La obesidad es una enfermedad crónica que hay que tratar de por vida

Dr. Jordi Lluís ReverterResponsable Asistencial del Servicio de Endocronología del Hospital Quirónsalud Badalona

ObesidadLlega el buen tiempo y un gran número de personas comienza a hacer dietas de todo tipo para intentar perder el peso que ha cogido durante el invierno. Esos kilos de más que, a muchos les resultan incómodos o antiestéticos, para otras personas pueden llegar a ser un problema médico grave. Esos kilos que son difíciles de eliminar son la consecuencia de sufrir sobrepeso u obesidad. Un problema que tiene una de cada ocho personas en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad como una acumulación excesiva de grasa en el cuerpo que puede ser perjudicial para la salud. A nivel global, 880 millones de adultos, de los que más de la mitad son mujeres y 160 millones de niños, presentan obesidad En España más de la mitad de las personas mayores de 18 años tienen exceso de peso, de las cuales, 3 de cada diez sufre sobrepeso y casi el 20% obesidad.

Sobrepeso y obesidad

Antes de continuar hay que diferenciar entre sobrepeso y obesidad. Se trata de grados diferentes de exceso de peso. El sobrepeso se caracteriza por un exceso de grasa acumulada discreto, que por sí mismo parecería no representar un riesgo para la salud, pero que puede no sólo producir alteraciones metabólicas o articulares sino también ser un paso previo a la obesidad. La obesidad, en la que el exceso de grasa corporal es marcado, se considera por la OMS una enfermedad crónica que puede ser perjudicial. La obesidad está asociada a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, hígado graso incluso cáncer, lo que conlleva una disminución de la calidad de vida y un aumento de la mortalidad. Además, la grasa puede acumularse en otros órganos y tejidos como el hígado provocando alteraciones y enfermedades.

Para saber si tenemos la grasa corporal adecuada o un exceso que nos sitúe coloca en la franja de la obesidad o el sobrepeso, podemos calcular Índice de Masa Corporal (IMC). Si es igual o superior a 30 kg/m2, tanto para hombres como para mujeres, podemos considerar que presentamos obesidad. Para calcular este IMC, determinado por la OMS, hay que dividir el peso en kilos, por el cuadrado de la estatura en metros. Por ejemplo, si una persona pesa 120 kilos y mide 1,65 metros tendrá un IMC de 44, (120kg/1,65x1,65=44) por lo que está en nivel de obesidad. Otra medición que se relaciona con riesgo para la salud es la circunferencia abdominal, que, si supera los 102 centímetros en hombres y 88 en mujeres, también se consideran afectos de obesidad abdominal.

La obesidad como enfermedad

De forma simplificada, el sobrepeso y la obesidad son consecuencia de un desequilibrio entre las calorías que tomamos y las calorías que necesitamos para vivir y cuando hacemos ejercicio físico. Ese exceso de calorías el cuerpo las almacena en forma de grasa. Sin embargo, existen otras causas que pueden ser desde genéticas, hasta psicológicas y sociales. También un desajuste en ciertos órganos del cuerpo, como el hipotálamo, el área del cerebro encargada de controlar la temperatura corporal, el apetito, la sed y el metabolismo, así como la microbiota intestinal, el músculo, el sistema hormonal y digestivo, intervienen en el control de peso. Por eso, la obesidad se debe tratar con un equipo médico de forma personalizada, pues cada caso tendrá un origen diferente según la edad, el género, la cultura, la educación, el nivel económico que tanto influye en la alimentación de muchas personas. Es fundamental también descartar causas médicas de obesidad.

Vida sana y cuerpo sano

En ocasiones, varios miembros de una misma familia presentan obesidad, esto no es solamente por los genes que comparten, también es porque comparten hábitos de alimentación y de actividad física. Así que lo primero que hay que hacer es cambiar el estilo de vida: comer sano y evitar el sedentarismo. Es importante inculcar desde la infancia una alimentación saludable a base de fruta, verdura, legumbres, pescado, huevos, lácteos y carnes blancas y la actividad física diaria, limitando el consumo de bebidas azucaradas, de bollería industrial o de comida precocinada que contribuyen al aumento de peso. La dieta y el ejercicio ayudan a mantener un peso ideal, pero también reducir el estrés y tener un sueño reparador manteniendo unos horarios saludables. Indudablemente la dieta debe adaptarse a los condicionantes personales y culturales de la persona obesa.

Existen tratamientos efectivos

No existen las dietas mágicas ni los medicamentos “quemagrasas”. Siempre será el especialista el que decida qué tratamiento poner a cada paciente dependiendo de su historial clínico. Porque, cuando se trata la obesidad, en algunos casos hay que recurrir a terapias psicológicas y a ciertos medicamentos de los que se dispone actualmente como los como los análogos de GLP1, que ayudan a perder peso y reducen el riesgo cardiovascular, que inicialmente sólo estaban indicados para pacientes con diabetes que padecen obesidad pero que actualmente se dispone de un fármaco con indicación en obesidad simple. Hay que ser prudentes con estos medicamentos, que pueden ayudar, pero no están exentos de efectos secundarios y con los que se corre el riesgo de un efecto rebote al suspenderlos. En casos seleccionados de obesidad grave la cirugía bariátrica puede estar indicada.