Rezwana: Un expediente europeo
Nos habían dicho que tardaríamos treinta y cinco minutos. El mar al principio parecía tranquilo. Cuando pasaron unos quince o veinte minutos, nos encontrábamos en la mitad del recorrido. Mi madre rezaba y yo también. Mi padre, que había dejado de fumar hacía años, se había encendido un cigarrillo. Era un barco de dos pisos. Mucha gente. Estábamos los unos pegados a los otros.
De repente vimos que empezaba a entrar agua. Mi familia estaba en la que tenía que haber sido la cocina del barco. Solo cabíamos nosotros seis allí. Al entrar, mi madre vio que había unos pepinos y cogió uno para mí y mi hermana. Mi padre decía que no los tocara, que no era algo nuestro y mi madre le mandó callar porque a nosotras nos gustaban mucho los pepinos y no habíamos comido nada aquel día.
Mi madre estaba cerca de la puerta de esa cocina. Yo cerré los ojos y ella también. Media hora pasaría rápido. Rezábamos por nuestra familia. De pronto mamá dijo: «Levantaos porque el agua está subiendo». Fue cuestión de segundos. Ella cogió la mano de mi hermano y se fue hacia el pasillo para tratar de subir a la segunda planta. Pero cuando se estaba acercando a la escalera se oyó un estruendo y nos tiramos al mar. Desde aquel momento les perdí de vista.
Yo estaba en el agua. No los veía. Había un hombre que me empujaba hacia abajo para permanecer él a flote. Yo no podía hacer nada. Mi padre era mi héroe, en aquel momento pensé en él y en que viniera a rescatarme y a matar a ese hombre que intentaba hundirme. No sé cómo, pero conseguí zafarme. Y vi a mi padre. Me dijo: «No sueltes esa madera». Fue cuando me di cuenta de que estaba agarrada a un trozo de madera del barco. Él sujetaba a mi hermana pequeña, la tenía sobre su cabeza. Es la última imagen que tengo de él.
Recuerdo los últimos besos y no sabía que serían los últimos. Ahora puedo recordar. En el viaje desde Estambul a Esmirna, durante toda la noche, tuve en mis brazos a mi hermano. Finalmente habíamos encontrado sitio en el autobús y no estábamos sentados en el suelo. Mi padre quería que estuviéramos cómodos. Mi hermano Hadith estuvo conmigo todo el tiempo. Todos quieren lo mejor para sus hijos y yo tenía este sentimiento hacia mis hermanos. Siempre que veo ahora a un niño de su edad pienso en él, pienso en mis hermanas. Ellos también podían haber tenido esta vida, estar a salvo.
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Este texto es un fragmento del libro Rezwana. Un expediente europeo, editado por Libros del KO y publicado recientemente. En él, Rezwana Sekandari y la periodista Mariangela Paone explican la historia de la primera, que llegó a la costa de Lesbos el 28 de octubre de 2015, después de que la embarcación en la que viajaba, procedente de Turquía, naufragara. Rezwana tenía 13 años y perdió a toda su familia en aquel naufragio.