Cómo gestionar la "silla vacía" en Navidad

Raquel Calero DomínguezDoctora en Psicología y responsable de la Unidad de Psicooncología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla

La muerte sigue siendo en nuestra sociedad un constructo pedagógico pendiente. No solemos hablar de ella, no nos gusta relacionarnos con su temática y, cuando llega en nuestro entorno próximo, no estamos preparados para asumirla.

Cómo gestionar la "silla vacía" en Navidad

Si esto es así en cualquier momento del año, la cuestión se complica en Navidad, una época que representa la fiesta por antonomasia y el reencuentro con los seres queridos, con quienes nos gusta compartir los platos en la mesa, la conversación, los recuerdos y los mejores deseos para el futuro.

Por eso, cuando llega la Navidad y hay “una silla vacía” de alguien que nos ha dejado recientemente, nos invaden la nostalgia y la melancolía. En ocasiones, las emociones son tan intensas que nos hacen querer huir de los eventos y tratar de suprimir la Navidad en nuestro entorno más próximo. La experiencia de duelo se hace tan intensa en estas fechas que lo que más deseamos es transformar el escenario.

Una reflexión serena

Sin embargo, la negación de la Navidad no ayuda a afrontar la pérdida del ser querido, sino que vacía de sentido nuestra existencia en estos días del calendario e incrementa nuestro dolor.

La muerte es una parte de la vida y hay que saber aceptarla en el marco de una reflexión serena sobre la importancia de la transcendencia, del legado de nuestros mayores y de la espiritualidad en un sentido amplio.

Las personas con pérdidas recientes en un entorno navideño deben expresar abiertamente su situación emocional, su opinión y sus deseos con respecto a la celebración de las fechas. Los familiares y amigos deben ser capaces de acompañar a la persona doliente con el tono y las condiciones que esta requiera y solicite.

Por ejemplo, puede tener sentido que antes de las fiestas se celebre una reunión familiar amplia, con todos los miembros, incluidos niños y adolescentes, para tomar una decisión consensuada sobre el mejor modo de celebrarlas. Es muy importante que los más afectados puedan expresarse emocionalmente y que los demás les ayuden también con su opinión.

En esa reunión hay que hablar de gestos, de comportamientos y también de símbolos. Por ejemplo, representar a la persona ausente, naturalizar la emotividad negativa por su ausencia y tenerla presente a través de una fotografía o una vela también puede ayudar a sentir el legado de su existencia.

Vivir con plenitud

Los duelos duran toda la vida, pero trabajarlos emocionalmente de manera adecuada nos ayuda a vivir con sentido y plenitud nuestra existencia. Hay pérdidas que pueden llegar a precipitar duelos complicados porque aparecen en circunstancias inesperadas o violentas, o porque la persona fallecida tiene una edad en la que la muerte no encaja, o por el vínculo que nos unía a ella.

Pero lo más importante es no vivir el duelo en soledad, y mucho más en las fiestas navideñas, cuando la compañía de los seres queridos está en nosotros más incentivada que nunca. Incluso si alguien desea aislarse del ambiente festivo, siempre encontrará a alguien dispuesto a acompañarlo para afrontar la experiencia de “la silla vacía” con un sólido apoyo emocional.

En la mayoría de los casos el duelo puede gestionarse sin ayuda profesional, pero si alguien se ve sobrepasado, siempre puede pedir ayuda a un profesional experto, que le acompañará y ayudará a afrontar las etapas del duelo.