Janet Jackson y Justin Timberlake actúan en el descanso de la Super Bowl de 2004 en Houston. Foto: Jeff Haynes / AFP Janet Jackson y Justin Timberlake actúan en el descanso de la Super Bowl de 2004 en Houston. Foto: Jeff Haynes / AFP

El pezón que nunca vimos

Fue el primer domingo de febrero de hace casi 20 años. Se acercaba el final de la actuación del intermedio...

Nagua AlbaPsicóloga especializada en psicología de la educación. Exdiputada en el Congreso

Fue el primer domingo de febrero de hace casi 20 años. Se acercaba el final de la actuación del intermedio de la Super Bowl, en la que ese año había una pintoresca mezcla de artistas: Jessica Simpson, Janet Jackson, P. Diddy, Nelly, Kid Rock, Justin Timberlake y las bandas de marcha de la Universidad de Texas y la Universidad de Houston (esta fue, sin duda, la mejor parte). Un espectáculo un tanto tópico y aburrido que muy probablemente no habría pasado a la historia, aunque sé que en esto caigo en un cierto revisionismo porque después he visto las impresionantes actuaciones de Lady Gaga, Beyoncé o Rihanna en ese mismo escenario.

No habría pasado a la historia si no llega a ser porque justo cuando terminaba la canción Rock Your Body, que incluye los versos Let's make a bet/'Cause I gotta have you naked by the end of this song (hagamos una apuesta/Porque tengo que haberte desnudado al final de esta canción), Justin Timberlake arrancó a su compañera de escenario, Janet Jackson, la parte del top que cubría su pecho derecho, dejándolo al descubierto. Esta imagen es ya indeleble en el imaginario colectivo y no tengo la menor duda de que toda persona que en 2004 levantara más de dos palmos del suelo y tuviera una televisión en casa recuerda nítidamente el pecho desnudo de Jackson decorado con una pezonera dorada.

A partir de ahí, se desató la locura. La Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU empezó a recibir cientos de miles de quejas de público escandalizado por la escena. El Daily News lo denunció en portada con una gran foto (eso sí, el pezón bien tapadito con un recuadro negro). Incluso la Primera Dama, Laura Bush, se horrorizó públicamente al estilo Helen Lovejoy en Los Simpson: "¿Es que nadie va a pensar en los niños?". A la MTV se le prohibió volver a producir el espectáculo y la CBS fue condenada a pagar más de medio millón de dólares por escándalo público (aunque tras una larga batalla judicial, el Tribunal Supremo anuló la multa por inconstitucional).

Además del impacto en el momento, el Nipplegate, como fue bautizado, tuvo repercusiones a largo plazo. Desde entonces, el espectáculo se emite con unos segundos de retraso para que haya tiempo de eliminar cualquier actitud escandalosa no prevista. Esta misma estrategia fue adoptada en la emisión de los Grammy y los Oscar. El delirio censor se extendió por el país y la NFL sustituyó en otro evento a JC Chasez, cantante de NSYNC, por unos bailarines de hula porque su música era "inapropiada". Beyoncé tuvo que cambiar de canción en su actuación para la All-Star de ese mismo año porque Naughty Girl era demasiado "guarrona" para la NBA.

Pero, sin duda, quien pagó el precio más alto fue la propia Janet Jackson. En pocos días, la artista fue vetada de la CBS, de la MTV y de todo el grupo de radios Infinity Broadcasting, que dejaron de emitir sus vídeos y canciones. También le fue retirada la invitación a los premios Grammy y a un tributo a Luther Vandross donde iba a actuar. La artista tuvo que renunciar al papel protagonista en una película que ya tenía cerrada… ¡y hasta retiraron de Disney World una estatua de Mickey Mouse vestido como ella! Janet Jackson fue eliminada del panorama musical y televisivo estadounidense, pero no así Timberlake. Él sí fue a los Grammy (y ganó dos), sí actuó en la gala de Vandross y no tuvo que afrontar grandes penitencias más allá de una declaración en la que, eso sí, nos regaló una de las expresiones más lamentables y delirantes de la historia del espectáculo: "Wardrove malfunction" (fallo de vestuario).

En realidad daba igual que Timberlake hubiera sido quien arrancara el top (y, por lo que ha confesado posteriormente, también el artífice de todo aquello). Lo importante era que ella lo había permitido. Lo ilustra a la perfección el titular de la crónica de ABC en aquella época: "Janet Jackson provoca un escándalo en la Super Bowl al mostrar su pecho en escena". Posteriormente, en el cuerpo de la noticia, se señala que "en el frenesí de su dúo con Timberland, a mitad del encuentro, éste le abrió parte de su corpiño dejando al descubierto su pecho derecho, cuyo pezón, por cierto, estaba cubierto con una especie de broche punky" (aunque mi titular favorito del ABC de esa época no dejará de ser el del día anterior: "El seno de Janet Jackson desata el escándalo"). Ella provocó un escándalo, él le abrió el corpiño en el frenesí de la actuación. Para sorpresa de nadie, la censura se cebó con la mujer negra mientras el hombre blanco veía su carrera dispararse.

Pero algo ha sucedido en estos 18 años. Una década después del Nipplegate, Michael Powell, el entonces presidente de la FCC, admitió que el trato que se había dado a Jackson había sido injusto y reconoció que las consecuencias no habían sido las mismas para Timberlake cuando, de hecho, había sido él quien le arrancó la ropa a ella. También el cantante se disculpó recientemente con la artista: "Siento mucho todas las veces […] en las que hablé cuando no me tocaba o no intervine para defender lo que era justo. Asumo que me […] beneficié de un sistema que aprueba el racismo y la misoginia". Algo es algo.

Hace un año, la cantante Rigoberta Bandini se presentaba en el escenario del Benidorm Fest junto a una teta gigante (y tanto ella como su prima Memé se las sacan "al estilo Delacroix" siempre que les viene en gana). Al revés que Laura Bush, el presidente Pedro Sánchez declaró que si la Unión Europea de Radiofusión la censuraba, España se retiraría del concurso porque la cantante contaba "con el apoyo del presidente del Gobierno, así como de todos los ministros, para mostrar un seno, a poder ser el izquierdo, en cualquier escenario del mundo". Salvando las distancias entre la sociedad estadounidense y la española, y asumiendo que los pezones siguen siendo censurados (no hay más que darse una vuelta por Instagram, o repasar los recientes comentarios de cierto miembro de la ultraderecha en alusión a una ministra), algo ha cambiado.

"Nuestras tetas son cada vez menos objeto de escándalo y provocación, nuestras tetas empiezan a ser, al fin, nuestras"

Ahora existe un movimiento como Free The Nipple, los pezones ya no son (solo) algo que puede empezar a mostrarse con orgullo, sino incluso un lugar desde el que reivindicarse. Nuestras tetas son cada vez menos objeto de escándalo y provocación, nuestras tetas empiezan a ser, al fin, nuestras. Y gran parte de aquello se lo debemos a Janet Jackson, cuyo pezón, por cierto, nunca vimos… porque estaba cuidadosamente tapado por una preciosa pezonera.