Castillete del Pozu Tres Amigos, Mieres.- DAVID AGUILAR SÁNCHEZ

El relato mejor conservado de la revolución industrial en Europa

Diferentes iniciativas sociales e institucionales tratan de recuperar el enorme patrimonio que los dos siglos de industria han dejado en las cuencas mineras.

Andrea Núñez

"Seguramente tengamos el relato mejor conservado de la revolución industrial de toda Europa". La frase es de Marcos Merino, cineasta asturiano y experto en patrimonio industrial. Junto a la productora Marta Fernández. Merino ha fundado patrimoniuindustrial.com, una exhaustiva web con la que ambos buscan dar a conocer la historia del patrimonio asturiano desde un punto de vista audiovisual, con más de 1.000 fotografías y vídeos de 300 enclaves industriales asturianos. Se trata de una magnífica guía para descubrir los tesoros industriales de los valles mineros, muchos de ellos en ruinas o devorados por la vegetación.

Las cuencas mineras fueron un territorio clave en la industrialización española, pero con el declive del carbón autóctono hoy la inmensa mayoría de las antiguas fábricas y pozos se han convertido en baldíos sin atractivo para invertir en su conservación, espacios en ruinas con los que nadie sabe qué hacer y para los que las administraciones locales buscan nuevos usos ligados a actividades económicas productivas, y no solo relacionadas con la cultura, el turismo o el ocio. José Luis Soto, minero jubilado e integrante del grupo de Arqueología Industrial de la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara, considera que se debería cambiar la forma de actuar con el patrimonio industrial: "Darle un uso a los espacios y luego rehabilitarlos, y no al revés". Un ejemplo de esas malas prácticas que fueron frecuentes en tiempos de vacas gordas es el sanatorio del antiguo poblado minero de Bustiello, un espacio histórico que fue rehabilitado por la iniciativa pública, pero que sin un proyecto de nuevos usos quedó otra vez abandonado a su suerte. Desde la plataforma ciudadana que lucha por su recuperación insisten en que su conservación debe estar asociado a buscarle un nuevo destino ligado al campo sociosanitario.

Hay vida más allá de los museos mineros

En 1994 abría sus puertas en El Entrego, perteneciente al concejo asturiano de San Martín del Rey Aurelio, el Museo de la Minería de Asturias, uno de los más visitados de Asturias, y cuyo éxito ha impulsado otros museos mineros, en Langreo y Castrillón, así como la reapertura turística del Pozu Sotón, en el que el visitante puede bajar al interior de una mina real e incluso picar carbón. No obstante, la conclusión generalizada hoy en las cuencas es que la conservación del patrimonio no puede pasar solo por la museización, y que es necesario buscar salidas al patrimonio más allá del turismo. "Si estos edificios servían para una actividad económica productiva, ¿por qué actualmente no pueden servir para lo mismo?", se pregunta José Luis Soto. La cultura y el patrimonio crean sinergias y esto se puede traducir en generar actividad económica y empleo. Un edificio que tuvo un pasado productivo puede seguir teniéndolo. Ejemplos de ello son la ciudad tecnológica de Valnalón, en Langreo, que aprovecha parte de la antigua fábrica de Duro Felguera, o la nave y el lavadero de Sovilla, en Mieres, que ahora se utiliza como oficinas de la empresa Rioglass, dedicada a la transformación del vidrio.

Castillete del Pozu Polio, Mieres.- DAVID AGUILAR SÁNCHEZ

Para Soto la consideración social del patrimonio industrial en las cuencas ha avanzado mucho, aunque critica que a menudo se enfoque solo a los edificios y se olvide de la parte social y cultural de la minería y la industria. A pesar de su importancia en la historia de Asturias, la comunidad sigue sin contar con un museo dedicado al movimiento obrero. Marcos Merino considera fundamental atender también a "la memoria inmaterial", la de los trabajadores: "Continúa viva y es la más frágil". Por eso en su web no solo fotografían arquitectura, sino que también graban en vídeo a antiguos trabajadores. Merino señala que hay niños en las cuencas que ya no saben casi nada sobre la cultura minera. "O cuidamos la memoria o esa transmisión cultural puede romperse muy rápido", reflexiona el cineasta, director del documental ReMine.

La recuperación del Pozu Santa Bárbara

El 2 de julio 1995, en el valle de Turón, Mieres, el Pozu Santa Bárbara echaba el cierre, tras casi 80 años extrayendo carbón. Serían los jóvenes del valle, muchos de ellos hijos y nietos de los mineros que habían trabajado allí, los que iniciarían la lucha por evitar que el pozo, de 1913, cayera en la ruina. Y es que cuando casi nadie miraba en Asturias para el patrimonio industrial, la Plataforma Juvenil de Turón, en contacto con otras asociaciones de jóvenes de la cuenca del Ruhr, se estaba fijando en lo que Alemania había hecho con sus antiguas minas y fábricas. "Nos dimos cuenta de que el futuro del valle pasaba por la naturaleza y el patrimonio minero" explica Miguel Prado, ex presidente de la Plataforma Juvenil de Turón, y al que le tocó desde colocar pancartas a negociar con las instituciones para lograr la recuperación de Santa Bárbara.

La movilización social lograría en 2010 la primera declaración de Bien de Interés Cultural para un pozo minero. Sin embargo, el Estado tardaría otros 10 años en ceder a Mieres la antigua explotación carbonífera. La reinauguración del Pozu Santa Bárbara como PZSB, un nuevo espacio de exposiciones, intervenciones y eventos, se ha hecho esperar hasta 2021. Veintiséis años después de su cierre.

Poblado minero de Bustiello, Mieres.- DAVID AGUILAR SÁNCHEZ

Por el PZSB han pasado desde su reinauguración miles de personas y se ha convertido en noticia en los principales medios españoles. La concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Mieres quiere que el PZSB sirva como precedente y revulsivo para más iniciativas que den vida al valle. Una de ellas es el programa Bocamina, que convierte espacios como el Pozu Espinos de Turón, en restaurante por una noche.

Los jóvenes que en plena reconversión minera visionaron una nueva vida para el pozo ya peinan canas. Muchos de ellos ni siquiera viven en el valle, que en los años 60 alcanzó los 20.000 habitantes y a día de hoy apenas llega a los 4.000. Sin embargo, aunque tardío y en diferido, su éxito ha logrado un reconocimiento sin precedentes para un pozo minero y para prestigiar y dar a conocer el patrimonio de las cuencas.