La obesidad en la edad pediátrica: la epidemia del siglo XXI

Dr. Henry MarcanoEndocrinólogo pediátrico del servicio de Pediatría del Hospital Universitari General de Catalunya (Barcelona)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene varios frentes abiertos, no solo la pandemia de COVID-19, sino también la obesidad infantil, a su juicio, “uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI”, sobre el que alerta que su “prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante”.

En el caso de España, la prevalencia de sobrepeso y de obesidad de los escolares de 6 a 9 años sigue siendo elevada y el 40,6% tiene exceso de peso, representando el sobrepeso un 23,3 %, y la obesidad un 17,3% (de los cuales un 4,2% cursa con obesidad severa).

El otro gran problema que existe con este asunto es que, a pesar de esta alarmante cifra, la mayor parte de los padres y de las madres creen que sus hijos tienen un peso normal, cuando esto no es así.

De acuerdo con el Estudio de Alimentación, Actividad Física, Desarrolla Infantil y Obesidad en España (ALADINO 2019), hecho público por el Ministerio de Sanidad, para el 69,1% de los progenitores de escolares con exceso de peso, sus hijos tienen un "peso normal", es decir, 9 de cada 10 padres de niños con sobrepeso y 4 de cada 10 padres de niños con obesidad.

Pero por si esto no fuera poco, el fenómeno de la COVID-19, el estado de alarma y el confinamiento domiciliario han tenido un efecto negativo en los hábitos de vida de los niños, de forma que ha corrido en paralelo a esta pandemia de sobrepeso y de obesidad, una "PANDEMIA" en franco crecimiento en las edades más vulnerables: un aumento de peso medio de unos 3 kilos que se observa de manera generalizada en la población, y en la pediátrica en particular.

El caso es que el cambio de hábitos ha provocado que los niños se muevan menos, hayan reducido de manera significativa el tiempo que desarrollan a la actividad física, con el consecuente aumento del comportamiento sedentario por el incremento del tiempo dedicado al uso de pantallas. También los horarios de consumo de alimentos han sido alterados.

El problema de la obesidad y del sobrepeso en el largo plazo es que estos menores tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta, por lo que tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

UNA ENFERMEDAD QUE SE PUEDE PREVENIR

No obstante, hay una buena noticia dentro de este panorama: el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles y, por consiguiente, hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.

El estudio científico ALADINO 2019 antes citado también pone de relieve que, de entre los factores asociados a la obesidad, siguen destacando los relacionados con los hábitos de alimentación y con la falta de actividad física, como el bajo consumo de frutas y de hortalizas, o el uso excesivo de pantallas.

También sigue existiendo una brecha importante en la situación ponderal de los escolares dependiendo del nivel de ingresos económicos de la familia y del nivel educativo de los progenitores. De hecho, otro aspecto importante es que no solo se trata de que los alimentos más saludables son los más caros, también los hijos de familias con menos recursos económicos tienen menos acceso a la práctica de actividad física programada (extraescolares), pero, sobre todo, el tiempo dedicado a los niños, el destinado cocinar y a comprar los alimentos está más comprometido como consecuencia del estilo de vida.

Es preocupante, por tanto, esta situación de obesidad pediátrica que se registra en España y que a menudo compruebo en la consulta; resultado de unos hábitos de vida que se pueden corregir.

Por todo ello, la prevención es una actuación prioritaria, educando a los progenitores en hábitos adecuados, desde el momento de la planificación de la gestación, algo que en el largo plazo permitirá un buen progreso de los menores, y su normal desarrollo libre de riesgo cardiovascular.

Si el manejo del exceso de peso se inicia con una etapa de reconocimiento del problemase hace indispensable fomentar estrategias de concienciación a las familias. Para ello, y siempre ante la duda, los padres siempre pueden acudir a la consulta de su pediatra o de un especialista en la materia. A pesar del miedo que pueda infundir la pandemia, hay que tener en cuenta que los centros sanitarios son hoy instalaciones seguras frente al contagio de la COVID-19, puesto que han diseñado circuitos libres del virus.

Además, el Hospital Universitari General de Catalunya cuenta con la certificación ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’ que acredita su cumplimiento de los estándares más exigentes de desinfección en esta pandemia.

Desde la OMS recomiendan en este sentido:

  • Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
  • Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas.
  • Reducir la ingesta de azúcares.
  • Mantener la actividad física, un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas. Para controlar el peso puede ser necesaria una mayor actividad física.

Finalmente, debemos celebrar también sobre este escenario epidémico que si evaluamos la tendencia de prevalencias de peso entre los estudios ALADINO 2011 y 2019, se observa una disminución del 3,9% del total de escolares con exceso de peso (sobrepeso + obesidad). Además, este estudio constata una tendencia descendente del exceso de peso desde 2011 y de estabilización respecto a 2015, aunque la prevalencia de sobrepeso y de obesidad de los escolares de 6 a 9 años en España sigue siendo elevada.