Cuando la maternidad no va como uno espera: el difícil manejo del duelo perinatal

Hospital Quirónsalud San José

Tener un hijo no es fácil. Y no nos referimos a la crianza, una etapa apasionante que también da muchos quebraderos de cabeza y exige a los padres una constancia desde que el niño es bien pequeño para que, al llegar a la edad adulta, esté preparado para labrarse el mejor porvenir en todos los ámbitos de su vida.

Desde que una pareja decide tener descendencia hasta que finalmente lo consigue puede pasar más o menos tiempo en función de múltiples factores. La edad influye en la fertilidad, y el hecho de que muchas parejas retrasen el momento de tener su primer hijo también hace que aumente el riesgo de complicaciones durante la gestación, algunas con consecuencias fatales.

Se considera muerte fetal aquella que tiene lugar durante el embarazo después de la semana 20 de gestación, y en la mayoría de casos se desconoce la causa. Su detección se convierte en una noticia dramática para los padres, que lo que menos esperan cuando acuden a una revisión ginecológica es encontrarse con la pérdida de su bebé. Por eso, es importante que todo el equipo profesional encargado de atenderles muestre “cercanía, interés y empatía”, según explica la psicóloga Elisa Saló, de la Unidad de Reproducción Humana Asistida del Hospital Quirónsalud San José.

Acompañamiento durante todo el proceso

Normalmente los hospitales están preparados ante estas situaciones para ofrecer un abordaje multidisciplinar y facilitar la coordinación y comunicación entre todos los miembros del equipo, desde médicos a personal de enfermería, psicólogos o personal de atención al paciente. Sin embargo, su ámbito de actuación no siempre abarca el aspecto emocional ni se da importancia al seguimiento tras el alta hospitalaria, aspectos claves para un completo apoyo psicológico a los pacientes. ”Los padres deben sentirse acompañados durante todo el proceso y todo influye, desde las palabras elegidas para informarles hasta el lenguaje corporal”, apunta esta especialista, cuyo centro acaba de poner en marcha un novedoso protocolo de apoyo emocional en caso de duelo perinatal, que incluye también a pacientes con fracaso en procedimientos de reproducción asistida.

Después de comunicarles la noticia, y aunque hay que darles tiempo a que lo asimilen, también es preciso explicarles todos los pasos que se deben dar: opciones terapéuticas, plan de nacimiento, estudios adicionales, autopsia, etcétera. Lo recomendable es habilitarles una sala tranquila, para ellos solos, para que tomen las decisiones correspondientes. Y preferiblemente lejos del área de maternidad y de los llantos de bebés que hay en ellas.

El parto más doloroso

Todos los casos de pérdidas son complejos pero, según Saló, cuando la muerte fetal se produce en la última fase del embarazo es especialmente duro, porque las madres deben dar a luz. “Previamente se les informa de todos los pasos a seguir, con tiempo para que lo asimilen y decidan, por ejemplo, si quieren verlo o no”, explica la psicóloga. Todo depende de la edad gestacional y del estado del bebé, pero normalmente se les recomienda verlo, presentándolo con delicadeza y cariño, ya que les ayudará a evitar fabulaciones posteriores. Asimismo, se suele realizar una especie de caja de recuerdos, si así lo desean los padres, en la que incluir una tarjeta del bebé, pulsera, su contorno de manos y pies, etcétera. “Todas estas acciones, junto con el acompañamiento médico y familiar, son claves para afrontar la situación de forma adaptativa y ayudan a elaborar en el futuro un duelo sano”, según Saló.

Cuando reciben el alta los pacientes deben recibir una hoja de contactos (médico, psicólogo, grupos de apoyo, etc.) y se establecen una serie de citas de seguimiento durante las semanas posteriores. El proceso de duelo tiene distintas fases, pero no hay plazos de superación establecidos, depende de cada persona.

Es normal sentir enfado, dolor, impotencia, culpa o tristeza. Y es necesario para aceptar la pérdida de forma sana. Lo más recomendable, intentar retomar la rutina y sentirse acompañado, los familiares y amigos, y el apoyo de la propia pareja son vitales. Y no desdeñar el apoyo emocional que siempre puede ofrecer tanto el psicólogo como los grupos de apoyo o asociaciones de pacientes, muy útiles para compartir experiencias, emociones e ir aceptando poco a poco la pérdida.