Cuando el hambre no es hambre

Paloma CarrascoPsicóloga del Centro de Excelencia en el Tratamiento de la Obesidad del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón

La obesidad es una enfermedad y, además, resulta que no para de crecer el número de afectados. Los problemas que la causan son diversos, pero desde el punto de vista psicológico es muy interesante abordar uno de los factores más repetidos: comer con desorden o, lo que es lo mismo, comer por desorden.

Muchas veces nos levantamos y acudimos a la cocina a picar, o sentimos de forma repentina la necesidad de llevarnos algo a la boca, algo que nos haga sentir mejor, algo que mate un gusanillo desagradable que nos está molestando dentro, o simplemente somos esclavos de un impulso que cada vez va a más y que sirve para "callar" algún dolor, alguna angustia, algún pesar.

Cuando el hambre no es hambre

No es hambre, aunque lo parezca; es una vía de escape. Lo que llaman "hambre emocional".

Tener una relación insana con la comida es muy común, pero se puede solucionar. Hay un trabajo terapéutico detrás que merece la pena hacer, no sólo por adelgazar o por mejorar nuestra salud física, sino por desarrollar un estilo de vida que realmente nos haga sentirnos mejor y que nos haga más felices.

Después de más de 8 años dedicando parte de mi trabajo terapéutico a ayudar en problemas de obesidad, quisiera compartir mis conclusiones más generales y profundas:

  • Muchas veces aprendemos a desarrollar una relación insana con la comida (y con otras cosas o personas). Cuando nos damos cuenta, solo vemos el problema, es decir, las consecuencias de esa mala relación, y se nos pasa hacer análisis de cómo hemos llegado hasta ahí.
  • La comida no debe ocupar el protagonismo de tu vida. Si lo hace, habría que quitarle ese protagonismo (con trabajo terapéutico y abordaje multidisciplinario si hace falta) y dárselo a otros aspectos mucho más positivos y, de paso, saludables que te hagan sentir no igual de bien que la comida, sino mucho mejor.
  • El deseo de vivir bien es absolutamente normal en una persona sana (mentalmente hablando) y, antes o después, casa con la idea de que para conseguirlo tengo que cuidarme por dentro y por fuera.

Men sana in corpore sano

  • La culpabilidad y la baja autoestima que muchas veces acompaña a la obesidad son un problema a tratar. Todos somos imperfectos y el ser humano puede proponerse una vida mejor en cualquier momento. No haberlo hecho antes o no haber sido capaz sólo es símbolo de un mal abordaje.
  • Desarrollar y favorecer la inteligencia emocional para vivir de forma más serena, equilibrada y aprender a gestionar sufrimientos, ansiedad y estrés es fundamental. Y se puede hacer.
  • El concepto de estar a dieta o hacer un régimen no sirve más que para sufrir y no es correcto.
  • La terapia familiar sistémica es una de las grandes aliadas en el cambio. Involucrar a toda la familia es fundamental.