Barcas iluminadas en el lago Martel en el interior de las Cuevas del Drach

Las cuevas de Mallorca, un mundo de fantasía

Cuando pensamos en Mallorca a nuestra mente acuden raudas las imágenes de sus playas paradisíacas, su impresionante catedral junto a la bahía de Palma o las sabrosas ensaimadas típicas de la región. Sin embargo, este paraíso acoge muchos más tesoros que convierten a la isla en un referente para el turismo de todo el mundo.

Entre ellos, se encuentran unos parajes que siempre asombran a grandes y pequeños: las cuevas. Las características y la particularidad del fantástico mundo que constituyen estas galerías y grutas subterráneas provocan que cada una de ellas sea tan especial como única.

Sin duda, las más famosas son las Cuevas del Drach, en Porto Cristo, que albergan el lago Martel, cuyos 117 metros de largo y 30 metros de ancho lo convierten en uno de los lagos subterráneos más grandes del mundo. Su nombre proviene del espeleólogo francés E. A. Martel, quien exploró las cuevas en 1896, aunque las mismas ya eran conocidas en la Edad Media. El mismo año en que Martel se adentraba por estas galerías, Julio Verne las mencionaba en su novela Los viajes de Clovis Dardentor, ambientada, en parte, en Mallorca. Incluso cuenta la leyenda que fueron las Cuevas del Drach las que inspiraron al autor francés para escribir Viaje al centro de la Tierra.

La belleza de las Cuevas del Drach se ve potenciada por su iluminación, diseñada en 1935 por el ingeniero Carles Buïgas, conocido como «el Mago de la Luz», año en que se abrieron al público. La magia de este lugar todavía se acrecienta más si tenemos en cuenta que su visita incluye un breve concierto de música clásica, interpretado por un cuarteto de clave, cello y dos violines, cuyos músicos tocan sobre barcas iluminadas, en las que posteriormente los visitantes pueden pasear por el lago.

Lago Mar de Venecia en las Cuevas del Hams. Fotografía: Wikipedia/Hamscave CC BY-SA 4.0

En Porto Cristo también se localizan las Cuevas dels Hams, descubiertas en 1905. Se las llamó así por el aspecto de sus formaciones arborescentes, las cuales asemejan anzuelos (hams en mallorquín). Se abrieron al público en 1910, lo que las convirtió en las primeras cuevas de España visitables; todo un acontecimiento para la época, ya que contaron con iluminación desde aquel mismo año. El conjunto de Hams está formado por la Cueva Redonda, con un increíble jardín botánico; la Cueva Azul, donde se realiza una proyección mu

ltimedia en la propia cavidad rocosa; y la Cueva Clásica, con una docena de galerías y un espectáculo musical en el lago subterráneo Mar de Venecia.

En el mismo centro de Porto Cristo, al final del paseo marítimo, se localizan otras grutas formadas por rocas blanquecinas que se conocen como las Cuevas Blancas (Coves Blanques). Estas se utilizaron durante años como vivienda hasta que fueron deshabitadas en el siglo XIX.

Las más pequeñas de las cuevas mallorquinas se encuentran en la ciudad de Palma, a 36 metros de profundidad. Se trata de las Cuevas de Génova (Coves de Gènova), ubicadas en el barrio homónimo. Se descubrieron por casualidad en 1906, y en su interior se hallan cúpulas, piscinas y túneles en los que destacan sus espeleotemas coraloides.

Igual de fascinantes resultan las Cuevas de Campanet (Coves de Campanet), en la sierra de Tramontana (Serra de Tramuntana). Ocupan 3.200 metros cuadrados, y es posible conocerlas a través de una visita guiada de unos 40 minutos de duración. El nombre de las salas y galerías de un espacio que suma más de 10 millones de años, como el Castillo Encantado, la Sala del Lago, la Cascada Sonora y la Sala Romántica, entre otras, dispara la imaginación con la más exacerbada fantasía.

Monumental entrada a las Cuevas de Artá. Fotografía: Flickr/Cristian Bortes CC BY 2.0

Pero si hay una estructura que asombra a quien la contempla es la estalagmita de 22 metros de altura que se esconde en el interior de las Cuevas de Artá (Coves d’Artá) en Capdepera. Hay muchas otras estalactitas y estalagmitas  en Artá, además de auténticos bosques de piedra, pero aquella, situada en la Sala de la Reina, y conocida como la Reina de las Columnas, es objeto de todas las miradas. No es el único atractivo del lugar. Entre sus estancias, la denominada El Infierno acoge espectáculos de luz y sonido, y cuando se llega al final del recorrido por estas cavidades subterráneas, Artá nos ofrece unas espectaculares vistas panorámicas de la bahía de Canyamel. No en vano el propio Verne escribió que las grutas naturales de Artá y Drach están consideradas las más bellas del mundo.

Mallorca esconde otras cuevas, muchas de ellas marinas, ideales para los más aventureros, como la Cova des Coloms, la Cueva del Pirata (Cova des Pirata) y la Cova des Pont. En este caso, lo más recomendable para conocerlas es contratar alguna de las excursiones con guías especializados de las que ofrecen las numerosas agencias de turismo activo de la isla.

En cualquiera de sus formas, recorrer las cuevas mallorquinas es un placer para todos los públicos, con el que dejar volar la imaginación, disfrutar de las maravillas de la naturaleza y vivir una experiencia única e inolvidable en este paraíso mediterráneo

Más información: www.infomallorca.net