Olivos en El Perelló.- HANS HILLEWAERT Olivos en El Perelló.- HANS HILLEWAERT

Mediterráneo, ¿quo vadis?

El Mediterráneo, esa cuna; esa identidad que nos mece, esa región de olivos y aguas turquesas.

Por Queralt CastilloAtenas, Grecia

"Abordar el tema 'Mediterráneo' en el contexto de una feria de arte parece una tarea compleja. ¿Cómo abrir un debate sobre esta criatura incontrolable y agridulce? ¿Cómo podemos promover un reencuentro centrado en este mar tan disputado, que ha sido (y sigue siendo) moldeado por sucesivas conquistas y regímenes imperiales, así como por un tipo único de convivencia: un conjunto de alianzas Sur-Sur que transformaron e impactaron en las sociedades de todo el mundo?". Con esta reflexión abre Marina Fokidis Cuando las olas se encuentran, uno de los textos de The Mediterranean: a round sea, compendio de pensamientos acerca de este mar que formaron parte de ARCO 2023. En ese primer texto que abre el libro, Fokidis, también editora del mismo, escribe sobre la posibilidad y la necesidad de "recuperar una consciencia más esférica de esta región tan particular, con su geografía móvil e inestable y su atracción gravitatoria". Este pequeño mar "en forma de cuenco" […] compuesto por "proximidades líquidas" también es un mar que "une y mata, desplaza y reterritorializa, ama y odia, todo al mismo tiempo".

Y es este Mare Nostrum, de leyendas y aguas cristalinas, turquesas, el mismo que atrapó a Ulises; el mismo por el que se ganaron y se perdieron imperios, el que ocupa el monográfico de Público este último trimestre. Un mar redondo y, a menudo, por no decir, siempre, complejo de entender. Un mar, como escribe Marina Fokidis, que se ama y se odia; un mar en el que se vive y se muere, en función del pasaporte que tengas; un mar de identidades líquidas pero de historias compartidas en el que abundan las diferencias, pero también las similitudes. Pueblos encadenados a unas mismas aguas que se miran de frente y se desafían, pero que también son capaces de cooperar, aunque no lo hagan a menudo. "[...] Hoy, quizás más que nunca, las identidades nacionales no flotan libremente, sino que están circunscritas por límites y fronteras. La patrulla Frontex forma parte del Mediterráneo tanto como los operadores turísticos, los comerciantes y los socorristas. Por cada cien personas que nadan en las cristalinas aguas azules por la mañana, hay un número similar de personas que luchan por mantenerse a flote o incluso se ahogan por la noche". Esto es el Mediterráneo.

Un viaje de costa a costa

A lo largo de estas páginas hemos amarrado en diferentes puertos, un viaje de costa a costa en el que la periodista Lara Villalón, afincada en Turquía, nos descubre a Yorgos Seferis y nos habla de la Catástrofe de Asia Menor, la particular Nakba griega, que constituye uno de los eventos más traumáticos del el país heleno; también hemos anclado el barco en La Serenissima y hemos navegado por la costa del Adriático, ese gran desconocido, de la mano del traductor y balcanólogo Marc Casals, que ha escrito un texto precioso desde Zagreb, en Croacia. La poeta Laura Casielles va más allá y se pregunta —y nos pregunta— "si tenemos, acaso, una manera de ser mediterráneos, si ese puede ser un lugar de pertenencia".

El Mare Nostrum es cultura, poesía y leyenda; sin lugar a dudas. No son pocos ni pocas los que se han inspirado en sus aguas y han escrito sobre ellas y sus costas. Escritores y poetas que han abrazado el salitre y los atardeceres. Sin embargo, el Mediterráneo es mucho más que todas esas historias; es un mar preso de un turismo de masas de tumbona y sol; un mar que se acidifica y pierde especies; un mar que le gana terreno a la tierra a causa del cambio climático y la industrialización, un mar que engullirá ciudades y pueblos costeros en un futuro no muy lejano, si no se le pone freno. Verónica Couto Antelo, bióloga y comunicadora del CREAF y Pablo Rodríguez Ros nos da las claves para entender el futuro de nuestras playas.

Es también, el Mediterráneo, un mar infestado de megacruceros con domicilio en paraísos fiscales, vacaciones de lujo insostenibles al alcance de muy pocos. Servicios que pagamos con nuestros impuestos para que sean aprovechados y disfrutados por los de siempre. "Aquí está la cosa. Unas vacaciones son un respiro de todo lo desagradable, y dado que la conciencia de la muerte y de la decadencia es desagradable, parece extraño que la fantasía suprema de vacaciones de los americanos consista en ser plantificados en medio de una enorme máquina primordial de muerte y putrefacción. Pero en un crucero de lujo 7NC, somos hábilmente involucrados en la construcción de diversas fantasías de triunfo que giran alrededor de la muerte y la podredumbre. Un método para 'triunfar' pasa por los rigores de la mejora personal; y el mantenimiento anfetamínico del Nadir que llevaba a cabo su tripulación es un equivalente poco sutil del acicalamiento personal: dieta, ejercicio, suplementos de megavitaminas, cirugía plástica, seminarios de gestión del tiempo a cargo de Franklin Quest, etcétera".

