una bayeta o un estropajo, mientras que al contenedor de envases ligeros (el amarillo) también es para el papel de film y el de aluminio. Al punto verde debemos llevar las cápsulas de café, las macetas de cerámica y las de plástico. En caso de que aún os queden más dudas acerca de si un residuo va al orgánico o no, siempre se puede consultar la web Residuo, ¿dónde vas?.

Separar la orgánica en casa y hacerlo correctamente tiene sus beneficios, como destaca la Agència de Residus de Catalunya. Recuerda que en los últimos 25 años se han recogido selectivamente 6,5 millones de toneladas de residuos orgánicos: 414.141 toneladas se recogieron en 2020, y los municipios que consiguen una separación más eficiente y eficaz de esta fracción son los que han optado por la recogida puerta a puerta (ya son más de 300, la mayoría, pequeños). Actualmente, el modelo de recogida puerta a puerta en Catalunya está presente en 232 municipios dando servicio a 600.000 habitantes, y a día de hoy hay cerca de unos 130 que se están preparando para implantar el sistema hasta el próximo 2023.

Gracias a su tratamiento para obtener compost, se ha evitado la emisión de 1.476.422 toneladas de CO2 equivalente a la atmósfera y que se habrían generado si estos residuos hubiesen acabado en el vertedero. Si tenemos en cuenta que un turismo que circula 10.000 quilómetros al año emite una tonelada de CO2 equivalente, en el último cuarto de siglo se ha producido un ahorro que se correspondría al que emiten 1.476.422 coches.