Mi currículum en prensa no era extenso pero Escolar apostó y la serie, más o menos jocoso festiva, gustó. En septiembre me ofrecieron columna en la contra.

El ofrecimiento fue uno de los momentos más bonitos de mi carrera, que ya no puedo decir que sea corta. Me hizo más ilusión que cualquier otra cosa. Escribir siempre es lo más. Si el periódico envuelve el pescado, la tele o la radio es que se evaporan.

En todo este tiempo, he escrito muchas cosas distintas entre estas páginas: columnas de las fresquitas y de las ardientes, de las dolorosas y de las de risas; un anecdotario machista en 2010 que después fue premiado —cuando escribir sobre eso no estaba de moda—; muchas entrevistas a políticos, a escritores, a personas que siempre me parecieron interesantes, por una razón o por otra, e información parlamentaria. Aquí cumplí otro sueño: me hicieron corresponsal en el Congreso de los Diputados, lo que me permitió entrar e informar desde dentro, después de más de una década como reportera en la puta calle.

Ahora, hace ya unos años que me dedico sobre todo a las luchas de gladiadores del siglo XXI en la arena del circo mediático, es decir, a las tertulias políticas televisivas. Pero nunca me fui del todo. Volví al espacio de libertad inmenso que ha sido para mí la sección de opinión de este periódico.

Solo puedo terminar mi historieta, miniaportación a este aniversario, deseando muchos años más a la que considero la casa de mis palabras, la casa que me dio la oportunidad de publicarlas y, con eso, me empujó a pensar algo más de lo que se piensa en el día a día mediático.

Gracias compañer@s, gracias jefes y, claro, gracias lectores. Gracias.