Tener bajo control la presión arterial o la diabetes mantiene a raya la enfermedad renal crónica

Dr. Fernando Tornero MolinaEspecialista del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario La Luz de Madrid

Tener bajo control la presión arterial o la diabetes mantiene a raya la enfermedad renal crónicaCuando los riñones sufren algún daño, no pueden realizar adecuadamente su función, que es filtrar la sangre, eliminar los residuos y el exceso de agua para producir orina; pero también se encargan de eliminar el ácido que producen las células y de mantener el equilibro entre el agua, las sales y los minerales que debe haber en la sangre, como el sodio, el calcio, el fósforo y el potasio. Si este equilibrio se desestabiliza, es muy probable que los músculos, los nervios u otros tejidos del cuerpo no funcionen adecuadamente.

Los riñones, además, producen hormonas que ayudan a controlar la presión arterial, a producir glóbulos rojos y a mantener los huesos fuertes y saludables. Si por cualquier circunstancia no funcionan bien, se acumulan los desechos en el cuerpo y provocan un problema llamado Enfermedad Renal Crónica (ERC).

Prevalencia de la enfermedad renal crónica

Si nos fijamos en el porcentaje de población a nivel mundial que sufre alguna enfermedad renal crónica, vemos que va en aumento y tiende a convertirse en una de las enfermedades con mayor incidencia. Con el ritmo actual, en los próximos años llegará a constituirse como una de las principales causas de muerte.

Entre el 10 y el 12 por ciento de las personas del planeta sufre alguna enfermedad renal crónica y, en esta estadística, las mayores de 62 años están por encima del 20 por ciento. Sin embargo, las personas que sufren de ERC no se dan cuenta de este problema hasta que la enfermedad está muy avanzada. Esto significa que los riñones ya no tienen capacidad para eliminar suficientes desechos y el exceso de líquido en el cuerpo, lo que implica la necesidad de someterse a diálisis o a un trasplante de riñón.

Factores de riesgo

La diabetes y la hipertensión arterial son las dos causas más comunes para desarrollar enfermedad renal crónica en la mayoría de los casos, sin olvidar el envejecimiento de la población y el abuso de sustancias tóxicas para el riñón como antiinflamatorios, ciertas drogas, algunos medicamentos o exploraciones con contraste radiológico.

Los primeros síntomas que indican que existe un problema renal son la falta de apetito, una sensación de malestar y fatiga, dolor de cabeza, picazón y sequedad de la piel, náuseas y pérdida de peso. Con un sencillo análisis de sangre y de orina se puede detectar. Sin embargo, en muchas ocasiones no se diagnostica de forma adecuada y no se pueden poner medidas para su control. Esto provoca un empeoramiento de la enfermedad que se refleja en una piel anormalmente más oscura, dolor de huesos, problemas para concentrarse, pensar o dormir, hinchazón y entumecimiento de las manos y los pies, calambres, mal aliento, sangre en las heces, sed excesiva, detención de los periodos menstruales o problemas para respirar.

Cómo mantener a raya la ERC

Dr. Fernando Tornero Molina, especialista del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario La Luz de Madrid
Dr. Fernando Tornero Molina

Mantener bajo control la presión arterial puede retrasar un daño mayor en el riñón. Además, realizar una serie de cambios en el estilo de vida puede ayudar a proteger los riñones y prevenir enfermedades cardiacas o un accidente cardiovascular. Estos cambios son tan sencillos como no fumar, consumir comidas bajas en grasa y colesterol, hacer ejercicio regularmente, mantener controlado el nivel de azúcar en sangre y evitar consumir demasiada sal.

No hay que olvidar que el enfermo renal crónico depende de una máquina y necesita acudir a un centro de diálisis tres veces por semana, lo que hace que sus expectativas de “vida normal” no sean muy elevadas, ya que pocos trabajos permiten compatibilizar esta situación personal con la laboral. De ahí la importancia de concienciar a la sociedad, así como a las Administraciones para que se desarrollen programas que ayuden a integrar al enfermo renal en la sociedad y en la vida laboral.