Cuida tus ojos en verano

Dr. Pío García GómezResponsable del servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud Vitoria

El verano es una época en la que los ojos sufren más de lo normal por la exposición al sol, al mar y a las piscinas, y existen ciertas lesiones oculares más frecuentes:

1) La queratitis actínica, que es una lesión de la córnea por los rayos solares. Suele aparecer después de haber estado tomando el sol sin protección ocular. En ocasiones estas lesiones tienen un origen tóxico, debido al contacto del ojo con las cremas de protección solar, que se disuelven con el sudor entrando en nuestros ojos. Sus síntomas característicos son dolor, lagrimeo, ojo rojo, hinchazón de los párpados y fotofobia (dolor a la luz). Esta lesión se diagnostica al observar un punteado en el epitelio corneal (la capa más externa de la córnea), que en realidad se traduce en la presencia de pequeñas úlceras corneales y se cura en pocos días con la aplicación de lágrimas artificiales y antibióticos oculares. Para evitarla debemos utilizar gafas de sol o las gafas opacas especiales para tomar el sol (comúnmente utilizadas en los solarium) y, si el paciente padece de ojo seco, es importante incrementar la frecuencia en el uso de lágrimas artificiales durante el verano.

2) La conjuntivitis. Debemos diferenciar entre las conjuntivitis alérgicas y las infecciosas.

  • Conjuntivitis alérgica: Los pacientes que presentan conjuntivitis alérgica primaveral (generalmente niños) empeoran durante el verano al exponerse al sol y al calor. Es recomendable que los padres de niños alérgicos intenten modificar sus hábitos veraniegos y cambiar la playa por la montaña, donde las temperaturas son más suaves y adecuadas para estos pacientes. Si el paciente empeora, es aconsejable colocarse compresas frías sobre los párpados y evitar rascarse los ojos.
  • Conjuntivitis infecciosas:Las conjuntivitis infecciosas más frecuentes en verano son las víricas y en especial la causada por el adenovirus. Este virus es altamente contagioso y suele infectarnos en piscinas y playas. El paciente siente quemazón y presenta un intenso lagrimeo, ojos muy rojos y gran hinchazón de los párpados sobre todo por las mañanas. La conjuntivitis vírica produce una secreción transparente que el paciente confunde con lagrimeo, pero estas lágrimas están cargadas de virus, pudiendo contagiar a varios miembros de una misma familia. Para evitar el contagio familiar el paciente debe tomar medidas higiénicas estrictas, como tener su propia toalla, lavarse mucho las manos y utilizar gasas o pañuelos de papel para limpiarse los ojos. Es importante acudir al oftalmólogo para instaurar el tratamiento más adecuado y hacer el seguimiento, pues en ocasiones la virulencia del virus puede complicar la conjuntivitis con una queratitis, que puede durar meses y llegar a causar disminución de la agudeza visual por dejar cicatrices en la córnea.

Por otra parte, la época estival es especialmente complicada para los usuarios de lentes de contacto. El verano supone un problema añadido para los usuarios de gafas, por la dificultad para bañarse en la playa o en la piscina con ellas y el problema que les supone volver a encontrar su toalla una vez finalizado el baño. Por este motivo muchos pacientes utilizan las lentes de contacto en la playa y en la piscina, algo totalmente desaconsejado por los riesgos que conlleva. Las lentillas se resecan con el calor y el sol, ocasionando frecuentemente queratitis, que si no son atendidas y tratadas urgentemente por el oftalmólogo pueden complicarse con infecciones corneales, que pueden progresar rápidamente hacia el interior del ojo. Los portadores de lentes de contacto son la población más afectada por infecciones y deben saber que si el ojo se pone rojo o duele, lo primero que hay que hacer es retirar las lentillas.

En ocasiones nos encontramos disfrutando de nuestras vacaciones en lugares donde nos resulta difícil mantener una buena higiene de las lentes de contacto, como cuando estamos de acampada. En estos casos pueden ser más aconsejables las lentes desechables diarias. Nunca debemos caer en la tentación de utilizar agua corriente para la limpieza de las lentillas o productos que no han sido diseñados para este fin, pues pueden estar contaminados por gérmenes como la acantoameba, que pueden causar una infección corneal devastadora y de difícil tratamiento.

Las soluciones de limpieza y mantenimiento de las lentes de contacto no deben exponerse a temperaturas superiores a los 30º C, por lo que no es aconsejable dejar los botes de solución o los estuches con las lentes de contacto en la bolsa de la playa o en el maletero del coche, ya que se podrían dañar.

Las lentes de contacto necesitan un ojo húmedo, con lágrima y ésta sufre la evaporación natural como consecuencia del calor o del aire acondicionado, por lo que en verano es aconsejable que estos pacientes utilicen lágrimas especiales para las lentillas, para evitar que el ojo se reseque y aparezcan las complicaciones. Con las lágrimas artificiales debemos tener el mismo cuidado que con las soluciones de mantenimiento de las lentillas y conservarlas siempre en lugares frescos. Si vamos a realizar un viaje largo en avión, lo aconsejable es quitarse las lentillas durante el vuelo, para evitar que se resequen o que nos quedemos dormidos con ellas puestas.

Tampoco es adecuado tomar el sol con las lentes de contacto, ya que debido a la falta de parpadeo y al calor, los ojos se resecan y las lentes pueden perder la humectación pudiendo producir úlceras corneales o incluso quedarse pegadas a la córnea. Si esto ocurriera se debe lubrificar le ojo con lágrima artificial hasta que la lentilla recupere su hidratación y movimiento. En este momento la lente de contacto se puede retirar y acudir de urgencia al especialista para valorar las posibles lesiones ocasionadas.

Otro segmento de la población que merece mención aparte en este tema son los niños. Sus ojos son mucho más sensibles a la luz solar ya que el cristalino no regula del todo la penetración de la radiación. Además, los jóvenes y los niños permanecen durante el verano más tiempo al aire libre sin ningún tipo de protección en sus ojos, lo que a la larga se traduce en una aparición de cataratas a una edad más temprana. Se recomienda el uso de gafas sol a partir de los 5 o 6 años, así como el uso de gorros o sombreros y evitar la exposición en las horas de máxima intensidad.

Así pues, no debemos olvidar este verano la protección de nuestros ojos con unas gafas de sol que nos aíslen de la radiación solar con unos cristales homologados y un buen filtro solar, no compradas en lugares que no nos garanticen su calidad.

Además, conviene realizar una dieta rica en frutas y verduras para cuidar nuestra vista, así como alimentos ricos en antioxidantes que actúan como protectores de la luz y luchan contra los radicales más nocivos para la vista.