Dermatitis atópica, un problema más frecuente de los que nos gustaría en los niños

Carolina VilaDermatóloga del Hospital Quirónsalud Huelva

Dos de cada diez niños tienen dermatitis atópica, según datos de la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica, una enfermedad inflamatoria cutánea crónica caracterizada por eccemas en la piel y por un intenso picor, que cursa a través de brotes motivados por situaciones como el estrés, la humedad o los cambios de estación.

DERMATITIS ATÓPICA, UN PROBLEMA MÁS FRECUENTE DE LO QUE NOS GUSTARÍA EN LOS NIÑOS

Aunque algunas personas debutan en la edad adulta, lo más habitual es que los síntomas de dermatitis atópica aparezcan en la infancia y, afortunadamente, suelen ir mejorando con el desarrollo, conforme vamos sumando años, aunque un pequeño porcentaje de pacientes suele presentar síntomas persistentes e incluso iniciarlos por primera vez tras la adolescencia.

Los pacientes pueden llevar una vida totalmente normal, siendo fundamental un abordaje multidisciplinar de la patología que tenga en cuenta el punto de vista del paciente y su calidad de vida, así como un correcto cuidado de la piel, la prevención, la educación terapéutica y el tratamiento farmacológico, que permiten a la persona llevar una rutina común.

De hecho, abordar la patología con la vista puesta en la calidad de vida del paciente es muy importante, porque la dermatitis atópica supone una cascada inmunológica y hormonal que repercute en las personas que la padecen, tanto a nivel físico como psicológico.

Es más, todas las enfermedades de la piel tienen un impacto psicológico, porque las vemos en el espejo. El estado de ánimo es determinante en estas patologías y, en el caso de la adolescencia, una fase en la que se forja el carácter y la autoestima, es habitual que la dermatitis atópica represente un motivo de complejo para el joven porque este se siente diferente al resto de sus compañeros.

Además, uno de los síntomas característicos de la enfermedad, el picor, puede mermar seriamente la calidad de vida del paciente e incluso llegar a favorecer alteraciones en el sueño, llegando a convertirse en una situación insoportable para algunos pacientes, impidiéndoles un correcto descanso. Todo esto, además, se traduce en una mayor irascibilidad e irritación y correspondiente subida del cortisol.

Posibles causas

Entre las posibles causas que se conocen existe una muy alta predisposición genética a desarrollar dermatitis atópica, de forma que hijos de padres atópicos tienen una alta incidencia y riesgo de desarrollar la enfermedad.

A su vez, y aunque los detonantes de la patología varían según la persona, está demostrado científicamente que factores externos y ambientales del medio en el que vivimos son claves para desarrollar esta condición médica en personas predispuestas.

Por ejemplo, no es nada desdeñable la sensibilización que muchos pacientes pueden desarrollar al estar en contacto con sustancias químicas, al mismo tiempo que el clima mediterráneo también condiciona, ya que supone una mayor prevalencia de dermatitis atópica. También influye en el posible desarrollo de un brote la falta de hidratación diaria.

El tratamiento precoz, básico

Aunque en la actualidad no hay cura definitiva sobre esta enfermedad, un aspecto muy positivo a tener en cuenta es que se puede modificar su curso abordándola no solo de forma multidisciplinar, sino también de forma precoz con un tratamiento adecuado.

Así, se puede disminuir la intensidad y la extensión de los síntomas, además de la durabilidad de los brotes.

En lo que se refiere a los cuidados, es vital que estos pacientes realicen duchas cortas de agua templada y con jabones sin detergente, pues son menos agresivos con el manto cutáneo.

Hidratación diaria

Es imprescindible la hidratación en estos casos. Como hemos mencionado, la falta de hidratación diaria puede suponer un detonante de la enfermedad. En este caso, son adecuadas las cremas hidratantes con ceramidas y ricas en urea, así como los emolientes específicos, para evitar que la piel se seque.

Otros aliados en este tipo de casos suelen ser los corticoides tópicos, la base en el manejo del proceso inflamatorio que presente el paciente, siendo importante siempre la prescripción del médico para su uso, así como la educación en el mismo.

La corticofobia no está justificada. Tanto es así que son muy útiles en la dermatitis atópica cuando se emplean de la forma correcta, y siendo importante desmontar los mitos que giran en torno a sus efectos secundarios, que se minimizan cuando hay una correcta educación farmacológica en los mismos. En cualquier caso, y ante la mínima duda, hay que acudir al dermatólogo, pues el profesional será el que realice un abordaje correcto y óptimo.