Mariluz Congosto: "A las redes sociales les interesa el ruido y la crispación"
Mariluz Congosto (Henarejos, Cuenca; 1956) ha centrado su carrera investigadora a analizar las redes sociales, sus usuarios y la propagación de mensajes. Esta profesora honorífica de la Universidad Carlos III de Madrid, atraída por la experiencia que supuso la web 2.0, en la que cualquier persona podía expresarse mediante los blogs sin la necesidad de conocimientos técnicos, concluye que desde 2017 se ha generado una cantidad de ruido y desinformación en Twitter que no se daba con anterioridad.
¿Qué está pasando en las redes sociales? Existe la sensación o la certeza de que se están llenando de ruido y polarización.
El ruido se produce cuando se crea una falsa realidad. Por un lado, los perfiles con un discurso moderado siempre han existido, igual que aquellos con mensajes más radicales. El problema al que nos enfrentamos es que ahora una persona puede tener su perfil verdadero y además crearse otros con los que reforzar su ideología. También se crean perfiles de una forma mercenaria, cobrando por ello, como hacen ciertas agencias de información o desinformación para divulgar un tipo de mensaje, contenido o idea. Esta inyección de perfiles que no son reales y que suelen tener un discurso agresivo, tendentes a propagar bulos y "trolear" a otros usuarios creando un clima de crispación hace que parezca que todo es mucho más radical de lo que realmente es.
Usted se dedica a analizar las redes sociales y los mensajes que se vierten. ¿Qué podemos conocer a través de análisis como el suyo?
Podemos medir cómo están conectadas unas personas con otras, cuáles de ellas han actuado como altavoces de un mensaje determinado y cuáles como meras repetidoras. También se puede ver si un usuario ha emitido centenares de mensajes en apenas unos minutos, lo que conllevaría un uso excesivo y no natural de la red social. Asimismo, podemos apreciar qué perfiles destacan dentro de un movimiento en concreto y cuáles y cuántos son de reciente creación determinando así que se han registrado para fomentar ciertos temas. Además, es posible ver cómo se conecta con otros usuarios, si antes utilizaba esa misma cuenta y ahora la ha reconvertido, llegando así a esbozar ciertas características que nos ayudan a saber qué perfiles son raros y, por tanto, potenciales a la hora de producir ruido en la red.
¿Qué papel juegan las empresas que gestionan las redes sociales en este ruido permanente que parece haber?
Las empresas podrían hacer mucho más para evitar el odio y la desinformación, pero eso iría en contra de su negocio ya que si no existe crispación no se produce tanta interacción. Cuando cierran cuentas es porque se ven obligadas por la situación o porque hay alguna multa económica de por medio en el caso de no hacerlo. Podrían trabajar este aspecto mucho más porque ellos saben de dónde vienen los mensajes y podrían detectar los perfiles falsos.
¿Hasta qué punto éstas pueden y deben intervenir en la propagación de discursos de odio?
El discurso de odio no debería estar permitido en ninguna de las empresas dueñas de redes sociales. Es difícil establecer un límite concreto cuando se trata de limitar la libertad de expresión. Dejando a un lado esto, las empresas lo que tienen que eliminar es todo el ruido automático que pueden detectar. Si yo soy capaz de ver en qué perfiles no hay ninguna persona detrás, ellos mucho más. Digamos que hay mucha parte del ruido, la artificial, la construida por granjas de bots, que podría evitarse si las empresas quisieran.
¿Y los usuarios qué podemos hacer?
El objetivo del ruido es difamar, difundir un mensaje propio o crispar el ambiente. Como usuarios tenemos que dejar de contestar a los trolls, ignorarlos. En cuanto a la información, ya se sabe que ciertas fuentes son muy ruidosas porque son famosas por ello, así que si una información no tiene un origen claro, no cita fuentes o presenta ningún enlace, hay muchas posibilidades de que sea falsa. Por tanto, no deberíamos replicarla. Si estamos en un sitio y queremos que sea bueno y tranquilo para todos, tendremos que ayudar a ello y no estar produciendo más odio entrando a un debate que no va a aportar nada a nadie.
Twitter ilusionó a mucha gente por su papel en movimientos como el 15M, pero ahora parece copada por la extrema derecha y sus mensajes de odio. ¿Cómo se ha producido ese cambio?
La extrema derecha ha empezado a crecer en Twitter desde el verano de 2019. No obstante, a pesar de la existencia de cuentas y grupos de esta ideología que se organizan a través de la red social, cuando se produce una discusión sobre un asunto muy polarizado sigue siendo la izquierda quien más volumen de perfiles tiene. Los cambios que se han producido desde entonces hasta ahora no son totalmente naturales. Existían cuentas de derechas, donde había algunos referentes desde hace años pero no tenían el seguimiento ni la difusión actuales. El proceso de cambio ha ido de la mano de otros acontecimientos que suceden más allá de las redes, como lo ocurrido en Catalunya. Desde entonces, estas personas han empezado a crearse una red. Ha coincidido una situación política que favorecía la radicalización y dado que la derecha estaba poco representada ahora ha crecido muchísimo, aunque no alcanza a la izquierda, que antes copaba el espacio.
En ocasiones da la sensación de que en las redes sociales todo es polémico: el feminismo, la ecología, el racismo… Se producen unos debates que, a veces, se alejan de los que se dan fuera de Twitter, en la calle. ¿Por qué sucede esto?
Twitter siempre ha tenido un alto componente político; por algo es la red social con mayor influencia en los procesos electorales y en la que todo el mundo comenta los debates antes de unas elecciones. Además, la coyuntura actual incita a una cierta profusión sobre cuestiones que no son meramente políticas, como el negacionismo del coronavirus. Todo ellos son asuntos en los que apenas hay grises dada su polarización. Por otro lado, yo no creo que los debates se alejen de la realidad, pero sí la forma de tenerlos. Al fin y al cabo, la gente que no está en Twitter tendrá WhatsApp, porque eso sí que lo tiene todo el mundo; y lo que va de un sitio va a otro. No tener presencia en Twitter te evita la fluidez de la información rápida y pública, porque WhatsApp es privado, pero te acabas enterando de lo mismo, lo único que un poco más tarde. La diferencia no está en el contenido, sino en la forma de mostrar tu opinión.
¿Cree que es complicado encontrar información fidedigna en Twitter?
Depende de cada persona. En las redes sociales no pasa lo mismo que cuando vemos la televisión, que todos estamos observando y escuchando a las mismas personas. Si eres una persona radicalizada que solo sigues a personas como tú, leerás información sesgada que continuamente esté avalando tu ideario. Así, solo encontrarás reafirmación, y la tendrás. En cambio, si tienes cierto espíritu crítico o curiosidad, seguirás a diferentes perfiles con diversos puntos de vista. No obstante, existe la tendencia a crear burbujas de información y reafirmarte en los mensajes que lees.
Por último, la curiosidad me puede. Usted no utiliza WhatsApp pero sí Telegram. ¿Es por algo en especial?
Me lo quité en 2016, cuando me enteré de que Facebook había comprado la aplicación y que combinarían datos de una red a otra. Yo tengo mis fotos y mucha información en Facebook y la compra significaba que la misma entidad podría ver mis conversaciones privadas, así que me fui a Telegram. Sé que me espían, pero al menos intento evitar que una misma empresa tenga la fotografía completa de mi vida.