Mapa de la costa mediterránea en 1912. Achille Dardano.- ISTITUTO GEOGRÁFICO DE AGOSTINI
Mapa de la costa mediterránea en 1912. Achille Dardano.- ISTITUTO GEOGRÁFICO DE AGOSTINI

Quien escribe es William Foster Wallace. En Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, el escritor estadounidense hace una crónica ácida y brillante sobre sus vacaciones a bordo de un crucero de lujo. En 1996, la revista Harper's Magazine le encargó a Foster Wallace una radiografía de esta opción vacacional; el resultado fue una lección periodística de crónica que hoy día continúa estudiándose en las facultades de periodismo. Para escribir sobre el turismo de cruceros no nos hemos embarcado en el Wonder of the Seas, el crucero más grande del mundo, sino que hemos analizado el impacto que este tipo de vacaciones tiene tanto en las ciudades donde se hace parada, como en el medio ambiente. Se puede resumir en dos palabras: contaminación y masificación.

 

“Las profundidades del Mediterráneo están llenas de muertos sin enterrar. ¿Cómo podemos honrarlos?”

Marina Fokidis

En Lampedusa, un pescador me dijo:

—¿Sabes qué pez ha vuelto? La lubina.

Luego encendió un cigarrillo y lo apuró en silencio.

—¿Y sabes por qué están de vuelta? ¿Sabes de qué se alimentan? Pues eso.

 

Apagó el cigarrillo y se fue. La verdad es que no había nada que añadir. De Lampedusa me habían impresionado las manos callosas de los pescadores, los relatos de cadáveres encontrados sistemáticamente al izar las redes —«¿Cómo "siempre"?», «¿Sabes qué quiere decir "siempre"? Siempre»—, alguna barcaza al sol, oxidada, quizá la única forma de testimonio honesto —corrosión, polvo, herrumbre— de lo que está pasando en este período histórico, las dudas de los isleños sobre el sentido de todo ello, la palabra «desembarco» empleada sin ton ni son desde hacía años, pues se trataba ya de auténticos rescates, con la barcaza escoltada a puerto y los pobres cristianos conducidos al Centro de Permanencia Temporal y los lampedusianos que los vestían con su propia ropa, gracias a una misericordia renovada que no quería reflectores ni publicidad, porque hacía frío y aquellos cuerpos había que abrigarlos.

Este fragmento de texto pertenece al libro Apuntes para un naufragio, de Davide Enia (Minúscula, 2017). Porque no se puede escribir sobre el Mediterráneo si no se aborda una de las mayores tragedias que está teniendo lugar en sus aguas: los naufragios. Hablar de la costa de la isla griega de Lesbos o de Lampedusa, en Italia, es hablar de miles de muertes en el mar, pero también es hacerlo de la irresponsabilidad de las políticas migratorias europeas y de la dejadez de gran parte de sus gobernantes. Porque no se puede escribir sobre el Mediterráneo sin mencionar a Frontex, los campos de internamiento de refugiados y refugiadas, la criminalización de los y las trabajadoras humanitarias o las devoluciones en caliente, marca de la casa de la Guardia Costera griega. Para hacerlo, Hibai Arbide Aza, desde Lesbos, radiografía qué ha sucedido desde 2013 hasta la actualidad.

Para poder entender un poco mejor los flujos migratorios y cómo influye en ellos el cambio climático, la periodista Irene Baños entrevista a Amal El Ouassif, especialista en relaciones internacionales y migración del Policy Center for the New South, un think tank marroquí. El Ouassif explica que la escasez de recursos, a pesar de no ser un fenómeno nuevo, es ahora más frecuente. "La población no tiene los medios para hacer frente a los impactos". Un poco más optimista se muestra el ingeniero agrícola Ali Rhouma, entrevistado por Judit Alonso. El tunecino habla sobre la situación de los cultivos de secano, mayoritarios en la región mediterránea, y propone una serie de soluciones de cara al futuro ante la incertidumbre que presenta la crisis climática.

Porque una cosa hay que tener clara: quien piense que el cambio climático no va afectar a los países del Mediterráneo está totalmente equivocado. De hecho, ni siquiera tiene sentido conjugar este tema en clave de futuro: el cambio climático ya es una realidad en este mar "en forma de cuenco". Para tener una idea de qué puede suceder si no se toman las medidas pertinentes, no hace falta irse demasiado lejos, ni en el tiempo ni geográficamente. Septiembre de 2023. Después de pasar por Grecia, Bulgaria y Turquía, la tormenta Daniel llega a Libia. Lo que sucedió ya lo sabemos: al menos 3.000 personas murieron y 9.000 permanecen desaparecidas, según estimaciones de la ONU. Más de 30.000 tuvieron que desplazarse para encontrar un techo bajo el que sobrevivir. La periodista Patricia Simón estuvo allí después del desastre y nos cuenta en estas páginas qué vio entre el lodo después de la catástrofe.

Esas guerras, esas heridas, esas llagas que supuran

Y, por supuesto, no nos olvidamos en estas páginas de otra llaga, como la de los naufragios, que supura en este Mare Nostrum. Se escriben estas líneas durante unos días tristes, llenos de dolor. Un dolor más que incómodo, un dolor enquistado, putrefacto y maloliente. Un dolor que a menudo se confunde con la rabia. El dolor de los muertos y las muertas en la guerra —genocidio, también— en la Franja de Gaza. Desde Zaragoza, después de haber vivido allí cuatro años, escribe Isabel Pérez, experta en la causa palestina. Analiza la postura de los diferentes actores regionales mediterráneos en el conflicto y qué se puede esperar.

Tampoco nos olvidamos de otro conflicto, igual de doloroso. Se trata de la guerra en Siria, que, aunque ya no ocupa portadas en nuestros medios, continúa acumulando muertos y muertas. Para ello contamos con la pluma de Moussa Al Jamaat, del colectivo Baynana, un medio formado por periodistas sirios que residen en España y que llegaron huyendo de la guerra. Todo esto, y posiblemente más, es este Mare Nostrum.