Por dentro es otra cosa

Lara Moreno

Escritora. Su última novela es ‘La ciudad’

Podría decir que en 2007 no tenía miedo, pero es casi mentira. Un nuevo periódico de izquierdas en papel era una buenísima noticia y más si contaba con gente joven. Yo era joven pero no se me ocurría pensar que podría escribir en un periódico, ni en ese nuevo de izquierdas ni en ningún otro. Si me esfuerzo en recordar qué cosas ocurrieron ese año, solo me viene a la mente que me robaron el coche. Vivía en Zarzalejo, un pueblo de la sierra de Madrid donde todavía no habían llegado los neorrurales, y cuando cogía el tren para ir a trabajar a la ciudad lo dejaba aparcado en la estación de El Escorial. El coche era una chatarra, un Fiat Punto muy antiguo que le había comprado a una amiga por dos duros. Pero alguien se lo llevó de allí, lo destrozó y lo dejó abandonado. Me llamó la Policía para contármelo. Yo estaba en la editorial donde trabajaba revisando pruebas, era tarde, ya de noche. A los pocos meses, tuve que comprarme el Peugeot 307 que todavía tengo. Desde fuera, a día de hoy, mi Peugeot debe de parecer la misma chatarra que entonces ese Fiat Punto, porque no hago nada por mantenerlo bello. Pero yo sé que por dentro no es una chatarra. Supongo que es lo que ocurre con casi todo, ahora, quince años después. Si miramos de un vistazo. Que quiero creer que por dentro no lo es.

Al año siguiente, pasé unos meses en el Cabo de Gata, escribiendo mi primera novela. No había smartphones, y decidí dejar de conectarme a Facebook cuando iba al cibercafé, para conseguir una inmersión más completa. No solo en la escritura; en la vida en general. En el callado movimiento de aquel mar. En lo que entonces me parecía un calor insoportable: treinta grados tanto por el día como por la noche, Mediterráneo. De vez en cuando compraba el periódico. A veces, Público. En el paseo marítimo lo leía. Luego se quedaba doblado sobre la mesa metálica, se iba mojando con el cerco de los vasos, se manchaba de ceniza. Siempre lo llevaba de vuelta a casa. Al cabo de un tiempo, la edición en papel desapareció.

Antes de que desapareciera la edición en papel, se prohibió fumar en los bares. Antes de que desapareciera la edición en papel, se aprobó la ley del aborto en España. Otra cosa es que, por dentro, era otra cosa. Mi primera novela, aquella que había empezado a escribir en el Cabo de Gata, era una especie de distopía en la que los recursos energéticos se estaban acabando, solo había dos estaciones, duro verano y crudo invierno, y los perros podían contagiar a los humanos a causa de una pandemia. Por dentro, ya sabéis, la realidad siempre brillando en sus matices.

Cuántas cosas han ocurrido en estos quince años. Se acabó en bipartidismo tras una efímera, pero aguda revolución social. Más tarde entró, incluso, la extrema derecha en el Parlamento y en algunos Gobiernos autonómicos. Cuántas cosas nos han ocurrido, por dentro y por fuera. Conservo el mismo coche con el que recorría las carreteras polvorientas de aquel cabo. Tengo más miedo que en 2007; diría que tengo mucho miedo, en general. Por todo. Este último verano ha sido el más caluroso desde 1961, año de inicio de su serie de datos. En 2007, hace la edad de un periódico de izquierdas, hubo 74 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. De ellas, 30% habían presentado denuncias. En lo que va de este año, han asesinado 30. Parece una cosa. Pero que por dentro es otra.

Ahora, de vez en cuando, escribo en este periódico. En su especial en papel, de hecho. Nunca lo he mojado con los cercos de los vsos ni la brisa del mar ha ondulado sus páginas. Me falta espacio para hablar de las dos crisis, la pandemia y la guerra más cercana. Pero por dentro es otra cosa. Ahí vamos, a golpe de indignación, alegría y nostalgia.