Todo lo que debes saber sobre cardiopatías congénitas en niños

Dra. Marta LópezEspecialista en Cardiología infantil de la Unidad de Pediatría del Hospital Quirónsalud Zaragoza

Cuando los padres leen o escuchan noticias sobre cardiopatías congénitas, se alarman y se preocupan, y es normal que eso suceda. Algunos me preguntan: doctora, ¿usted cree que mi hijo puede tener alguna que no le hayamos detectado?

Todo lo que debes saber sobre cardiopatías congénitas en niños

Lo primero que hago en tales casos es tranquilizarlos: las cardiopatías congénitas afectan, aproximadamente, al uno por ciento de los recién nacidos vivos y es un grupo de enfermedades muy variado, desde afecciones leves que no necesitan tratamiento hasta afecciones más graves que precisan intervenciones, bien sean quirúrgicas o percutáneas por medio de cateterismo. Se trata de alteraciones en la estructura del corazón producidas durante el periodo embrionario y en muchas ocasiones no producen ninguna sintomatología, e incluso se pueden llegar a curar de forma espontánea. Así que preocupación, la justa.

Las causas de las cardiopatías congénitas son en la mayoría de los casos multifactoriales y desconocidas y son muy raros los casos ligados a una única mutación genética concreta. Por eso, la posibilidad de transmisión de padres a hijos de un defecto congénito concreto en este terreno es muy baja, de apenas entre el 3 y el 5%, aunque puede ser mayor dependiendo del tipo concreto de cardiopatía.

Señales y detección

Por lo general, suele ser el pediatra, antes que los padres, quien tiene la primera sospecha de una cardiopatía en el bebé, ya que se encarga de examinarlo en cada revisión y puede detectar, por ejemplo, un soplo.

Los soplos cardíacos son sonidos, como silbidos o susurros, producidos por el flujo de sangre al pasar por el corazón. Muchos son benignos y su presencia no es sinónimo de que el menor padezca una enfermedad, pero esto lo debe determinar el pediatra que, en su caso, derivará al especialista: el cardiólogo pediátrico. La coordinación entre pediatra y cardiólogo pediátrico es esencial, porque el primero es el que detecta el problema y puede ofrecer una atención integral a las familias, con las que mantiene una relación fluida y una comunicación constante.

Pero, además del soplo, hay otros signos y síntomas posibles de cardiopatía congénita. Por ejemplo, la cianosis, es decir, una coloración azulada de la piel, de los labios y de las uñas, que suele indicar falta de oxígeno. También son síntomas el dolor torácico, las dificultades para respirar, los jadeos, la irritabilidad y la fatiga al alimentarse, así como la somnolencia excesiva del bebé. Es conveniente estudiar a pacientes asintomáticos con antecedentes familiares de cardiopatías que pueden ser hereditarias.

Diagnóstico precoz

Ante cualquier síntoma o sospecha es fundamental realizar un diagnóstico precoz que permita adecuar el tratamiento de forma rápida y eficaz. Este suele realizarse antes de que nazca el bebé, durante la ecografía de las 20 semanas de embarazo, o bien durante los primeros días tras el nacimiento. Sin embargo, en algunos casos los síntomas no suelen mostrarse hasta pasado un tiempo y, por tanto, la vigilancia del pediatra es fundamental.

Afortunadamente, en la actualidad los avances científicos en el diagnóstico y tratamiento de estos problemas han mejorado notablemente el pronóstico. Como señala la Sociedad Española de Cardiología (SEC), más del 90% de niños afectados por cardiopatías congénitas sobreviven hasta la edad adulta. Parte de estas cardiopatías pueden requerir una o varias intervenciones, bien por cateterismo o por cirugía cardíaca, pero lo cierto es que es posible corregir la mayor parte de los casos, favoreciendo que los niños afectados lleguen a la edad adulta con una buena calidad de vida.